Capitulo 18- Terroristas Emocionales

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Capitulo 18

Terroristas emocionales

Sus brazos se tensaron al contacto con el filoso acero del bisturí.

Lagrimeaba y se retorcía en agonía.

Todos los días le hacían lo mismo.

A su cuarto venían cuatro hombres con trajes de látex blanco y sacaban filosas herramientas quirúrgicas con las que la laceraban, cortaban, quemaban y raspaban. Todo esto bajo el efecto alucinógeno de las drogas que hacían que el dolor aumente exponencialmente. Y al final de eso la curaban y dejaban su cuerpo sin una marca de tortura. Pero las únicas que no se iban de su ser eran las que infringían en su cabeza.

Todas las noches era lo mismo. Llanto, vomito, dolor, confusión y pesadillas. Las pesadillas parecían haberse intensificado por la tortura de los primeros días pero ya no solo las tenía dormida sino cuando se quedaba perdida en un punto. Sus  manos temblaban y cuando vomitaba expulsaba un líquido espeso. Quizás todo esto se debía a “El Proceso”.

Luego de la tortura física y de las curaciones venia lo peor.

Frente a ella ponían un sillón de un cuerpo y en él se sentaba un hombre de con traje a rayas de color azul y rojo oscuro. El tenía lentes en forma de medialuna y una libreta donde anotaba todo lo que ella decía de manera fugaz.

-¿Quién soy yo?

-Eso respóndemelo tu niña porque si tú no sabes quién eres estas en serios problemas.

-¿Me ayudaría a salir?

-¿Dime matase a tu hermana pequeña la noche del 28 de noviembre de 1998?

-¿Qué?- pensó Susan desesperada- No, no, no, es imposible.

-Aquí no puede mentir Susan. La observamos y sabemos todo lo que hizo y dejo de hacer los últimos 24 años de su vida.

-¿Tuviste problemas con las drogas?

-Nunca consumí esas cosas.

-Le dijimos que deje de mentir. ¿Y si usted no es usuaria de drogas peligrosas porque ingreso 6 veces a rehabilitación en  los ultimo 15 años?

-Usted deje de mentir. Basta. Váyase.

-No puede huir de la verdad. Porque tarde o temprano llega.

-¡¡¡Salga de aquí!!!!- empezó a vociferar Susan. Sus brazos se agitaban y golpeaban contra las sabanas de su cama.

-Usted sabe que provoco la muerte de muchos niños en una semana que ninguna persona que la conociera olvidaría. Nunca tuvo porque vengarse de esa manera. Destruyo familias incluyendo a la suya. Y no niegues tu pasado  que bastante oscuro es.

No recordaba más.

No sabía hace cuanto había hablado con él pero la había destruido emocionalmente.

Hacía mucho tiempo  que las pesadillas habían sido reemplazadas por los recuerdos de un pasado que parecía terrorífico ¿Había matado a esos niños? ¿Qué la condujo a eso? ¿Qué había hecho con su hermana? A esas alturas las preguntas invadían su mente como si una manada de ratas sueltas por el día de la raza.

Hacia quince noches que estaba allí y su voluntad no había flaqueado ni un centímetro porque algún día debía morir…

Porque todos debemos morir algún día.

 

Noche 68 se repetía a si misma… noche 68… noche 68... Noche 68…

El último día había estado tan cerca.

Si hubiera estirado un poco mas sus manos hubieran agarrado el bisturí y podría haber acabado con su vida. Ya no sentía dolor. Las torturas ya la habían inmunizado contra toda clase de dolor físico. Pero no contra el cansancio mental y emocional. Cada vez usaban drogas más fuertes para dormirla pero ellas solo le provocaban más pesadillas y alucinaciones. Tanto así que hace dos noches había intentado besar sugestivamente uno de los postes de su cama. Resultaba una anécdota graciosa de la que se reía todo el tiempo de manera histriónica.

Podía ver que su cuerpo estaba deteriorado y lleno de cicatrices. Sus brazos parecían haber perdido el veinte por ciento de masa corporal normal y ya se podían palpar claramente los huesos, su pecho ya dejaba apreciar su vertebras, un poco mas y ya parecería una película transparente. De eso también se reía todo el día.

Cada quince noches venia el hombre al que ella tanto temía. No por su fuerza, porque no la tenía, si no por las palabras que decía, aquellas que la hacían rememorar tiempos que no conocía con claridad.

-¿Quieres saber porque no puedes recordar nada?

-Sí.

- Susan tu misma te lo impides. En alguna parte de tu subconsciente has formado una especie de defensa contra las malas experiencias. Por ejemplo cuando quieres recordar acerca de tu hermana sientes dolor y rechazo. Eso eres tú. La barrera.

-¿Y cómo recordare todo?

-Con una intervención.

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