11- motivaciones

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SAM

– ¿Aún no a aceptado? –le pregunté a la madre de Sarah, quien suspiró al otro lado de la linea telefónica.

– Aún se resigna a trabajar para ti –dijo con la voz apagada– pero no me daré por vencida, mi hija estará a salvo –habló decidida.

– Está bien, confío en que la convencerá –le dije decepcionado. Luego de cortar la llamada, solo me recosté en mi asiento giratorio, suspire profundamente y una vez más me enamoró aquella actitud tan independiente y defensiva. Joder ¿qué haré si le ocurre algo a esa chica que ya es una preciosa y fuerte mujer? No podría vivir con esa culpa.

– Señor Whirlan –entró mi asistente– el señor Makavitt quiere hablar con usted –dijo con una sonrisa seductora. Ya me había cansado de que intente seducirme.

– Hazlo pasar –le ordené acomodando mi escritorio, que tenía varios papeles desordenados.– señor Whirlan –entró el agente Ted a mi oficina. Me coloqué de pie para estrecharle la mano.

– Agente Makavitt –le devolví el saludo– tome asiento –le pedí señalando uno de los sillones de cuero negro que estaban frente a mi escritorio– espero que me haya traído buenas noticias –dije de mala gana. Él solo suspiro.

– No encontramos nada en el departamento de la señorita Elmor, no hay huellas,ni cabello, nada para poder identificar al tipo –habló serio. Mierda.

– ¿Y qué hay de las rosas y las notas? –le pregunté hecho una bola de fuego por la furia que tenía de no poder saber quien era el maldito.

– Sobre las rosas, sabemos que pueden provenir de cualquier lado de la ciudad, pero la nota, la forma en que hace las hondas de las letras, indica que tal vez tuvo o está lesionado su mano derecha o lo más probable es que sea surdo –informó  mirándome atentamente.

– ¿Y cómo entró al departamento? –

– La entrada no fue forzada, ni tampoco las ventanas, aquel tipo tenía una copia de la llave –dijo como hipótesis, la cual era probable.

 – Necesito que investigues al chico, el tal Daniel, quiero saber a donde va, donde trabaja, sus compañeros y amigos, familiares cercanos y sus antecedentes, lo quiero para mañana , ah y también los nombres de quienes viven en el edificio –le ordené. Él solo asintió y luego se retiró. Seguramente de el idiota de Daniel fue de quien consiguieron la llave. Maldito seas.

– Señor –entró nuevamente mi asistente.

– ¿Qué quieres Cristal? –le pregunté de mala gana. No estaba de buen humor y juro por Dios que si intenta seducirme la despido.

– ¿Necesita que le traiga algo? –preguntó inocente, avergonzada por molestarme, e incluso ruborizada. Oh me encantaría volver a ver a Sarah ruborizarse.

– Que me dejen de molesta –le hablé entre dientes. Ella solo bajó la mirada y salió de mi oficina. Putas, siempre.

Estaba cansado, muy cansado, pero no pararé, no lo haría jamás, por Sarah . Llegué a casa desmoronado, no podía estar tranquilo ,no lo lograba, así que me monte en el auto de Rosa, quien amablemente me lo prestó, solo para no llamar la atención, debía ser cuidadoso al hacer estas cosas. Estacioné frente al edificio donde Sarah vivía actualmente y esperé a que algo sucediera, vigilando el lugar donde la mujer que una vez me amó, vive encerrada y asustada. Me quedé allí durante un largo rato, viendo su ventana, pensando en como la tenía tan cerca y no lograba tocarla. De pronto la vi salir, caminó calle abajo, la seguí hasta que entró a una especie de supermercado, estaba bastante cerca del edificio. Luego de un rato, salió del local con un par de bolsas en sus manos, se veía tan bella, se veía tan asustada. Es Sarah joder, se me hablando el corazón recordar todos los años que pasé sin verla, ni saber de ella. Puta vida, pensé antes de suspirar y pasar mi mano por mi larga melena oscura. La seguí con la mirada hasta que desapareció calle arriba. Cariño, por favor, se parte de mi otra vez, no logro estar tranquilo, no lo logro joder y eso me molesta y mucho, entiendo que me odies, pero te necesito. Sin hechar atrás ése sentimiento de necesidad, bajé del auto y caminé tras ella, viendo su caminata lenta, hasta que me detuve al verla parar de golpe, me escondí detrás de una cabina telefónica al notar su intención de voltearse. Joder ¿por qué te escondes? Sé valiente y enfrenta estos jodidos sentimientos. No podía ,simplemente me acobardé y volví al auto, no podía hacer eso ahora, no aquí, no en esas condiciones. De repente mi teléfono sonó sobresaltándome.

Mi Amor Eterno : Ayer, Hoy Y Por Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora