Tal vez la cosa más difícil no fue hacer la apuesta, sino enamorar al idiota que tanto odiaba.
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𝖀𝖓 𝖆𝖒𝖔𝖗 𝖉𝖊𝖑 𝖈𝖆𝖗𝖆𝖏𝖔
En un pueblo de Colombia, la casa de Camilo ha sido test...
No voy a llorar y decir Que no merezco esto Porque Es probable que Lo merezco, pero no lo quiero, por eso me voy ¡Qué lástima, pero adiós!
Julieta Venegas - Me voy.
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26 | Un trato especial.
Despertar en esa habitación fue extraño. Era un gran espacio que no compartía con nadie. Trataba de alegrarme por mí, me decía que me había esforzado para conseguir ese tipo de trato, pero sabía que no lo merecía en absoluto.
La noche anterior traté de darle mi habitación a Matías. Después del partido se enteró de lo que habían escrito en el periódico y eso lo puso mal. Perder a un familiar era a algo difícil y él, que había perdido a su madre hace poco de dos años, fue una marca que nunca sanó. Además, cargar todos los días con el pensamiento que le decía que pronto perdería a su padre, lo ponía muy decaído.
Sofía, Celeste, Abel y yo estuvimos en mi habitación la noche anterior tratando de animar a Matías. No lo sé, Celeste se portó muy linda con él. A pesar de la apuesta y de que, solo unos minutos atrás, nos había dicho que no lo soportaba, que era muy meloso y que la sofocaba.
—Qué suerte es que ya vamos a acabar con esto, ¿verdad?
—Sí, —me apresuré a añadir—, ya quiero acabar con esta tortura.
Sofía me lanzó una mirada como si pudiera ver a través de mí. Yo solo evité la mirada porque me sentía tan tonto. ¿Qué tal si Abel me escuchase hablar de ese modo? ¿Lo destrozaría? Él sabía de la apuesta y que yo necesitaba ese dinero, pero aun así era complicado.
Entonces entraron Abel y Matías.
—Ven aquí, bebé —exclamó Celeste. Abrió los brazos para que él corriera hasta ella. Lo abrazó y le repartió besos por toda la cara—. ¿Estás bien?
A veces Celeste me caía de la patada, desde que comenzó a hablar de Sofía a sus espaldas y lo del grupo en el que no me incluyó. Si así hablaba de Sofía a sus espaldas y de frente era un caramelo, entonces no podía esperar más que lo mismo.
Así que, al ver que tratar de esa forma a Matías era tan natural, me di cuenta la forma de engañar tan fácil que ella tenía.
Traté de que a Matías le dieran mi habitación, hablé con el entrenador y me dijo que no. Yo planeaba subirle el ego. Para que supiera que era mucho mejor de lo que era Julián. Bueno, si soy sincero, también esperaba sentirme mejor conmigo mismo. Sentía que, al darle la habitación a otro, podría liberarme de la presión y la sensación de no merecerlo.
Así que, ese día, cuando teníamos el partido contra nuestro mayor rival: mi antiguo colegio. Matías estaba muy nervioso porque, a pesar de todo, el periódico sí había influido y no sabíamos a quién dejarían en la banca.