Locos.

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Capítulo 10

Era como si no existiese, todo estaba negro, era como cuando estas dormido y no sabes que lo estás. Así se siente estar muerto, pero no es la ocasión. Comenzó a sentir sus ojos, y con su uña meñique rascó su lagrimal izquierdo.

Lo último que recordaba es estar deslizando su dedo por la orilla del jarro de vidrio. Bailaba, bailaba con Okuyasu entre las mujeres que iban solas, compartiéndolas a ratos. La luz había sido cambiada por lámparas reflejantes y la tela de su traje se veía de un profundo rosa neón y los elásticos de su sexy camiseta que cegaba del brillo eran acariciados por un dedo femenino, una mujer que no conocía.

Recobró la claridez de su visión y reconoció estar en movimiento, dentro de un taxi en el asiento detrás del chofer. Faroles moviéndose. Una mujer dormida a un lado suyo, recargada en él y en medio de sus pies hay un cartón con cervezas.

[¿quién es ella? ¿qué es todo esto? ¿Dónde esta Okuyasu?] -Pensó, apenas pudiendo hacerlo.

Reaccionó rápido antes de terminar en un lugar desconocido y se reincorporó y preparó para hablarle al conductor.

-Em... ¿a dónde nos dirigimos? -Preguntaba el muchacho, tocando el respaldo del asiento de delante.

-A casa de Haru, soy su taxi de siempre. - Respondió el señor.

Josuke miró por la ventana de al lado, intentando reconocer algún lugar céntrico y cuando ésto pasa, le pidió al conductor que le bajese ahí y despertó a la joven, le quitó el cabello del rostro y bajó del auto, sin cerrar la puerta se dirigió a la atractiva mujer para dejarle un mensaje.

-Oye, yo... No puedo quedarme contigo, ten linda noche. - Le dijo con obvio acento de alcoholizado.

-Pero... Tú... - Le dijo la joven al rostro, tomando conciencia y acomodándose mejor en el asiento, aún embrutecida.

El ojilila cerró la puerta torpemente y ahora dirigiéndose a la ventana del señor, le empezó a hablar.

-Viejo, no lo conozco, pero si usted no la lleva a su casa sin tocarle un pelo, YO ME ENTERARÉ - Le advirtió, subiendo su tono de manera intimidante. - E iré por usted y se arrepentirá de haber nacido.

El hombre de mediana edad se asombró al presenciar cómo un rostro tan bonito se tornaba feroz al grado de parecer otra persona y asintió con su cabeza desesperado, y arrancó el taxi lentamente.

El alcoholizado joven había caminado unas cuadras ya, sintiéndose levitar, sus pies estaban anestesiados al igual que el resto de su cuerpo y no recordaba cuanto había recorrido y tampoco por dónde iba, pese a haber comenzado a caminar en una plaza que le pareció familiar, el alcohol no debaja que funcionase bien su brújula. Conectó unas dos cervezas del cartón que llevaba consigo, con las que había tomado anteriormente y se sentía algo más ebrio.

[¿dónde estoy?... Puta madre creo que estoy perdido] - Pensaba y mientras daba vueltas por esquinas y vio algo más familiar para él. [Ahí está ese puto residenshial... Como lo odio... Maldito, maldito perro...]

   En su etílico estado decidió entrar y buscar al hombre por el cual se lamenta. Caminó por las elegantes aceras, todas las casas le parecían iguales, veía como tenían dos o tres esquinas, moviéndose en su alucinación. Pero no podía estar tan perdido, después de todo es él, y encontró la blanca y fina casa.

Tocaba el timbre una y otra vez, enojado, con todo lo tenso que puede estar su dedo en su ahora poca fuerza.

Jotaro abrió sus ojos y despertó al escuchar el timbre tantas veces, se levantó de su cama de muy mal humor, pero sin responder con habla. Se colocó unos joggers y pantuflas y se dirigió al living room, a ver en la pequeña pantalla las imágenes de la cámara de seguridad. Tallándose el rostro y sin relajar su mal humor observó unos instantes la figura en su puerta, que dejó de tocar para estrellar su cabeza entre las rejas del portal, dando unos tres accidentados pasos hacia atrás para casi caer sobre su trasero. El rostro del adulto se alisó un poco al darse cuenta de quién se trataba y el estado en el que se encontraba y pasó de estar medio dormido a estar alerta. Salió por él tranquilamente, se puso en cuclillas frente a Josuke que ahora estaba sentado en el acera y sin dirigirle la palabra lo tomó de la parte trasera de las rodillas y su otro brazo lo colocó bajo su espalda, acomodando su mano en la axila del jovenzuelo, se agachó un poco más y con la mano con la que sostiene las piernas del joven, estiró sus dedos para tomar también el cartón de cervezas. Pasó el portal y lo empujó con la punta de su pies para cerrarlo, hizo lo mismo con la enorme puerta de madera y se adentró en la casa.

Baby~ [Jotaro x Josuke] [JotaJosu] [TaroSuke] Jojo's Bizarre Adventure YAOIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora