la fin du début

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Uno,dos.

Uno,dos.

Uno,dos.

Como odiaba el TIC TAC de aquel maldito reloj,repitiéndose dos veces a cada momento.

Su vida ya de por si era un desastre desde el momento en que lo perdió todo en un segundo.

Ahora se dedicaba a conservar las cámaras y cada fotografía que había pertenecido a su gatito.

Era inútil salir de aquel cuarto para ser consolado por sus amigos con un "todo estara bien" "la vida continúa".

Para él,realmente se había detenido por completo.

Aquella noche,cuando regreso a las mansiones con un listón amarillo envuelto en su mano,se dispuso a una sola cosa.

Matar a quien le arruino la vida en segundos.

Claramente,fue un logró para él,pero eso no le quitaba lo muerto de su interior en lo absoluto.

Las miradas de terror,el silencio producido,y aquel enorme charco de sangre repleto de trozos de carne.

Nunca se sintió tan bien terminar con alguien como en ese momento,más el problema no era el haberle matado.

El problema era que hacer ahora con su miserable vida.

Pensó en suicidarse,varias veces,por supuesto,pero no valía la pena el hacerlo,pues sentía que debía de ser castigado en vida y no tomarse un descanso con la muerte.

Lo que más le molesto fue la llegada de la primavera,trayendo con ella un nuevo florecimiento y lo que se supondría era una inmensa alegría despampanante.

Pero su primavera nunca más tendría sentido.

Cada noche se lamentaba en llanto y en un montón de disculpas a la nada,en una almohada que conservaba el olor que más extrañaba.

Sus mañanas eran monótonas,sombrías y tristes,donde miraba por la ventana como la vida continuaba despiadadamente.

Michiko era su mejor refuerzo,puesto que sólo iba con él para entregarle un plato de comida que ignoraba mientras podía,y luego se sentaba junto a el en la ventana,en silencio.

Le agradecía tanto el que no dijera nada.

Por las noches,podía escuchar en los susurros del viento aquella dulce voz,cantando en su mente con un perfecto francés y con risillas tontas,para luego perderse en la ilusión de estar bailando junto a el una vez más.

Lo extrañaba tanto que dolía.

Dolía con mucha intensidad.

Un día de esos,por la noche,una de las viejas cámaras se encendió,y solo se dedico a admirar la proyección.

Y realmente...lo que importaba no era la imagen ni quien estaba en ella,sino quien la tomaba.

Podía imaginarlo a la perfección,sonriendo mientras tomaba una foto perfecta,sin reconocer en si mismo la perfección.

Y su tristeza solo se expandía más ante lo intangible de un sentimiento doloroso.

Aveces bailaba en solitario,aveces cantaba con la voces en su cabeza,y aveces solo observaba viejas fotografías perfectamente tomadas.

Otros días,tan solo leía las cartas que le había entregado alguna vez.

Y,en algún momento,luchino el antiguo amigo de joseph,también empezó a visitarle con michiko.

Era un sujeto bastante agradable,se arrepentía de vez en cuando de haber tenido celos de él al verle hablar con joseph.

En otros momentos,en su soledad,admiraba el moño amarillo por horas,recordando cuanto amaba el llevarlo puesto.

en algún momento,Carl Aesop había decidido también visitarle,pareciendo querer decirle algo,pero paralizado por el miedo callaba,y terminaban quedandose en silencio sin dirigirse la mirada.

Cada visita que hacia se esforzaba más en decirle algo,obteniendo el mismo resultado.

Lo odiaba,por supuesto,y le molestaba de sobre manera que fuera a entrometerse en su agonía como un intruso,sin derecho.

Más no tenia fuerzas para dedicarle su odio.

Esa vez fue diferente,de cierto modo,cuando el embalsador llego tomado de la mano con naib subedar,al parecer le producía mucha más confianza.

- y-yo...lamento mucho lo de joseph y...quería remediar un poco de mi error anterior contigo - deseaba que se callara,no tení ganas de escuchar como le tenia lastima - p-por eso...uhm...yo...yo... - que malditamente desesperante era aquel tipo al hablar.

Hubo silencio un momento,mientras esté temblaba de miedo ante su mirada atenta,mira que a de tener huevos para presentarse ante él en tal estado,eso lo admiraba.

- Carl - subedar pareció apretar un poco más la mano de el molesto embalsador,mientras lo miraba con la paciencia que ciertamente el no ocupaba.

Carl Aesop tomo aire,dándose confianza así mismo para terminar de una maldita vez lo que quería decir.

- ¿puedes venir con nosotros? - aquella pregunta le sorprendió un poco,y pensaba en negarse rotundamente.

Más no se negó,pues sus miradas parecían serias y decididas.

Suspiro,no tenia nada más que perder,literalmente.

Se vio en un recorrido por la mansión,notando de apoco como la mayoría se encontraban allí,concentrados en un punto en común.

La sala de estar.

Su confusión fue más pronunciada cuando vio un ataúd en medio del bullicio,cerrado.

El embalsador se abrió paso hasta dicho ataúd,abriéndolo y dejándolo en una gran sorpresa.

Se acerco,a paso lento,admirando como una joya el interior,y con innegables lágrimas saladas amenazando con salir y darse una travesía por sus mejillas.

Acaricio el rostro,con delicadeza,admirando tan perfecta obra maestra.

- solo necesita algo que le haya pertenecido - hablo,bastante rápido y nervioso el embalsador.

Sobo sus ojos despertando de su ensoñación,recordando que traía con sigo el amarillento listón.

Lo desato de su mano con cuidado,y lo colocó con total delicadeza justo como lo recordaba.

Aquel cuerpo tomo color,azules,dorados y un precioso blanco con mejillas y nariz rosadas.

El cabello,blanquecino y a la vez plateado,resaltando con tan hermoso listón.

Y finalmente,unos preciosos ojos azules abriéndose y mirándolo fijamente,mientras unas delgadas piernas cubiertas por botas negras de detalles dorados se acercaba a él,con elegancia,y dejándolo con el corazón en la boca.

- ¿jack? -

Tan hermoso como le recordaba.

No le importaba que estuviera sorprendido cuando se abalanzo a abrazarlo,con tanto anhelo,sin pensar en ir a soltarlo en ningún momento.

Con las lágrimas desatándose,y siendo correspondido poco a poco por aquellas delicadas manos de porcelana.

Se sentía tan agradecido de volverlo a ver.

Lo único que le restaba,era dedicarle unas palabras que creyó nunca poder pronunciar.
















ɮɨɛռʋɛռʊɛ,ʍօռ aʍօʊʀ




















ғıň

քʟaʏ ✿ƒ ɦʊռtɛʀs {°•IDENTITY V•°}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora