Pesadilla

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Capítulo 22

(Contenido fuerte, pido discreción.)

10 tortuosos días han sido desde esa tarde.

El azabache está en una locación desconocida e imposible de identificar. La única iluminación que hay viene de ninguna parte, hay un bombillo rojo oscuro, pero no puede verlo por ningún lado, es como si lo llevase consigo puesto camina a todos lados y la luz se mueve junto a él. No es deslumbrante, a penas puede ver unos dos metros a la redonda, desde donde esté posado. Está atento, expectante con todos sus sentidos al máximo, espera el ataque de cualquier ángulo. Reconoce esa clase de silencio amenazador, lo ha sentido muchas veces a lo largo de toda su vida.

Podría decirse que ha desarrollado un complejo paranoico, aunque bien justificado no puede tranquilizarse facilmente ni en su casa, pero ésta no es ni de lejos su casa. No hay nada, no hay esquinas, se ha paralizado en medio de la nada oscura y marrón. Por seguridad comienza a trotar, será un objetivo más inalcanzable encontrándose en movimiento.

De arrebato, un ruido le hace cesar sus pasos, eran quejidos, de una voz que le resulta familiar, agudizó su oído en designio de distinguir a quién le pertenece y de dónde viene. Era Josuke. Nada pudo preocuparle más ahora.

Corre hacia el destino, el origen de los gritos, a manera que se aproximaba se oían más y más fuertes. Exclamaba su nombre.

-¡JOTARO! ¡JOTARO!

-¡Josuke! ¡Voy por ti!

Derrapa en cierto punto, medio cae al suelo, estaba corriendo en una dirección ligeramente equivocada y retoma su camino, erigiéndose rápido. Discierne una blanca figura cerca ya, ahí estaba el muchacho.

Su cuerpo desnudo estaba levitando en la nada, en la penumbra casi absoluta, por la claridad de su piel la luz rebota fácilmente sobre ella y proyecta un aura luminiscente. Jotaro corre hacia él, luce asustado y no ha parado de gritar su nombre.

Frena de súbito, sintiendo peligro, como si se tratase de una trampa. Se jacta de que el joven no está flotando en el aire, más bien está siendo sujeto de las muñecas y los talones por gruesas líneas negras, no lucen como cuerdas, más bien parecen parte del vacío. En un segundo aparecen en el aire muchas más de estas líneas, estirando dedos vampíricos, ahora lo sabe, se tratan de largos brazos monstruosos, no logra distinguir al enemigo o al stand sin embargo debe estar por ahí, escondiéndose en la negrura. Retrocede unos pasos, aún así las extremidades no vienen hacia él, sino que se posan sobre el indefenso cuerpo que está al frente. Unas están sobre sus muslos, otras en sus hombros, en su cintura. Bajan y comienzan a tocar la intimidad del muchacho, una de esas manos cubre su boca, callando al pobre y otra se introduce por detrás de él, violándolo de manera espantosa en el acto.

El hombre estaba aterrado, sentía un pavor a carne viva, uno como nunca lo experimentó. Sus poderes no funcionaban, cayó sobre sus rodillas al ver las lágrimas correr en el rostro del pequeño, sin poder gritar, siendo absorbido y profanado de tal modo. Se estaba rindiendo ante esa imagen, la impotencia lo paralizó, no duró unos segundos más cuando esas líneas oscuras rodearon su cuello, tomaron su cabello y como arcilla antes de secar, separaron su cabeza del resto del cuerpo, bañando en sangre la capa blanca del sujeto en el suelo, incluyendo todo su rostro. Su pecho fue golpeado por el cráneo cercenado y cayó en sus brazos extendidos, aún congelado, lentamente baja su mirada. Su hermosa cara había sido desfigurado en una totalmente irreconocible. Grita.

Levanta su cuerpo en la oscuridad de su habitación, toca su frente, está sudando frío, tanto que las sábanas se estaban pagando a sus piernas y su torso desnudos. Está sólo como siempre y eso había sido un horrible sueño, una pesadilla.

-Maldita sea...

El sujeto enciende la lámpara a su lado y se coloca sus pantuflas para dirigirse al baño, encendiendo las luces de todo el pasillo. Restriega su cara con sus manos, recogiendo agua del chorro del grifo. Se mira al espejo y luego de mirar su rostro, se extraña de sí mismo al ver reflejada la imagen de sus muñecas, se había dormido con el reloj puesto, vio la hora y eran las 9 y unos minutos. Algo extraño le sucedía, además de las pesadillas puesto que era algo recurrente durante sus noches. Veía a sus seres queridos y personas cercanas morir siempre, frente a él, y siempre abría sus ojos antes de poder hacer algo, o cuando era irremediable todo y el miedo tomaba posesión de él. Eran monstruos, eran vampiros, era Dio, suicidios, los encontraba pudriéndose, entre otras desagradables escenas.

Se devuelve a su habitación, elige prendas más presentables pero casuales y se las coloca, peina su cabello húmedo y se pone zapatos. Enciende su auto y se apresura a salir.

Era hora aún de ir al supermercado, sus provisiones principales se habían terminado. Había revisado su nevera y alacena en una inspección rápida antes, ahora sabía exactamente qué comprar.

Leche, algunos cortes de carne, papas, huevos, vegetales, hierbas, té y café, algún antojo o botella nueva también.

Doblando por la esquina de unos estantes, distingue una figura mucho más pequeña que la suya, de característico porte, camiseta ombliguera, pantalón holgado y botines, con una bandana zigzagueada en la frente. El ojiverde echa un suspiro al verlo aproximarse por el pasillo, hacia él.

-Oh, las estrellas siempre evadiendo las multitudes, qué coincidencia.

-Tch...

Iban a encontrarse frente a frente, a lo que el azabache le saca la vuelta, y antes de pasar de largo, escucha cómo le habla en voz baja.

-Eres un sucio Kujo Jotaro. Mira que estar aprovechándote de Josuke. Yo te tenía respeto.

-No te le acerques. Conozco a las personas como tú.

-Uh... bastante tarde. Él es un chico. Si no lo quieres, lo puedo tener yo.

-¿qué le hiciste?

-Oh, yo nada, ¿daño?, por supuesto que no, o quién sabe. - Dijo ésto último insinuándolo con sus ojos entrecerrados.

-Infeliz... -En un arrebato de ira, Jotaro toma al más bajo de la ropa, apretandola con tal fuerza que logra levantarlo un poco del suelo.

-¿Qué me harás? ¿Golpearme? ¿Matarme? -Pregunta, conservando su calma.

-El mundo no perderá nada con un narcisista voyer menos.

-¿Y tú? ¿Qué eres tú?

El pelinegro se queda observándolo, en silencio, casi parecía que alguien había logrado callarle. Hizo crecer el ego del peliverde, todavía más, mira que ganarle a Jotaro Kujo también. Lo suelta de inmediato, sacudió sus ropas y siguió con su camino.

-Chao...

~~~

Jotaro se derrumba en su cama, mira hacia la misma sombra proyectada por la lámpara ornamental en el techo. Esa que tiene una curva pronunciada y le recuerda tantas cosas, sólo de imaginarse como alguien más puede estar tocando a ese muchacho lo consume. Verlo de esa manera en sus pesadillas fue horrible, ¿pero en la realidad? Piensa que nadie merece algo tan hermoso, incluso él.

[No puedo creer que ese niño sea tan tonto. Si le ha contado todo a ese maldito buscará sacarle provecho. Eres tan idiota Josuke... saliendo con él... tocándote...]

-MALDICIÓN -Gruñó fuertemente.

Jotaro se levantó, cayó sobre sus rodillas de frente a la cama y comenzó a golpearla con sus manos empuñadas, hasta lastimarse. Tomó su cara y comenzó a restregar con fuerza mientras seguía vociferando.
Una pesadilla no es verdad después de todo, y parece doler más la realidad, aunque sean sus propias decisiones.
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Baby~ [Jotaro x Josuke] [JotaJosu] [TaroSuke] Jojo's Bizarre Adventure YAOIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora