Ocho

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Termino de entrar las ropas que doble hace un rato, en las dos maletas grande que están sobre mi cama; las cierro y las pongo junto a la puerta de la habitación, para después sólo tener que bajarlas. Me siento sobre la cama de Eliana y dejo que el sentimiento de melancolía, por causa de los viejos recuerdos, me inunde por completo; ocasionando que lágrimas empiecen a brotar y mi corazón se encoja dentro de mí.

Voy a extrañar mucho este lugar, aquí fue donde crecí, madure; lloré bastante por los golpes que la vida me daba pero también reí mucho; en este lindo hogar conocí a Dios y el inmenso amor que Él siente por mí. Lágrimas ruedan por mis mejillas, al igual que una pequeña sonrisa se forma en mis labios y los bellos recuerdos, de situaciones que viví en este lugar, empiezan a pasar por mi cabeza.

Las lágrimas aumentaron su ritmo, al igual que mi sonrisa se agrandó. A pesar de que aquí todo es muy lindo, en donde me siento cómoda y segura; no me puedo permitir quedarme estancada, es hora de salir de mi zona de comodidad, y enfrentar el futuro que me aterra, pero a pesar del miedo, sé que Dios está a mi lado y con Él estoy segura.

—¿Cuántas veces vas a llorar? —interrogó Eliana parada frente a mí con sus manos sobre su cadera.

—Las veces que sean necesarias —respondí rodando los ojos con una sonrisa, a la vez que quitaba las lágrimas de mis mejillas.

—Bueno como quieras, pero ahora tienes que cambiar esa cara y bajar; el taxi está por llegar —informó con la misma alegría que siempre tiene; salió de la habitación dando pequeños saltos y le seguí pero sin saltar.

Como hoy es mi última noche en este lugar, Eliana decidió que juntas visitaramos Christian Food, el restaurante al cual Declan me llevó; porque según lo que ella dijo, no puede ir sin mí.

—Este lugar si que...—empezó a hablar mi hermana, una vez que bajamos del auto, pero la interrumpí.

—Sí, es muy hermoso, pero vamos —la agarré del brazo derecho y la arrastre hacia la entrada. Mientras menos tiempo perdamos aquí, más rápido nos iremos a casa.

El lugar es muy hermoso y tiene una comida muy rica, pero yo no quería venir hoy; mi plan era quedarme en casa a recordar el pasado y despedirme de el, pero Eliana y mamá empezaron a insistir tanto que me hicieron venir.

—Mira que hermoso jardín —comentó a penas lo vio a través de la gran pared de cristal que hay en el fondo del lugar. La ignore y me acerqué a una mesa para sentarnos, pero ella continuo su camino hacia donde estaba mirando.

>>¡Ven! Vamos a tomarnos unas fotos—volteó a llamarme cuando noto que no la seguía. En ese momento quise rechistar, pero sé que ella no se va a rendir, así que de mala gana la seguí.

—Eliana vinimos a...—me detuve en seco cuando ví a mi familia, amigos y líderes aquí reunidos, con el jardín decorado y una gran pantalla en donde se está proyectando un collage con fotos mías junto a las siguientes palabras: "Buen viaje y que Jehová vaya contigo a donde quiera que estes."

Aliento de vida {borrador} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora