Catorce

261 33 10
                                    

Otro año más de campamento, otro año más donde sé que la presencia del Señor descenderá con poder, donde entraremos de una forma pero saldremos de otra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Otro año más de campamento, otro año más donde sé que la presencia del Señor descenderá con poder, donde entraremos de una forma pero saldremos de otra. Me encantan los campamentos porque cada año tengo una experiencia distinta con el Señor, y no sólo yo, sino también todo joven que va dispuesto a que el Señor haga algo con su vida; me encanta porque también puedo ver a mi generación apasionarse más por Dios y dejarse usar por el Todopoderoso.

—¡Vamos Elishia, apresurate! —exclamó Eliana cuando entre a la cocina ya cambiada y lista para desayunar.

—No me apresures, toma las cosas con calma que todavía hay tiempo de más —respondí sin pensarlo dos veces. Son las seis y media de la mañana y como siempre debemos estar a las siete y media en la iglesia; pero ya conocemos a Eliana, se vuelve más puntual de lo normal cuando se emociona.

—Eliana tranquila y ven a desayunar —hablo mamá poniendo sobre la mesa varios platos con tostadas francesas.

Como es costumbre, luego de que terminamos de desayunar ayudamos a mamá a fregar todo lo que ensuciamos, no sé que le dio a Eliana está vez porque en los últimos años ella ha desarrollado lo que es la paciencia, pero hoy se desprogramo entonces ha empezado a apurarme, pero como ya estoy acostumbrada, tome todo con calma. Al momento de tomar nuestras cosas y pasar el umbral para irnos, mamá nos detuvo, Eliana inicio a mover su pierna izquierda de forma rápida dando a entender que debía de apurarse, pero a mamá no le interesa si esta apurada, emocionada o no, simplemente hizo casi omiso a su nerviosismo e inició a hablar con calma.

—Compórtense, diviertanse pero de una forma sana —habló mamá recalcando la última palabra—. No hagan bromas fuera de contexto —miro de reojo a Eliana—, pero sobretodo disfruten de la experiencia que les brinda el Espíritu Santo, no lo limiten y déjense guiar por él —. Terminó de hablar con una enorme sonrisa, nos abrazó y nos terminamos de despedir de ella para seguir con nuestro camino hacia la Iglesia.

Como cada año, caminamos las cuatro cuadras que nos distancian de la iglesia, cada una con su respectiva almohada, maleta y una de las cosas esenciales, una mochila pequeña llena de chucherías. A pesar de que vamos cargadas ninguna de queja por tener que ir caminando ya que nos encanta disfrutar el resplandor del sol que apenas acaba de salir y el suave viento fresco que se siente tan bien al tocar nuestra piel. Lo más raro de todo es que el camino completo Eliana se la paso en silencio.

Poco minutos después llegamos a la Iglesia; todos se encuentran  haciendo fila para subir al autobús con el mismo sistema de todos años, cuando mencionan tu nombre, subes y te sientas donde quieras. Eliana y yo nos formamos al final de la fila y esperamos a que mencionaran nuestros nombres. Durante la esperame puse a ver los rostros de los presentes para ver cuáles de mis conocidos van a ir y también para ver personas que nunca en mi vida he visto.

—Más te vale que te sientes conmigo —amenazó Eliana a un lado mío. La mire un poco extrañada porque nunca me había amenazado con algo así y menos después de que empecé a salir con Declan, al contrario me amenaza diciendo que tengo que estar con él en dichas actividades.

Aliento de vida {borrador} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora