Muchas veces creemos que por el simple hecho de ser hijos de Dios ya no tendremos que pasar por momentos difíciles, cuando la realidad es muy diferente.
Mientras estemos caminando en este mundo vamos a ser he hados en el foso con los leones, en algún horno con el fuego más ardiente y podemos llegar a ser azotados por predicar la verdad de Cristo.
Pero no nos confundamos, no todos recibimos estas opresiones de manera física, algunas las tienen que recibir de manera espiritual.
Jesús, de antemano, sabía que las diversas pruebas que nos desafiarian nos podían llevar al borde de la desesperación. Por eso vemos en el libro de Juan, capítulo dieciséis en su verso treintaitrés nos dejo dicho: en el mundo tendréis aflicción pero confías, yo he vencido al mundo.
Luego de haber dejado a Eliana con su novio, Jane y yo nos fuimos a comer. Luego de ahí pasamos por el hospital antes de que se terminara el horario de visitas. Llegamos a la puerta de la habitación de Declan para encontrarnos con una gran parte del personal clínico dentro de la habitación, moviéndose alrededor de él, no sé cuánto tiempo pase mirando hacia la habitación pero vi como lo sacaron de allí, a toda velocidad, mientras alguien le suministra oxígeno de forma manual.
Me pegue de la pared y me deslice sobre ella hasta llegar al piso para allí pegar mis rodillas a mi pecho. No puedo escuchar nada más que los latidos de mi corazón y no puedo ver bien porque mis ojos se han llenado de lágrimas.
—Reacciona. —Jane pasa su mano frente a mis ojos.
La miré—. ¿Qué hago? —mi voz apenas es un hilo.
—Nada —negó con la cabeza y sonrió—. Solo puedes ir a sentarte en esa sala de espera, confiando en que Dios hará su obra y cumplirá cada una de sus promesas.
En ese momento pude escuchar la voz de Declan en mi cabeza: «Yo no me muero hasta que el propósito de Dios se cumpla en mi vida». Sonreí. Me pare de allí y me limpie las lágrimas.
—Vamos —le señalé el lugar por donde los doctores se fueron y camine con toda seguridad de que todo esto está en las manos de Dios.
Confío en que Dios no se ha olvidado de mi familia y sé que, aunque no le vea, él está obrando a nuestro favor.
Levante mi cabeza lo más alto que pude para hacerle saber al mundo de las tinieblas que ya no seré más su títere. Por mucho tiempo les permití gobernarme a través de las dudas, el miedo y las cargas pero ya ha sido suficiente. Soy hija de Dios y no tengo porqué cargar con algo que no me corresponde. Esta batalla está en las manos de mi Padre y por eso sé que ya está ganada porque él jamás a perdido una.
Al inicio Jane me acompañó a esperar fuera del área de cirugía pero se tuvo que marchar y luego llegó Lea. Ninguna comentó nada, tan solo estamos apoyándonos mutuamente en silencio.
Las horas pasaron lentamente, parecía que había pasado una eternidad; yo me encontraba dormitando sobre estas frías e incómodas sillas cuando sacaron a Declan del quirofano. Me pare rápido para colocarme junto a Lea.
—¿Cómo se encuentra mi hijo? —preguntó ella apenas vio al doctor.
El doctor, el cual se le ve cansado de trabajar, respondió de una forma seria—:
descubrimos que el paciente tenía una disección aortica por eso, para salvar su vida, tuvimos que realizar una intervención quirúrgica. Logramos salvarlo pero aún así tendremos que internarlo en el área de cuidados intensivos hasta que despierte pero las esperanzas de que esto suceda son muy pocas y si lo hace tiene una probabilidad muy alta de sufrir daño cerebral.Dicho esto el doctor, y la persona que lleva la camilla de Declan, se retiraron. Mi primera reacción fue seguirles pero al voltear a ver a mi suegra me dí cuenta que esta en shock. Ella se sentó en la silla y las lágrimas empezaron a salir.
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Aliento de vida {borrador}
Teen FictionCuando era una bebé mis padres me abandonaron, pero eso nunca me impidió ser feliz. Conocí a Dios desde mi niñez y me fue más fácil llevar las cargas de la vida. Durante mi adolescencia libre batallas de las cuales pensé que nunca iba a salir, a vec...