Orgullo imperial: La dardo de plata Chi

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Estos cuerpos brutalmente amontonados como escombros, emiten un hedor producto de la mezcla de estos mismos.

Esperando que la esperanza no le pueda dar a nadie la libertad

~Al final de esta teoría tan vacía~

¿Todas las cenizas se dispersan?

El ego de las personas codiciosas se expande gradualmente.

¿Cuanta cantidad de sangre extendida debería estar perdiéndose?

Dulce miel es recogida por los muertos

Mira ésto, mira, también aquí

Bajo el colapsante hélice del anhelado momento

Esta noche, ella disparó con un arma de fuego débil.

Porque en las noches las luces crecen y ustedes se reflejan en este 'paraíso' que se les quitará.

Diaura: Imperial Core

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Las grises nubes se hacían presentes al igual que la lluvia no tardó en imitar su acción, las gotas caían sin parar, llovía como si se fuese a caer el cielo, pero algo tan trivial como eso no detuvo a los hombres guerreros de la tribu Amma, ocultos en el bosque de China todos ellos vivían cómo una comunidad sólo de hombres que practicaban las artes marciales que todos respetaban con reverencia y firme disciplina, los gritos de fuerza hacían eco mientras que su líder, Maito Gai observaba y analizaba, seria y meticulosamente como eran ejecutadas todas y cada una de sus indicaciones, pero, algo perturbó su meticuloso análisis, unos gritos algo, agudos, intentó percibir con más claridad aquel molesto sonido, grande fue su sorpresa al ver a esa niña.

Movía su pequeño y frágil cuerpo como podía, jadeaba de cansancio al igual que sus músculos parecían temblar ante el esfuerzo de seguir el ritmo de los demás hombres.

Gai conocía a la perfección el nombre de esa pequeña, más de una vez los hombres habían hablado de una enana que se hacía llamar la guerrera más fuerte, pero esto era tomado como una broma de mal gusto y un insulto a la fuerza de los hombres, por qué según ellos, una mujer jamás será tan fuerte como un verdadero hombre.

Gai: ¡ALTO!

Ordenó a lo que todos se detuvieron y agacharon la cabeza, la pequeña hizo lo mismo solo que su respiración era cada vez más irregular y agitada.

Gai: Tu...

Señaló a la pequeña de cabellos castaños que llevaba atado a dos moños que se estaban mal hechos y más con la lluvia, no se había percatado de que le hablaban a ella así que no levantó la cabeza.

Gai: Te estoy hablando...

Entonces uno de los que se encontraban junto a ella le susurró.

- Oye, enana, te hablan a ti.

La chica alzó la cabeza y al sentir como el maestro la observaba con poca aprobación se puso de pie inmediatamente.

Amor en Custodia 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora