Veintisiete

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—La muerta ha resucitado —. Alcance a escuchar la voz de una de las enfermeras.

Me resultaron extrañas estas palabras porque en estos tiempos los muertos no andan resucitando. Además, ¿quién estaba muerta? En tan sólo unos pocos segundos mi mente ha empezado a crear diversos escenarios pero ninguno encaja con esta habitación.

Algo especial pasó aquí porque de lo contrario no habrían tantas personas reunidas.

A medida que avanzó puedo distinguir las diversas expresiones de las enfermeras y cada una de ellas está asombrada. Termine de pasar entre ellas y logre ver la atracción del lugar.

Mi madre sentada en la incomoda cama del centro médico. Ya la habían dado por muerta, nos habían dicho que perdiéramos la esperanza porque no íbamos a volver hablar con ella. Lo único que nos quedaba era esperar su muerte porque ya el cáncer se había dejado sus órganos sin función alguna pero Dios lo hizo otra vez y ahora mi madre está con las marcas que dejó la muerte sobre su cuerpo pero lo suficientemente fuerte para que sepamos que esto no fue obra humana.

Mi familia y yo nos quedamos de pie en medio de la habitación con la mayor sonrisa que una persona puede tener.

—Gracias Dios —susurró Eliana con las lágrimas corriendo por sus mejillas y Kai la abrazo por sus hombros.

Paul hizo lo mismo con Lea y Lily. Jane me miró y creí que iba a pasarme de largo pero no, ella me abrazo.

—Ves, Dios lo hizo otra vez y sé que, a pesar de ver lo contrario, va a pasar lo mismo con Declan.

Apreté más mi agarré alrededor de ella.

—Ustedes son los más raros, ¿no se supone que es a mí a quién deben de abrazar? —Mi madre se cruzó de brazos y negó con la cabeza.

Todos reímos y nos acercamos a ella para hacer un gran abrazo grupal.

—¿Cómo es esto posible?

Todos nos separamos para mirar a la puerta en donde se encuentra la joven oncologa con una cara de asombro.

»En mi corta trayectoria, como doctora, he visto situaciones milagrosas pero jamás había visto a alguien, técnicamente muerta, levantarse de la cama como si nada hubiera pasado. —la doctora apenas se ha movido de lugar por causa del asombro.

Mi madre se levantó de la cama y con una gran sonrisa tomó entre sus manos las de la doctora—: es que nosotros le servimos a Dios, quien hace posible lo imposible y da vida donde las personas gritan muerte.

—En verdad no tengo palabras —sonrió ella.

Mi madre iba agregar algo más pero se vio interrumpida por una enfermera—: doctora, la necesitamos en la habitación doscientos siete con urgencia.

—Vuelvo en un rato.

Luego de eso se fue corriendo por el pasillo.

Mi mamá volvió a mirarnos hasta que se dio cuenta de algo y su sonrisa se borro para dar paso a un ceño fruncido.

—Me falta una persona en esta familia, ¿dónde está Declan?

Todos voltearon a mirarme esperando por mi respuesta.

Resoplé—. El mismo día en que fuiste internada él recibió un disparo así que lo operaron y solo teníamos que esperar a su despertar. Lo hizo pero poco después tuvo una disección aortica y ahora está en la sala de intensivos.

La cara de felicidad que todos teníamos cambio por una de seriedad y, en el caso de Lea, de tristeza.

—Y tú, ¿cómo estás? —mamá me sonrió con ternura.

Aliento de vida {borrador} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora