34 - Cumpleaños

215 13 0
                                    

SAM

Ella me miró como si lo que le había propuesto fuera una completa locura.

— ¿Casarnos? —preguntó poniéndose de pie.

— Si ¿algún problema? —pregunté también poniéndome de pie y con el ceño fruncido hacia su reacción. En mi interior siempre creí , que me diría que si ,sin si quiera pensarlo.

— No ninguno, pero...¿no crees que somos muy jóvenes? —opinó desviando su mirada.

— Tú me amas y yo te amo, eso es lo único que importa o ¿a caso hay algo que te lo impide? —su breve silencio me dio una señal.

— No es eso —dijo inquieta.

— ¿Entonces? —seguí presionando y su teléfono sonó.

— Debo irme, ya vinieron por mí —se acercó y me dio un pequeño beso en los labios— hablaremos mañana ¿si? —yo ni me inmute y eso la desconcertó. Cuando se fue me quedé en la oficina trabajando para poder tener una semana tranquila y también para distraerme. Jorge, el hombre que contraté para que cuide a Sarah, me llamó.

— ¿Qué pasó? —contesté preocupado. A penas eran las tres y media de la mañana.

— Jefe, creo que su mujer está bebiendo de más —me informa. ¿Sarah bebiendo?.

— Está bien, sigue vigilando —le indiqué antes de cortar, comenzé a llamarla pero no atendía, aquello me enfureció. Así que dejé todo y fui a buscarla. Al llegar al antro estaba repleto de gente, le avisé a mí empleado que estaba allí y no tardo en encontrarme. Me dijo que estaban cerca de la barra. Comencé a buscarla, hasta que la vi. Bailando como loca con su amiga, quien al parecer estaba en el mismo estado ¿dónde putas estaba Daniel? Debería de estar cuidándolas. Me acerqué y su amiga me vio primero.

— Mirá, el señor mandón vino de antro —dijo riendo. Pero Sarah al verme trató de disimular.

— Vámonos, no debería estar bebiendo tanto —le dije a su oído tomándola de su mano, pero ella se resistió.

— No, me estoy divirtiendo con mis amigo —dijo haciéndome ojitos. Entonces llegó Daniel con dos tipos más y su novia. Ellos me miraron con desaprobación.

— Entonces me quedaré —le dije y ella me sonrió, pero yo solo miraba mal a Daniel y sus amigos.

— ¿Bailas? —me preguntó abrazándome por mí cuello.

— ¿Tengo cara de que sé bailar? —le pregunté haciéndola reír.

— entonces...solo disfruta —dijo volteando y dejando su trasero pegado a mí. Aquello me tomó por sorpresa. Comenzó moviendo lentamente sus caderas al ritmo de una canción que por desgracia mía era muy provocadora. Dejó caer su cabeza en mí hombro y pude ver perfectamente su escote, llevó sus manos a mis hombros y sus movimientos eran más sensuales. Me estaba matando. Apreté ambas manos en sus caderas para detenerla. Pero ella no cedió, me las quitó y la puso en las mías ,déjandome a merced suyo. Minutos después, en los que rezaba a Dios, ella se voltea— ¿te gustó? Parece que si —dijo riendo, porque sentía mí dureza.

— Vamos a casa —le dije tomando su cintura.

— Está bien, déjame despedirme de Daniel —pidió separándose de mí. Cuando lo hizo Daniel me observó molesto. Es mí mujer maldito idiota, se supone que debiste haberla cuidado. Si conoces a Sarah sabes que solo una o dos copas y ya es suficiente.
De camino a casa ella se mantuvo sería.

— ¿Estás bien? —le pregunté. 

— ¿De verdad quieres casarte? —me preguntó de repente.

— ¿Porque no? —

— Pues no es solo casarse y ya, eso hay que tomarlo con calma y seriedad —incluso ebria era tan recta.

— Lo único que importa es que nos amamos  y que quiero compartir mí vida contigo —le dije aunque sabía que seguro no lo recordaría, ella me sonrió.

— Eres tan tierno —dijo casi como burla. Cuando menos lo esperé posó su manos en mí muslo— ¿no le molesta verdad señor Whirlan? —dijo apretándome. No resistí mas ,entré en un estacionamiento vacío y detuve el auto.

— ¿A caso me quieres enloquecer? —le pregunté molesto. Ella sonrió y se quitó el cinturón, se acercó a mí y me beso, un beso muy caliente— no —traté de razonar— estás ebria, en ese estado... —me interrumpió quitándose su braga y dejándola en la aguatera— Sarah mierda porque me haces esto —me quejé.

— Porque te amo —me susurró colocándose sobre mi— y será mejor que aprovechemos, porque sobria no lo haría —y con eso bastó para besarla frenéticamente y entre risas me quitó mí camiseta, eché hacía atrás el asiento y bajé mis pantalones, sin decir nada ella misma hizo que entrara. Estaba tan mojada y caliente que reze para no correrme antes. Su caderas se movían a un ritmo suave y tortuosos, no podía hacer nada ella tenía el mando y eso era lo peor. Comenzó a besar mí cuello y fue la gota que rebalsó en vaso. La tomé de su precioso trasero y la eleve un poco y fui yo el que se movía, a mí ritmo. A ella le gustó y enseguida sentí como se corrió, su grito de placer fue el detonante para mí. Sarah me miró a los ojos y sonrió, una sonrisa de pura satisfacción— creo que ensuciamos tu auto —dijo soltando una risita traviesa, la cual seguí. Al estar en casa nos duchamos juntos y paso nuevamente. Juro que jamás me cansaré de escucharla disfrutar y de saborear su cuerpo completo. Estoy enviciado de su ser, de su sonrisa ,de su forma de amarme, de como cuida de mí.

Quiero ser su todo, como lo es ella para mí.

Al estar al fin ella en la cama dormida, fui a ordenar los papeles que dejé. Cuando lo hice no perdí la oportunidad y tomé mí libreta, dibujé lo que había pasado en el auto y lo guardé, como un recordatorio, para que no quede solo en mi mente.

Mi Amor Eterno : Ayer, Hoy Y Por Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora