SARAH
Desperté gracias a unas dulces caricias en mi espalda desnuda. Me removí y al verlo sentado en el borde de la cama con esa impecable sonrisa, supe que no quería despertar en otro lugar en el que él no se encuentre.
— ¿Irás a trabajar un sábado? —le pregunté al verlo con una camisa blanca.
— Debo atender algunos asuntos, no tardaré —me tranquilizó. Sonreí inconscientemente— ¿quieres desayuno? —preguntó tocandome por encima de las sábanas.
— Una taza de café estaría bien —solté un risita al sentir su pellizco en mi pezón.
— Te lo traeré —aseguró antes de salir de la habitación. Me quedé un momento allí, con una sonrisa, con un sentimiento llamado felicidad.
Me coloqué mi ropa interior después de hacer mis necesidad. Me paré frente al espejo viendo mi cuerpo, buscando imperfecciones. Pero no las encontré, me sentía tan segura de mi y sabía que era por él, me hacía sentir como la mujer mas hermosa del mundo. Hasta que noté los moretones en mis glúteos. Joder, como odiaba lo débil que era. Sam entró a la habitación y me arrojé a la cama sin pensarlo. Traté en todo momento de ocultarlos cuando se acercó a mi y me entregó la taza de café.
— ¿Harás algo hoy? —me preguntó coqueto.
— No lo sé ¿tú qué harás después de atender los asuntos de trabajo? —intenté disimular.
— ¿Y si salimos a cenar? —se acomodó la corbata.
— Me parece buena idea —comenté.
Me quedó viendo mientras bebía el café, lo observé con gracia. Comenzó a tocar mis piernas por encima de las telas y sin previo aviso, me la arrebató, dejándome en ropa interior. Me quitó la taza lentamente y la dejó en la mesa de luz.
— Levántate —me pidió.
— ¿Por qué? —pregunté nerviosa.
— Levántate —volvió a ordenar.
— Tienes que ir al trabajo, no hay tiempo para jugueteos —le dije intentando ser firme.
— Siempre tengo tiempo para ti —soltó con dulzura. Aunque me derritió el corazón oír aquello, no pude dejar de pensar en los moretones. Su mano ascendió de mi pie hasta mi muslo y se perdió dentro de mis bragas. Gemí sin pensar.
— Sam —intenté alejarlo pero fue imposible, el placer que sus dedos me otorgaban era tan delicioso que no tuve otra salida que solo disfrutar. Pero entonces, llegando al paraíso, se detuvo. Lo miré enojada, pero él solo sonrió— ¿por qué? maldición —me quejé.
— Porque me gustaría que supliques por tu orgasmo —soltó acariciando mi mentón.
— ¿De verdad crees que suplicaré por un orgasmo, cuando yo misma puedo darme ese placer? —lo desafié y por último, mordí su dedo índice. Sonrió con lujuria mientras frotaba donde lo había mordido.
— ¿Podrás darte placer con las manos esposadas a la cama? —preguntó seductor. Mi sonrisa desapareció y la suya se convirtió en una carcajada. De repente me tomó de las piernas y me subió a su hombro como costal de papas , justo en ese momento se quedó estático percatándose de los moretones.
— ¿Sam? —pregunté asustada por su reacción. Me bajó con suma delicadeza y sus ojos impactaron con los míos, no supe si estaba molesto o que, su rostro se mantuvo serio.
— ¿De verdad quieres esas cosas en tu piel? —habló con lentitud.
— Estoy bien, no duelen —quise retarle importancia.
— Vístete —me ordenó caminando a la puerta.
— De verdad estoy bien —subí el tono para que entendiera, pero salió de la habitación dando un portazo. Me vestí y luego bajé, pero él ya se habría ido.
El día estaba bonito para salir a caminar, así que decidí ir con mi mejor amiga.
— Iremos a una discoteca y no me interesa lo que diga el señor mandón —dijo ella ni bien comenzamos a caminar.
— Está bien —fue lo único que dije al respecto, porque sabía que Sam no interferirá en cosas que tenga que ver con Daniel, mucho menos ese día que era precisamente su cumpleaños.
— Daniel ha pasado mucho tiempo con esa pelirroja, ya se ha olvidado de nosotras —comentó malhumorada.
— Eso me suena a celos —la acusé sonriendo.
— Obviamente que estoy celosa, no quiero verlo con ninguna mujer que no sea nosotras —soltó exaltada.
— Déjalo, es la primera vez que lo veo así, en verdad lo hace feliz —dije pensando en nuestra conversación el día en que Charlott llegó a la ciudad.
— Tienes razón ya no diré nada —aceptó. Dimos un par de vueltas y luego nos despedimos. Pude notar la camioneta que me seguía lentamente a mi a par, pero sabía que eran los guardaespaldas de Sam. Llegué a casa agotada ,eran alrededor de las 5 de la tarde, tenía a penas 3 horas para alistarme, así que comencé duchándome. Al estar colocándome los aretes escuché que Sam había llegado, pero no entró a la habitación. Supongo que seguía molesto por los moretones.
Fui a su oficina y allí estaba, en camisa y cansado. Entré haciendo sonar mis tacones, me acerqué a su escritorio mientras su mirada estaba perdida en los papeles.
— ¿Te gusta mi vestido? —pregunté inclinándome hacia delante apoyando mis manos en la fría madera, dándole una buena vista de mi escote. Su mirada fue directo a allí haciéndome sonreír, pero luego volvió a bajar a sus papeles.
— ¿A dónde vas? —me preguntó con su voz rasposa y amarga.
— Iré a una discoteca, es el cumpleaños de Daniel —le informé y al oír aquel nombre me miró al fin a los ojos. Noté su desagrado. Rodé el escritorio y me coloqué detrás de él, giré su silla hasta tenerlo de frente, me senté a horcadas sobre sus piernas dejando que el vestido subiera y lo miré directo a los ojos— ¿qué debo hacer para que dejes de sentir celos por Daniel? —pregunté seria, olvidándome de que estaba molesto por los moretones. Él me observó un instante hasta que me besó y con aquello se borró todo, mi cabeza se concentró en sus labios y cómo mi vestido dejó al descubierto mi trasero, el cual no tardó en ser manoseado.
— Casarte conmigo —me respondió casi sin aliento. Mi corazón se detuvo por un milisegundo ¿casarnos? ¿de verdad quería casarse? .
— Creí que odiabas el matrimonio —hablé tartamudeando. Mi corazón aún estaba al máximo ,sus palabras fueron millones de mariposas en mi estómago.
— Lo odio, pero me tranquilizara saber que tienes un anillo que simboliza que eres mía completamente, así ningún baboso se te acercará a ti —sonó tan decidido que me paralizó los músculos de la emoción.
ESTÁS LEYENDO
Mi Amor Eterno : Ayer, Hoy Y Por Siempre.
RomanceSEGUNDA TEMPORADA DE " MI AMOR PELIGROSO" Sam había pasado 4 años queriendo llenar aquel vacío que dejó su primer amor. Su ambición lo llevó a ser un hombre solitario, temido muchas veces, aunque para él, eso no era nuevo. Pero había algo dentro que...