Baby~ [Jotaro x Josuke] [JotaJosu] [TaroSuke] Jojo's Bizarre Adventure YAOI

Altamar

Capítulo 28

[Vaya, nunca creí que una despedida por unos cuantos días sería tan emotiva. Es raro verlos a todos juntos así, desde hace mucho que no sucedía. Mamá está llorando y eso que es tan ruda todo el tiempo.]

-¡por dios! ¡mamá! Sólo me voy unos días, volveré pronto.

-Mi pequeño… - Se limpiaba las lágrimas. - Sé que estarás bien, eres un chico grande. Pero nunca me he separado de ti tanto tiempo.

-¡Me estás avergonzando!

A unos metros de distancia se encontraban sus dos compinches favoritos, Okuyasu y Koichi, riéndose con sus rostros cubiertos con el fin de no causar mucho escándalo con sus burlas

-¡Ustedes cállense! - Y los jóvenes tomaron rectitud ante el regaño hostil de su compañero.

-¿llevas todo? ¿Seguro? - Insistía Tomoko.

-Sí mamá…

Acontecía una mañana amena, sus seres queridos en la ciudad se encuentran todos reunidos con la emoción a viva piel, una despedida muy efusiva para tratarse de tan sólo lo que es. El adolescente rondaba a todos los presentes despidiéndose personalmente de ellos con abrazos y buenas energías. Rodeó a sus mejores amigos con ambos brazos, formando así un abrazo grupal, esa triada inseparable. El efusivo Okuyasu derramaba lágrimas y exclamaba que por favor no lo fuese a abandonar, que no se vaya a enamorar de Nueva York, ¡por favor! Y Josuke en ánimos de calmarlo la daba palmadas en la espalda y le prometía lo obvio.

Inclusive el mangaka se encontraba ahí, solitario como siempre, un poco cerca de los dos mejores amigos del muchacho. Cuando llegó el momento de recibir sus buenas vibras y despedirse de él, su mirada se posaba sobre el alto hombre que esperaba a Josuke lejos de todos los demás y cuando éste se acercó, Rohan volteó de inmediato, cambiando su semblante de desconfianza a una sonrisa imprevista. Podía notar al pequeño, que aunque más alto que él, seguía siendo un pequeño, con una sonrisa de oreja a oreja, en su inocencia sí cabían las sospechas acerca de los posibles celos del artista, sin embargo el eufórico momento no le permitía pensar en ello. Un sorpresivo pero correspondido abrazo por parte del ojimorado fue su adiós, hasta pronto.

Jotaro estaba al  fondo de ese muelle, a unos cuantos metros de la multitud, esperándolo. Llevaba una pequeña maleta negra deportiva, cargándola en uno de sus brazos y a un lado suyo en el suelo, estaba ya la backpack de colores pasteles propiedad del muchacho.

-Es hora, Josuke.

El jovencito trotó hacia el pelinegro, tomó su mochila, la colgó en su espalda y volteó una última vez hacia sus seres queridos, alzando su brazo y ondeando su mano para despedirse por última ocasión. Tomaron camino por el despliegue de madero del barco, y caminaron hacia el interior.

No era una embarcación muy grande debido a que enormes barcos nunca encallanm en el puerto de la pequeña ciudad de Morioh, inclusive en las vacaciones actuales de verano, las atracciones turísticas que atraían tantas personas aún así no eran suficientes. Las paredes del transporte eran blancas cuando habían llegado ya al área de pasajeros. Unas cenefas de papel con formas barrocas y con líneas azules claras adornaban el medio del blanco opaco de las instalaciones. Mesas con manteles color crema y centros de mesa sencillos conformaban el ambiente del lugar de espera del viaje. Claro, además del llamativo espacio visible de la popa con varias austeras y simples sillas de descanso.

[El señor Jotaro se mira tan despreocupado. Los grandes barcos deben ser algo tan cotidiano para él. Debe ser emocionante ser biólogo marino. Admito que me aterra muchas de las criaturas que estudia. ¿Qué le llamará tanto la atención? Siempre los veo aparcar, son tan grandes algunos de ellos, pero partir dentro de uno tan lejos como a Osaka es otro asunto muy distinto.]