Capitulo 12- El Eclipse Parte 1

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Capitulo 12

El eclipse P1

El humo se arremolinaba. Las voces en su cabeza debatían pero su cuerpo solo pensaba en buscar alivio para las quemaduras. No podía trepar, no podía saltar ni caminar hasta la cima del pozo. El agua aliviaba  poco las quemaduras pero seguían doliendo.

El dolor no se comparaba con nada. Solo se  intensificaba a cada hora. Ya no podía luchar más. No tenía fuerzas. Quería morir. Cerrar sus ojos y nunca más despertar. Congelar las cosas en un recuerdo .

. El oxigeno empezaba a escasear y todo se empezaba a poner oscuro como si el sol y las llamas hubieran dejado de brillar y se hubieran tornado oscuras.

Su boca siseaba una canción infantil que no sabía de donde la recordaba y sus parpados buscaban la abertura en el suelo del bosque. Ya no se podía ver el cielo azul sino que lo único que se veía era una cortina negra de humo. Cada vez flotaba más irregularmente y su nariz se hundía en el agua con más fuerza

 

Los grillos siseaban sus silbidos en la indomia de la oscuridad acompañando a alas luciérnagas que revoloteaban cerca de los panales de luz. Los mosquitos revoloteaban incesantemente cerca de su cuello y la radio emitía boletines acerca del peligroso nivel de salinidad en el lago Kawaski. Pero sus ojos se concentraban en la habitación que finalizaba el pasillo. Un pasillo oscuro y solitario, pero que terminaba en una sola habitación. Paso su mano izquierda por su frente y suspiro. Estaba tirada en su cama y tenia uno de sus oídos tapados con la mano izquierda y otro cubierto por las mantas. Los gritos no paraban y de vez en cuando se oía unos murmullos y azotes.

La puerta parecía vibrar y ella sabía algo.

Aquella mujer que gritaba era su madre. No sabía su nombre, no sabía cómo era su cara pero por alguna razón sabía que era su madre y el que le pegaba era su padre.

 

Ya no estaba en su hogar sino que estaba en un lago que parecía extenderse varios kilómetros hasta perderse a la vista, era de mañana y no había nadie.iba vestida con un simple vestido color azul y llevaba puestos unos zapatos de baile que rechinaban al menor contacto con el suelo. El viento desacomodaba su pelo y le incomodaba caminar entre los matorrales que se encontraban a la orilla del lago. Camino lentamente hasta un lugar de la orilla del lago que no tuviera matorrales y se sentó. Estaba muy lejos de la zona a la que le permitían entrar a la gente, una modesta playita con una gran cantidad de sombrillas color amarillo y reposeras de madera para que algún hombre obeso se siente y vea a sus hijos jugar en la orilla. A esas alturas del año el lago estaba bastante concurrido por las familias que decidían abandonar el calor de sus hogares para darse un chapuzón en las tranquilas agua, pero ese año había sido la excepción.

La concentración salina del lago estaba por los cielos y los peces del lago no la podían soportar y morían, por lo que las autoridades habían cerrado el lago y estudiaban que había provocado el peculiar evento.

Bueno todo era peculiar. Faltaban solo dos semanas para un evento que ella había esperado ansiosa. El eclipse.

Todo el pueblo comentaba acerca de un raro eclipse que solo se daba cada ciento cincuenta años en el pueblo, esto significaba que el sol iba a estar tapado por quince minutos sobre su pueblo y todos iban a poder observar esto.

Pero desde que el eclipse se anuncio solo habían pasado cosas extrañas. Primero la concentración salina del lago había llegado a  niveles críticos para ser un cuerpo de agua dulce y todos los peces habían muerto. Segundo unas muy extrañas desapariciones de niños habían sido catalogadas bajo el nombre del “asesino del eclipse” y en tercer lugar una extraña horda de águilas había llegado al pueblo y habían anidado.

El eclipse seria en pocas horas y ya todos tenían preparados sus respectivos vidrios y sus cajas para verlo tranquilonamente. Por alguna razón ella no se había quedado en su casa y había huido hasta el lago. Al lado de ella estaba el vidrio con el que se podría ver el eclipse.

 

El sol se tapo.

Todo quedo a oscuras.

Y aquel parecía un recuerdo de verdad.

Solo ese.

 

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