Un Amor Del Carajo Ⓓ [COMPLETA]

Capítulo 20.

Sí, hay impedimentos y desmotivaciones aquí y allí

Mi corazón está estrujado y mis palabras siguen desapareciendo
¿Por qué tuve que correr tanto en el pasado?
Oh, ¿por qué yo?

Vuelvo a casa y me acuesto en la cama
Me quedo pensando, ¿realmente fue mi culpa?
Y miro como la noche se marea
Pronto serán las doce en punto

BTS - 00:00

20 | Cuando las cosas no van bien.

Supongo que tenía que llevar la farsa hasta el final. Después de que todos nos vieran en el anterior colegio juntos (alguien nos vio besarnos), no tardaron en correr los rumores de que Abel y yo teníamos algo serio. Aunque todos los sospechaban desde hace mucho.

Sin embargo, para darle más fuerza a los rumores, caminamos por los pasillos al lado del otro. No íbamos de la mano porque parecía un poco demasiado. Hacíamos como si nada nos importara, íbamos compartiendo una papitas que compramos en la tienda escolar, no obstante, las miradas de la gente sobre nosotros era demasiada pesada.

Creo que lo era porque éramos una pareja gay. No había muchas en el colegio. Tal vez porque decíamos que nos odiábamos antes. O, tal vez, porque nos veíamos muy lindos juntos.

No sé de qué íbamos hablando, solo sé que nos adentramos a los baños y yo me apoyé contra el lavamanos.

—Eso fue demasiado —dije mientras me quitaba el sudor de la frente—. Parezco un cerdo.

—¿Te da vergüenza que te vean conmigo?

—Para nada. —Quise decirle que me sentía más seguro a su lado—. Solo que odio la atención.

—Pero si eres popular.

—Yo me creía popular hasta que llegaste y me di cuenta que no soy nadie.

—Cállate.

—Cállame —le dije y él sonrió.

Con una de sus manos me apretó la mandíbula y me miró de una forma tan llena de picardía que casi me tiemblan las piernas. Se acercó y me dio un corto beso que me volvió loco.

—Creo que te dejo con tu problemita —dijo mirando a mi erección.

Yo le di un golpe en el hombro y él solo soltó una carcajada. Me dio un pico y me rozó la entrepierna. Tuvo que irse corriendo antes de que lo alcanzara con una patada por provocarme así.

Me quedé ahí un minuto más antes de regresar al almuerzo con mis amigas. Tomé aire. Ya iba a salir cuando un el hijo de puta de Julián me golpeó en el hombro al entrar.

—¿Cuál es tu problema? —grité. Aunque debí ignorarlo.

—¿Yo? ¿El problema soy yo cuando claramente te metiste con el primero que se te cruzó?