23 - Terapia

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SAM

Estaba más distraído que de costumbres, me sentí un asco, me sentía mal por lo que pasó en aquel bote, por sus palabras, por aquella respuesta. La oficina estaba silenciosa, los papeles delante de mi estaban desordenado al igual que mi cabeza. Decidí salir a tomar un poco de aire. Rosa tenía razón estaba demasiado tiempo en la oficina, hoy debería de estar con Eliot, pero Emily me dijo que tenían una cena con los padres de Héctor, no dije nada al respecto, no estaba con mucho ánimo, el pequeño se aburriría conmigo por el estado en el que estaba. Entré a una tienda y compré un paquete de cigarrillos. Había dejado de fumar hace años, pero era lo único en esos momentos que podía relajarme. Fui a casa y me derrumbé en el sofá, viendo la televisión encendí el primer cigarrillo, el humo inundó mis pulmones y en seguida me sentí mejor.

— ¿Estás fumando? —oí a Matt. Siempre llegando cuando menos te lo esperas, me arrepentí de haberle dado una copia de la llave. Quería estar sólo, ahogar ese dolor en alcohol y cigarrillos.

— ¿No es obvio? —contesté apagando el cigarrillo en el cenicero.

— Lo has dejado hace años ,pasó algo muy loco como para que vuelvas a fumar ¿es Sarah? —interrogó sentándose junto a mi.

— Lo prefiere más que a mi —fue lo único que dije encendido el tercer cigarrillo.

— Vaya ¿y le crees? —me preguntó atento.

— No lo sé, pero comparándolo conmigo, él es mejor en muchas cosas —

Matt se sorprendió ante aquello. Era difícil aceptar que ese tal Daniel era mejor que yo en varios aspectos, mucho más en cosas relacionadas con Sarah.

— ¿Vas a rendirte? —volvió a preguntar.

— De que vale si ella siempre seguirá eligiéndolo —hablé con un nudo en la garganta.

— Necesitas relajarte un poco —dijo de repente sacando una pequeña caja de metal del interior de su chaqueta. Matt consumía marihuana, pero rara vez lo hacía, cuando estaba abrumado o cuando estaba demasiado cansado— no quiero que te enredes en ésto, pero creo que lo necesitas urgentemente, solo deja de pensar en eso un momento y relajate —dijo sacando un porro ya armado. No lo pensé y solo accedí. A los pocos minutos sentía mis ojos hinchados y secos. Nos pusimos a ver videos graciosos y no parábamos de reír como idiotas, me sentí muy pacífico, mi cabeza daba vueltas y todo me causaba gracia, era obvio que eso era mejor que el alcohol.

Después de unas horas, me tiré en mi cama, mientras Matt se quedó dormido en el sofá.

— Joder Sarah ,quiero que estés aquí —hablé para mi mismo y caí dormido. Eso de las 5 de la mañana desperté por una pesadilla, mi cabeza aún daba vueltas y sentí mucha hambre de repente. Bajé a la cocina y comencé a comer todo lo que encontraba, hasta que pensé que ya estaba satisfecho.

— Es normal los ataques de hambre —Matt entró con su cabello alborotado— te ves fatal y no hablo por los efectos secundarios de la marihuana —se apresuró a aclarar.

— Estoy bien —dije restregando mis palmas en mis ojos.

— No parece —comentó serio.

— ¿A quién le importa cómo estoy? De todos modos soy un hijo de puta estando bien o mal —dije con evidente malhumor.

— Fingiré que esa pregunta no hirió mis sentimientos —dijo con una mano en su pecho dándole drama a sus palabras, lo cual me hizo sonreí— eres mi hermano ¿crees que a mi no me importas? —preguntó molesto e indignado— levanta tu culo, vamos —me dijo tomando mi brazo y me arrastró hasta el gimnasio.

— ¿Qué mierda hacemos aquí? —pregunté. Como loco ,Matt tomó los guantes de boxeo y me los arrojó a la cara.

— Te haré una cita de terapia física, ahora peleemos —me retó.

— ¿Estás seguro? —le pregunté con una sonrisa arrogante, a lo que él rió. Nos pusimos los guantes y comenzamos a lanzarnos golpes y patadas.

— Eres un idiota —soltó con enojo.

— Ya —fue lo único que dije, no quería hablar sobre eso mientras boxeabamos, sabía que perdería el control.

— Ere mi mejor amigo —siguió con un golpe a mis costillas— sé que la necesitas, que la quieres, pero quiero saber una cosa ¿además de malhumorado e hijo de puta eres tonto? —me golpeó con fuerza en el estómago.

— Basta ,harás que me enoje —le dije proporcionándole un puñetazo en su estómago, como si aquello le advirtiera lo que podía pasar.

— No me importa, responde la pregunta —habló con su respiración agitada. Me lo quedé mirando mientras intentaba saber cual sería su próximo movimiento.

— ¿Me vez cara de tonto? —le pregunté ya furioso. Le lance golpes tras golpes, pero él logró esquivarlos a cada uno de ellos. Me enojó no poder darle su merecido.

— No, pero si fueras un poco inteligente no te rendirías en tenerla otra vez —me tiró al piso.

— Ella ya tiene a otro, no puedo hacer nada si lo quiere más que a mi, además de que me ausenten de su vida durante 4 malditos años —dije a penas ya que me tenía contra el piso, en una perfecta llave.

— Porque creíste que eso era lo mejor —hizo una pausa — joder la tienes frente a ti y no te atreves a decirle cuanto la quieres —me soltó.

— Para ti es fácil decirlo, tú no eres un puto narcisista, no tienes problemas en decir lo que sientes —respiré. Envidiaba a toda la gente así, que no tenía problema alguno en decirle a alguien que lo quería, o que aprecia su presencia, o esas estupideces que se dicen cuando tienen un corazón noble, que no carece de bondad o amor.

— Sarah puede ayudarte en eso y lo sabes, aún así quieres dejarla, cuando puede cambiar a la bestia que eres —Matt tenia razón, tenía toda la maldita razón ,pero ya había tomado mi decisión en dejarla vivir su vida.

— No importa, ella está bien sin mi —me rendí. Matt se enfureció y me dio un tremendo puñetazo en la cara, intenté devolvérsela pero enseguida enroscó sus brazos alrededor de mi cuello y me inmovilizó.

— Eres un puto cobarde, tienes la oportunidad de tener a tu primer y único amor, pero prefieres acobardarte, eres un maldito afortunado y no te has dado cuenta, yo jamás haría eso, pero mi primer y único amor está a tres metros bajo tierra —me soltó dándose cuenta que me faltaba el aire, nunca vi a mi mejor amigo tan furioso conmigo— ¿crees que dejaría a Ximena si la tuviera a unos pocos pasos, aunque supiera que tiene toda una vida sin mi? —su voz tembló— no me cansaría jamás de intentarlo otra vez, no sabes cuanta suerte tienes hijo de puta —soltó antes de irse. Me dejó con mi cabeza dando vueltas, con mi cuerpo cansado y con el corazón achicado, nunca le gustó hablar de su trágico amor. Y me había convencido. Fui a la sala y allí estaba sentado en el sofá viendo el televisor apagado.

— Matt —lo llamé.

— Te quiero Sam, eres parte de mi, de mi familia, de mi vida, eres el puto hermano que nunca tuve —habló sin mirarme— te vi morir, te vi envuelto en sangre sobre una puta camilla ,solo estoy intentando que seas feliz, evadiste a la muerte, no quiero que mal gastes tu segunda oportunidad de vivir —me miró, se puso de pie y se ubicó delante de mi.

— Entiendo, tú también eres todo eso para mi y admiro lo que haces por verme bien, pero ya estoy grande para tomar mis propias decisiones —le dije queriendo ser sincero— aunque, tienes razón con Sarah —admití.

— Claro que tengo razón —dijo mirándome fijamente.

— ¿Y ahora qué? ¿nos besamos? —pregunté divertido después de un breve silencio. Matt soltó una fuerte carcajada y luego le seguí yo.

— Tú y tus putos cambios de humor —dijo soltando una bocanada de aire. Ese día me sentí mejor, con Matt a mi lado.

Mi Amor Eterno : Ayer, Hoy Y Por Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora