Capítulo 23: Flor de mar

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    El choque de sus labios, el rose de sus lenguas.

    Peridot podría sentirla por siempre.

    Amaba besarla.

    Amaba estar junto a ella.

    Amaba estar viviendo esa fantasía después de haberla deseado por tanto tiempo.

    Lapis rió ligeramente para después dejarse caer sobre la cama, aunque no totalmente, pues solo se sentó sobre ella.

    Peridot quería volver a besarla, pero la peliazul negó con la cabeza haciéndose para atrás.

    Peridot también subió a la cama, sentándose frente a ella. Aunque no tardó en subirla a su regazo.

    La ojiverde comenzó a desabotonar la camisa a cuadros de ojiazul, quien solo se limitaba a ver lo que hacía.

    —Dijiste que solo querías venir a aquí para descansar decentemente, Peri.

    —Podríamos aprovechar para hacer otras cosas también. Y con más comodidad, por supuesto.

    —Oh, perdón, no sabía que eras tan delicada.

    —No voy a hacerlo al exterior.

    Lapis soltó un ronquido, riendo después —Bueno, no te estás arrepintiendo de nada porque no hemos hecho nada realmente...

    —Mmm... está a discusión.

    Lapis se guardó la risa en esta ocasión.

    Era cierto y no, en los días en los que habían estado viajando en más de una ocasión no habían sido solo besos.

    Habían ido rápido, pero tampoco habían llegado a tanto.

    Solo caricias y toques provocativos.

    Aunque era verdad, Peridot prefería la comodidad y la privacidad, y ella aún no había querido llegar a más por ciertas razones.

    Estaba bien por ahora.

    Cuando Peridot le quitó la prenda solo la arrojó, luego comenzó a besar su pecho mientras dejaba que Lapis acariciara su cabello.

    Revolvía los mechones rubios y rebeldes mientras sentía sus labios y su cálida lengua sobre su piel.

    Aún le estaba costando trabajo sentirse bien con algo así.

    Era un cambio marcado, él había sido brusco y las últimas veces no buscó su consentimiento.

    Pero Peridot era gentil, hacía todo de una forma tierna. Incluso cuando actuaba con lascivia.

    Se estaba enamorando de eso.

    De cómo era con ella, de sus atenciones.

    Peridot acariciaba su espalda mientras continuaba. Sus manos delineaban la cintura de la peliazul.

    —Peridot...

Sin hogar | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora