Veintinueve

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1 año después

En tan sólo un año nuestras vidas pueden cambiar mucho. En tan sólo trescientos sesenta y cinco días se pueden aprender muchas cosas como para escribirlas en un libro y enseñarles a otros para evitar que tropiecen de la misma manera.

Pero en estos momentos sólo les voy a decir la enseñanza que más me marcó y es: donde otros ven muerte y hacen un funeral, ahí es donde Dios ve vida, sopla su aliento y te llevar a celebrar la gran victoria, aún antes de verla manifestada en tu vida.

Esa parte la entenderán más adelante, pero siempre tengan pendiente que Dios es fiel y bueno todo el tiempo.

Días después de aquella campaña, Declan dejó de responder a los procedimientos médicos, por eso los doctores nos aconsejaron desconectarlo. Lo único que ellos esperaban era su muerte porque no había ningún destello de esperanza que pudiera ayudarle en su condición. Ante tales circunstancias una persona normal se hubiera puesto triste.

Por el contrario yo me empecé a sentir airada porque ya me había empezado a cansar de la opresión y de estar siempre metida en alguna crisis. Eso me llevó a cometer la mayor locura de mi vida. Nadie quiso ayudarme con esto así que solamente contaba con el apoyo de Eliana, la cual no estaba muy convencida de hacerlo pero a regañadientes lo hizo.

Ella logró crear una distracción, gracias a su habilidad como actriz, y eso me permitió entrar en secreto a la habitación de Declan. Allí, sin saber muy bien como hacerlo o que decir; tome agua y lo ungí, al mismo tiempo que intercedía.

Yo también esperaba que sucediera un milagro en ese mismo instante, deseaba que con sólo tocar su cabeza él se despertará pero no, las cosas no funcionan así. Lo único interesante que sucedió en ese instante fue que el personal clínico entró tirando de la puerta, sí, como en las películas cuando alguien se escapa. Esperando sacarme a la fuerza e inconsciente pero no tuvieron que hacer uso de ella porque salí como sumisa.

Dos días después, luego de haberle hecho saber a todo el mundo que no iba a permitir que lo desconectaran; mientras estaba sentada en la sala de espera junto a Eliana y Jane. Ví como Declan salió corriendo de la habitación. Él estaba mirando hacia todos lados, confundido porque no estaba al tanto de la situación; en cambio, las enfermeras estaban asustadas como si hubiesen visto algún tipo de fantasma.

Las chicas y yo empezamos a reír porque el chico andaba con la parte posterior abierta y, además, luego de ganar una fuerte batalla espiritual hay que carcajear bien fuerte como señal de victoria.

Pero ya eso es pasado y, como seres humanos, debemos de aprender a vivir en el presente.

En este momento estoy siendo parte de uno de los actos más hermosos de la vida pero el problema es que tenemos el tiempo encima, la situación no me está ayudando y yo tampoco le ayudo a ella.

—Ya los demás están en su posición —anunció Jane.

—No puedo creer lo que está pasando. —Sonreí, al mismo tiempo que empecé a sentir mis ojos picar por las amenazadoras lágrimas. Ella enarcó su ceja.

No tengo que tener la telepatía para saber que en estos momentos ella quiere sarandearme hasta que aprenda a no llorar en los momentos oportunos.

—Guarda tus lágrimas para el final porque ya te toca salir.

Noté como se muerde la lengua para evitar decirme alguna de sus duras palabras.

Ella me empujó con delicadeza hasta mostrarme al público. Al notar mi presencia encendieron las luces; coloqué mi mano frente a mis ojos porque por un largo instante estas me enceguecieron hasta que por fin le bajaron la intensidad y pude acoplarme.

Aliento de vida {borrador} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora