Por fin, aterricé y fui a recoger mi equipaje. Busqué una cabina telefónica e introduje el número del mánager. Empecé a enredar el cable en mis dedos mientras notaba mis manos algo sudorosas.
???: Buenos días, habla con Andrew Loog Oldham. ¿Qué desea?
S: Am...soy Samala Hareishan, Brian Epstein me habló de usted. Dijo que quizás querría disponer de mis servicios como asistente.
A: Ah, sí. Brian me contó que llamaría, ¿se encuentra usted en Los Angeles?
S: Sí, acabo de llegar.
A: Bien, venga en cuanto pueda,-me dio una dirección que tuve que memorizar si no quería perderme-le presentaré a los chicos y hablaremos sobre su contrato.
S: Genial, mil gracias, señor. Ya mismo me pongo en camino.
A: A usted.
Colgué y salí a buscar un taxi.Llegué a la casa, no estaba demasiado lejos del aeropuerto. Di una vuelta sobre mí misma, observando que era un barrio muy distinto al de Liverpool.
Subí los tres escalones que separaban la entrada de la acera y suspiré antes de golpear la puerta con los nudillos, rezando para que fuera la correcta.
-Hola, usted debe ser Samala.-abrió un hombre rubio trajeado-Hemos hablado antes por teléfono.
-Sí, encantada, señor Loog.-le tendí la mano y la tomó para saludarnos.
-Por favor, pase.-se apartó-Siéntese, ¿le puedo ofrecer algo? Un té quizás.
-Sí, gracias.-sonreí pensando en lo amable que parecía.Cuando se ausentó, ocupé un lugar en el sofá negro que había en medio de la habitación frente a la TV. Era una sala de color blanco, bastante acogedora con dos ventanas que daban a la calle y una al jardín, a un lado se encontraba la cocina y un baño, al otro lado, una escalera de madera clara pulida. Entre las fotos que habían sobre las estanterías vi una de cinco chicos juntos y sonrientes. Supuse que eran ellos así que me quedé mirando la imagen por un par de minutos.