capitulo 9- En El País De Las Maravillas

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Capitulo 9

En el país de las maravillas

La lluvia golpeaba fuerte contra los adornos florarles que había en el patio. La casa estaba en silencio, el único ruido era el de la olla a vapor donde estaban cocinándose unas verduras. Ella estaba sentada en un sillón de dos cuerpos que parecía tener eones de edad.

Todo estaba sepia. ¿Era un recuerdo o una pesadilla más?

A lo lejos oía como alguien abría las canillas de la ducha y cerraba una puerta. Esta vez no estaba desnuda sino que estaba vestida con un delantal viejo estampado con flores que parecían narcisos y con un vestido celeste. Llevaba zapatos negros y tenía el pelo suelto. Entre sus manos estrujaba una especie de pañuelo verde y no paraba de mirar el reloj que estaba pegado a la pared de la casa. No sabía porque pero parecía que los nervios la devoraban viva entonces con sus frágiles manos prendió un cigarrillo y se puso a fumar.

En la tele no había nada. Y en el desván se oían fuertes ruidos. Como si algo viviera allí.

Lentamente se levanto y camino con sus delicados pies hasta la cocina. Allí estaba una niña que parecía observar las bocanadas de humo que salían de una pava que hervía junto a la olla. Con sus manos abrió uno de los compartimientos donde estaban los cubiertos y tomo un cuchillo.

Este despedía un brillo antinatural y reflejaba todo. La niña a su lado pareció ignorar esto hasta que ella se acerco con el cuchillo y le pasó una mano por su lacio cabello:

-sabes que te quiero- le dijo ella. La voz le temblaba.

-sí, lo sé.

Fue extraño cuando el cuchillo atravesó el pequeño vestido de la niña porque esta no gimió, no grito y no lloro. Se limito a seguir mirando el vapor arremolinándose en el aire.

La sangre brotaba en forma de pequeños hilos uniformes y distanciados y la tela del vestido celeste de ella se teñía uniformemente. Con un movimiento saco el cuchillo del abdomen de la pequeña víctima. El cuchillo seguía reflejando todo solo que ahora bajo los tonos rojos que le concedía la sangre de la niña.

Las lagrimas recorrían sus ojos y parecía que lo ruidos del desván se intensificaban de manera gradual y cada vez eran más violentos. Alguien cantaba en la ducha. Lo que le pareció bizarro.

<<¿Por qué haces todo esto?>> le pregunto una voz en su mente y ella le contesto:

-no sé porque, quizás ya abandone la determinación de pelear contra estas pesadillas- dijo como si su boca no estuviera coordinada con lo que hacía.

Sus manos tocaban el filo del cuchillo y lo sumergían en el chorro del agua del fregadero de la cocina haciendo que la sangre se desprenda y se valla por la bacha principal. Sus ojos se perdieron un momento en el paisaje que se veía por el exterior de la ventana.

Apartando el cadáver de la niña con una pequeña patada camino hasta la escalera que llevaba a las habitaciones superiores y al desván.

Subió lentamente los escalones haciendo un ruido sordo con cada paso. En el pasillo no había luz. Solo había oscuridad. Salían grandes cantidades de vapor del dintel de la puerta y sigilosamente abrió la puerta del baño.

El vapor y la luz inundaron y aturdieron a sus sentidos. Como si fuera una antigua película de horror, con sus manos tomo la cortina de plástico del baño y la corrió.

Fue una sorpresa.

Porque frente a ella no había un hombre sino que en realidad estaba la extraña.

Pero si la había visto morir. ¿Habría revivido? No, era una pesadilla. Producto de su intrincada psique.

El brazo que controlaba y blandía el cuchillo se alzo sobrenaturalmente preparándose para acuchillar a diestra y siniestra, pero su otro brazo pareció cobrar vida y lo detuvo. Como si fuera una marioneta demoniaca se cayó al piso observando cómo sus dos brazos se enzarzaban y peleaban por el dominio del cuchillo. Sus piernas se empezaban a agitar ya a su lado la extraña gritaba como si la estuvieran quemando con una olla de agua caliente. Cada vez que parecía querer levantarse ella misma se tiraba al piso. No podía lucha con la fuerza del sueño.

Termino cediendo.

Las paredes del compartimiento donde estaba se tiñeron con el rojo característico de la sangre. La extraña cayó desvanecida al suelo de la bañera y la sangre corrió con el agua mezclándose como una especie de sopa.

Eso era todo. Su cuerpo dejo de luchar al ver que ya estaban hechas las cosas y la llevo devuelta al pasillo. Frente a la puerta del desván que se sacudía violentamente y amenazaba con hacer caer todo el revoque de la pared.

Con miedo tomo el pomo de la puerta y lo giro. Detrás de la puerta había una mugrosa escalera que llevaba hasta el desván. Con pasos lentos la subió. La bestia parecía percatarse de su presencia porque gruñía y pateaba con más fuerza cada vez que subía un escalón y se acercaba a su guarida final.

El desván era un sitio tremebundo porque parecía que el tornado del mago de Oz había pasado por allí. Bicicletas, sombreros, relojes, pipas y coronas de princesa, etc. pero todo recubierto por una gran telaraña y en el medio del escenario un bulto.

Un bulto blanco que parecía esconder una criatura que tenía grandes brazos y llantos aterradores.

Lo que hizo, lo hizo su cuerpo.

Con  una patada dio vuelta el bulto y pudo verlo a la cara, era una especie de niño de brazos largos cuya cara estaba deformada por quemaduras que supuraban petróleo. Ahogo un grito.

Y con una fuerza impresionante su cuchillo le provoco un tajo en medio de la cara que hizo que la criatura soltara un aullido inhumano y se agitara. E segundo fue más preciso y fue a los ojos. Era todo un niño envuelto en sangre y el tercero.

El tercero...

El tercero fue de gracia.

La pesadilla había acabado y algo que la tironeo la hizo volver a la realidad en medio de un gran dolor.

Una pesadilla irreal había terminado y otra comenzaba.

Pero esta era de otra clase.

Una real.

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