Prólogo

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Pase corriendo lo más rápido que puedo por el umbral de las grandes puertas del hospital, me adentre en sus blancos pasillos y de una vez el fuerte olor a cloro entro en mis fosas nasales; siento mi respiración agitada a causa de que corrí desde el estacionamiento subterráneo hasta aquí, sumándole las inmensas ganas de llorar que tengo pero en estos momentos no me puedo permitir derrumbarme, mi corazón está totalmente acelerado y me cuesta respirar.

En mi interior voy pidiéndole a Dios que nada grave haya sucedido. Me detuve frente al pequeño recibidor, detrás de este está una chica de apariencia joven, su cabello es negro con bucles que a penas llegan hasta sus hombros, su cabeza está inclinada hacia abajo mientras escribe sobre unos papeles y de vez en cuando teclea en la computadora que está a su izquierda.

—Disculpe —llamé su atención y ella levanto su cabeza prestandome su atención, en su mirada puedo ver amabilidad y a la vez puedo observar que su rostro destila cansancio—¿Puede decirme en que habitación está Declan Barclay? —Mi voz salio ahogada.

—Espere —tecleo una vez más en la computadora—. Está en la habitación trescientos seis —una débil sonrisa se formó en sus labios, yo le respondí con un asentimiento de cabeza.

Continué caminando a paso apresurado por aquel pasillo hasta llegar frente a las puertas del ascensor, toque el botón metálico que esta junto a este para que el ascensor descienda hasta este piso; mientras espero a que este llegue mi mirada se dirigió hasta el fondo del pasillo en donde hay una gran ventana, a través de esta se puede apreciar la oscura noche y una calle desierta que a penas está iluminada por un simple farol. Me estremecí al imaginarme cuanto daño le pueden hacer a una persona en aquel lugar y tal vez nadie se de cuenta.

Un leve sonido llego a mis oídos, el cual indica que el ascensor ha llegado, volví mi mirada hacia aquella cabina vacía, a paso lento me adentre y con toda la calma del mundo presione el botón que me llevara al tercer piso, las puertas metálicas se cerraron y una presión en mi pecho empezó a crecer, comenzando así a sentir como que me estoy ahogando. Inhala, exhala —Me recordé a mi misma—. Mire hacia arriba cerrando mis ojos durante unos breves segundos, otra vez pidiéndole a Dios que nada grave haya sucedido; las puertas metálicas volvieron a abrirse invitándome a salir y con una gran calma —que hasta me preocupaba por la gravedad de la situación—, salí de aquella gran caja de metal para buscar la habitación trescientos seis. Segundos después me detuve frente a aquella puerta de madera, suspiré preparándome mentalmente para lo que sea con lo que me vaya a encontrar y en ese momento de aquella puerta un hombre alto con bata blanca, salió.

—¿Usted es familia del paciente? —Preguntó aquel doctor mientras mira los papeles que lleva en sus manos.

—Sí, soy su esposa ¿Qué paso?¿Cómo está? —Volví a inhalar y exhalar, tratando de continuar con la calma.

—Él recibir un tiro en el pecho, la bala no daño el corazón pero entro en una vena, tuvimos que realizar una intervención quirúrgica y logramos sacarla con éxito —informó con una expresión neutral—. Todavía está inconsciente pero estable, puede que despierte pronto, lo mantendremos en observación hasta que veamos que ya no hay peligro —intentó sonreír pero pareció más una mueca y se despidió.

Por fin entre a aquella blanca habitación, al ver aquella escena que me estaba esperando mi corazón empezó a doler, se fue rompiendo poco a poco hasta que termino totalmente roto y un vació comencé a sentir allí. Mis ojos se aguaron e intente continuar siendo fuerte por mi amado y por mi pero no pude, me termine quebrando; lágrimas salían de mi, una detrás de la otra sin parar y pequeños sollozos salían de mis labios.

Mi amado está acostado en aquella camilla inconsciente, pálido a causa de toda la sangre que perdió, está conectado a muchos cables y a un tanque de oxígeno; me tire de rodillas junto a él tomando su mano con delicadeza y con dolor en mi alma empecé a pedir al padre.

—Padre aquí estoy ante ti, te pido señor que traigas un milagro de sanidad para Declan, toma todo el control de esta situación rey—Continué clamando al cielo por un milagro, en busca de una respuesta, recordando aquellos momentos en donde eramos felices en los cuales habia pruebas y dificultades pero nunca hemos pasado por una que nos haya llevado al borde de la muerte hasta ahora.

Pero esto ni siquiera es el inicio de la historia y para entender algo hay que contarlo desde el principio...

Aliento de vida {borrador} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora