Un matrimonio al estilo de Dios es lo mejor que hay, pero nadie dijo que es fácil porque al fin de cuentas estas conviviendo con una persona que tiene una personalidad muy distinta a la tuya o a la de tu familia con la que estuviste acostumbrada a convivir. Es una persona que tiene mañas muy diferente a las tuyas y también te pueden molestar algunas de las cosas que hace, pero ese es el punto. Sabes que amas a una persona cuando a pesar de sus puntos débiles, a pesar de las cosas malas que tenga, estas dispuesta a seguir adelante y ser esa ayuda idónea que necesita.
Todo esto es un poco raro para mí porque nunca había convivido con un hombre, como saben en mi casa sólo éramos mujeres así que eso volvió un poco más complicado el asunto al momento de comprender, pero como Dios es nuestro guía, podemos solucionar las controversias que surgen.
Luego de la boda Declan y yo nos fuimos de luna de miel. En lugar de irnos a viajar alrededor del mundo o elegir algún lugar extravagante y lleno de personas, optamos por algo más relajado: una casa en la playa con una hermosa vista al mar. Esta era pequeña pero bastante moderna y sobre todo hermosa; sólo tiene una habitación con su propio baño con un jacuzzi dentro, una sala con grandes muebles y una televisión inteligente; una pequeña cocina sacada de una película, de estas que te motivan a cocinar.
La cocina tiene una puerta que da hacia la parte de atrás. Un pequeño espacio cubierto en madera con varios cheilones en los cuales te puedes sentar tranquilamente a mirar el panorama, no les da mucho el sol porque los alrededores hay grandes palmeras que brindan sombra. Más allá de todo esto se encuentra la playa, mi lugar favorito, desde la allí podíamos observar el azul del mar y lo que me encantaba de todo esto era sentarme todas las tardes a ver como los niños corrían y jugaban con el agua.
Fue una experiencia hermosa y llena de alegría, disfrutamos la casa lo más que pudimos, como si fuera de nosotros pero cuidandola al máximo. Lo único que podíamos pensar y repetir, cada día era: "no nos queremos ir de acá, es tan relajado y hermoso".
Pero no todo fue amor, disfrute de la casa y la vista que teníamos; sino que también pasamos nuestro tiempo con Dios, tiempo hermoso, sin desperdicio. Tal vez el Espíritu Santo no nos habló sobre el futuro pero si nos permitió sentirle, nos envolvió en su amor y fue algo magnífico el como yo terminé llorando mientras danzaba en el Espíritu y Declan hablando en lenguas celestiales.
—Fue un momento hermoso, quiero volver —comenté con un tono melancólico a la vez que me recostaba en su hombro.
—¿Y eso que tiene que ver con la película? —Declan frunció el ceño.
Hace dos días que llegamos a nuestra casa, pero hoy nos dejaron el día libre así que en lugar de salir decidimos quedarnos, pedir comida y disfrutar de una película a la vez que yo me acomodaba sobre él. La película que seleccionamos fue: cincuenta primeras citas. El lugar donde se desarrolla la historia es bastante cerca del mar, así que eso me hizo rememorar lo vivido en nuestra luna de miel.
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Aliento de vida {borrador}
Teen FictionCuando era una bebé mis padres me abandonaron, pero eso nunca me impidió ser feliz. Conocí a Dios desde mi niñez y me fue más fácil llevar las cargas de la vida. Durante mi adolescencia libre batallas de las cuales pensé que nunca iba a salir, a vec...