El frío viento chocaba contra nuestros rostros, llevábamos poco tiempo caminando, Yang por su parte sabía a donde se dirigía, por otro lado, yo lo seguía.
—Solo cruzamos y está el parqué. —aviso mientras jalaba de mi brazo y miraba a ambos lados sin dejar de caminar.
Cuando estuvimos en el parque soltó su agarre y se encamino a cualquier lugar donde pudiese sentarse, al llegar a una banca lo hizo.
—Y...., ¿para qué es está salida? —pregunte mientras tomaba asiento a su lado.
—Para nada en especial. —dijo desinteresado.
—Así que...—el sonido de su celular me interrumpió, él lo sacó de las bolsas delanteras de su pantalón color negro, igual al de su sudadera, al verlo que sonreía a la pantalla murmuré: — no dirás nada. —y el silencio se hizo presente.
El frío viento cada vez se hacía más presente, las ramas de los árboles se movían de un lado a otro, era poca gente la que vagaba por el frío anochecer, Yang seguía sonriendo a la pantalla de su celular, mientras por otro lado, yo me encontraba mirando hacia todos lados con un gran puchero en mi rostro que derrochaba aburrimiento.
—Yo...—su voz y su fría mano sobre la mía me hicieron mirarlo—, es hora de irnos, comenzara a llover. —aviso mientras se ponía de pie y se disponía a caminar aun tomando mi mano.
Una pequeña sonrisa se formó en mi rostro al ver nuestras manos juntas; me gustaba estar con él, pero yo de verdad esperaba que se disculpara...
Y como antes lo había dicho Yang, la lluvia comenzó a cubrir nuestros cuerpos, el pelinegro se quejó mientras colocaba el gorro de su sudadera y caminó aún más rápido, si había algo que no me gustaba hacer, era caminar rápido.
—¿Puedes caminar más rápido? —me miro y negué con la cabeza—, pues tienes que hacerlo, no quiero que te resfríes. —dijo y su mirada regresó al frente.
Yang era mucho más alto que yo, me sacaba una o dos cabezas, sus pasos regularmente son grandes, por mi parte..., en estos momentos no se sabe si estoy caminando, corriendo o volando.
De un momento a otro estábamos frente a la puerta de mi casa, saqué las llaves y la abrí. Yang aún seguía junto a mí, lo miré y le dediqué una sonrisa nerviosa.
—Bueno..., adiós. —me dio una sonrisa forzada y se giró.
Al ver como caminaba hacia su casa tranquilamente me adentré a la mía.
[ Narra JeongIn ]
—Bueno..., adiós. —intente sonreír, le di la espalda y me marche a casa.
—Eres un estúpido Yang JeongIn —murmuré a mí mismo—, la invitaste al parque para disculparte y tu maldito orgullo no te dejo, pudiste hacerlo hace unos segundos y los nervios te comieron —seguía murmurándome mientras giraba para llegar a casa—, encima ella podrá tomar un resfriado por mi culpa. —di un leve golpe a mi mejilla cuando estuve frente a la puerta.
Busqué las llaves en una de las bolsas de mi pantalón y no estaban, busqué por todas las bolsas y nada. —¡No!, ¡no!, ¡no! —pase mis manos por mi cara con frustración—, no eres un estúpido, ¡eres un idiota! —bufé.
No me quedo de otra que regresar a casa de ___, no estaría mal pasar el rato con ella hoy.
[ Narra ___ ]
—Creo que debería acostumbrarme... —susurre al cerrar la puerta detrás de mí.
Camine hacia las escaleras para posteriormente subir a mi habitación, pero no llegue ni a la mitad de estas, de nuevo unos pequeños golpes en la puerta se hicieron presentes; baje con la misma pereza de antes y abrí.
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Two Ways ¦ Jeongin y tú ¦
FanfictionTwo Ways/Dos Caminos. Una adolescente de apenas 16 años se ve en la necesidad de abandonar su país, para viajar a otro completamente diferente. Yang Jeongin, 17 años, idol surcoreano e hijo de uno de los empresarios más importantes de Corea del Su...
