Abrió los ojos, mirada al techo. Su mano se extendió, por pura esperanza, hacia su derecha. Su cama estaba tan fría y vacía como siempre. ¿Por qué seguía creyendo en él?
Apartó las sabanas, sentándose en la orilla de la cama, en completa desnudez. Su cabello brillo con la luz solar que se colaba por la ventana, rebelándole un bonito jardín tan perfecto como imagino que todo sería al despertar. Se mintió.
Seguramente había algo más importante que despertarle con los buenos días. Quizá Dean, Dios, el mundo... Cualquier cosa era más relevante que su maldita pareja. Lucifer tomó lo primero a su alcance, el velador de la mesa de noche, arrojándolo contra la ventana que exponía el hermoso paisaje. El vidrio se rompió, al igual que el velador.
Caía una y otra vez, imaginando que todo iría mejor, pero no era así. Tan rápido como el ángel se sentía seguro, volaba tan lejos como le permitiesen sus alas.
Tomó un trago de Whisky directamente de la botella. Chasqueó los dedos y el agua llenó poco a poco la bañera. Se hundió en la fría cerámica, observando el subir lento del transparente líquido.
No supo por cuanto, pero el agua estaba fría para cuando comenzó a deslizarse por la bañera hasta quedar cubierto por completo. La realidad se veía borrosa desde la profundidad y solo podía pensar en lo mucho que le dolía el corazón.
- ¿Lucifer?
La voz era distorsionada pero reconocible. Cerró los ojos, pero la voz volvió a llamarle. Se enderezó tomando una bocanada de aire al salir, tiró hacia atrás el rubio cabello y miró al otro de soslayo.
- ¿Qué quieres? – Pronunció muy bajo.
- Los niños te esperan para almorzar.
- Que coman, no me interesa. – Suspiró, recorriendo el agua con sus dedos.
- ¿Estás borracho?
Muy probablemente. La botella de Whisky había sido vaciada y vuelto a llenar más de un millón de veces, y allí seguía, a un lado de la bañera.
- ¿Puedes solo irte...? – Señalo la puerta con un gesto torpe. – No quiero discutir, no quiero... - Se recostó contra la orilla de la tina.
Castiel desobedeció, sentándose a pocos centímetros de donde se creaba un charco por las gotas que derramaba el cuerpo del rubio.
- Hablemos, sin discutir. – Propusó. - ¿Qué esta mal?
- ¿Dónde estabas?
- Dean necesitaba...
De sopetón y golpeándose con la realidad al mismo tiempo, Lucifer se hundió una vez más en el agua, saliendo del campo de visión del morocho. Ojala pasará como en las películas y apareciera en otra realidad en donde todo estaba bien. Pero esas cosas no le pasaban a Satanás.
Sintió el peso extra sobre sí demasiado tarde, Cas le tomó por los hombros para sacarlo del agua. Con el traje empapado y gotas aleatorias por su cara, seguía pacífico y centrado.
- Escucha, sé que no te avise y debó cambiar eso, lo siento. – Se disculpó.
- Sería aún más genial si no tuvieses que pedir perdón y simplemente no lo hicieras. – Reclamó el rubio, apartando las manos ajenas de sus hombros. – Haces y luego te disculpas. Destruiré el maldito planeta y luego te daré besitos para que me perdones. – Se burló.
Perdió su mirada en otra parte, para nada incómodo con el cuerpo sentado sobre sus piernas. Quizá en otro tiempo se hubiera arrojado a sus instintos, pero el actual Lucifer estaba demasiado borracho y cansado para seguir ese juego.
- Bien, tenemos un problema. – Aceptó el ángel. – No huyamos de él y arreglémoslo, juntos. No tiremos por la borda todo cada vez que algo ocurre.
Lucifer no dijo nada, pero se abrazó a la cintura del otro, cerrando los ojos mientras su cabello mojaba la camisa de Castiel.
- Sé que sería genial volver al tiempo en el que solo éramos tú y yo contra el mundo. Pero ahora somos más que eso, y sé que podemos intentar solucionarlo. – Acarició el mojado rubio. – Intentamos dominar el mundo dos veces, esto debería ser más fácil.
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El ángel de Lucifer.
Fiksi PenggemarCastiel despierta de su eterno sueño, listo para cumplir las órdenes de Lucifer. Es su soldado, su sicario, su ángel. Lustiel