capitulo 3- Recuerdos

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Capitulo 3

Recuerdos

No paraba de llover y parecía que pasaría un gran tiempo oculta en aquel tronco hueco, pero la lluvia no la asustaba. La asustaba la presencia de aquel hombre a solo unos metros de ella, la asustaba que no recordara nada de su persona, y las voces en su cabeza cada vez eran más fuertes. Unas más fuertes que otras gritaban sugerencias, insultos y frases en vocablos que no conocía.

-¿Quiénes son?- pregunto al vacio como si estuviera hablando con un grupo de personas de carne y hueso.

<<-somos tu>> grito una, otra grito <<pobre niña perdida, eso te pasa por meterte donde no debías>>, otra <<sabes quienes somos>>, <<somos tus amigos>>. Todas hablaban al mismo tiempo y provocaban un gran dolor de cabeza, era como un avispero al que alguien lo había agitado.

-cállense- ordeno- vamos una por una.

<<por dios la primera decisión sensata que te has dignado en tomar, ¿Quieres saber donde estas?, recuerda el tren…>>

Un recuerdo vino fugazmente y en el pudo apreciarse ella sentada en uno de los viejos vagones del tren de Júpiter Oregón mientras observaba por las ventanas el paisaje majestuoso que no llegaba a ver, en el recuerdo ella estaba muy arreglada y cargaba unas elegantes maletas y poseía anillos en las manos que no eran de ella. Uno tenía forma de ojo, otro de pirámide y el otro estaba lleno de tachas metálicas. El recuerdo parecía tan nítido y elegante que parecía muy real hasta una parte.

 En el recuerdo ella se levanto del asiento ante la mirada de su otro yo, aquel del recuerdo también se paraba para ir al baño, en eso, el motor del tren pareció hacer un ruido estrepitoso y todo se dio vuelta. Su otro yo salió disparada contra la ventana y estampo toda su cara contra una lluvia de cristal mientras ella  se aferro a uno de los asientos. El dolor cada vez era mayor, algo parecía tirarla hacia atrás y obligarla a retroceder, su cabeza parecía ser aplastada por toda la presión característica de un océano y sus músculos se tensaban como un violín en una nota aguda. Hasta que decidió soltarse. El dolor fue mortal y sintió que era arrancada de una realidad poco conocida. Entonces volvió.

Realidad, claro la realidad no dolía, pero su realidad estaba muy mal definida y parecía una tonta película de los años 50 en glorioso tecnicolor. Su realidad carecía de seguridad.

Se tumbo adentro del tronco hasta que sus brazos recobraron la fuerza perdida, las voces parecían haberse callado pero volverían, de eso ella estaba segura. Las lagrimas recorrían lentamente sus mejillas, pero si quiera salir de allí no podía estar a cada rato llorando.

-¿Hay alguien ahí?- pregunto al vacio con la esperanza de encontrar una voz que la hiciera recordar

Entonces una voz de un niño apareció: <<si quiere yo la puedo ayudar>>.

El recuerdo empezaba igual que el otro con ella viendo por las ventanas del tren salvo que esta vez estaba al lado de un niño de cabellos rizados con cara de ángel y con dulces ojos azules. Como en el otro recuerdo su otro yo sé levanto al baño del tren pero sin pensarlo el niño hablo:

-¿A dónde crees que vas?- dijo con una voz espectral casi de ultratumba, a simple vista se veía que sus ojos estaban desencajados y unos hilos de sangre le recorrían la cara.

-aléjate, aléjate, vete, sal de aquí- se puso a gritar su otro yo desconsoladamente mientras golpeaba sus manos contra un asiento.

- ¿porque me tengo que ir yo?, si nos estamos divirtiendo- entonces una fuerza tiro a su otro yo hacia la puerta del tren que permitía pasar a otro compartimiento.

-ahhhhhhhhhhhhh- gritaron al unisonó. Ella y su otro yo. Las paredes se contorsionaban a los compas de la risa del maniático niño y el resto de los pasajeros vomitaban sangre y lloraban.

“que se termine” deseo, “que el tren choque, que haya dolor pero que se termine”, y fue así como el otro relato termino con el accidente de tren y ella arrancada de la supuesta realidad.

Como siempre dolor.

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Si algo era verdad, era que había estado en un tren, todos los relatos la llevaban hasta ese punto en común entre todos esos tortuosos recuerdos.

La lluvia ya había parado, alzo su chaqueta. Había decidido que era de comer algo y en el bosque debería haberlo, aunque fuera peligroso debía hacerlo. Hurgando entre sus bolsillos descubrió algo sorprendente.

Un anillo.

Un anillo de ojo.

El mismo del sueño.

Se sorprendió mucho pero decidió ignorar esto. Debía comer. Luego pensaría en que significaba el anillo del sueño.

Lentamente se bajo del árbol, tomando cuidados por su lastimada rodilla. Hasta llegar a tierra y dirigir su vista al acantilado. Ya no estaba el extraño. Seguramente estaba tras sus pistas, quizás en este momento la estaría observando desde algún punto lejano del bosque.

Pero no, no era momento de llorar ni de recordar.

Era momento de enfrentar

 

Aves De RapiñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora