Mio.

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Simplemente se había marchado dos días, siguiendo a los Winchester en un caso más difícil de lo común, y se encontraba con esto. Los pasos de Castiel retumbaron por toda la casa, directo a la oficina de Lucifer. Ingresó sin tocar ni anunciarse. El rubio estaba observando el exterior desde su ventana, como esperándole.

- ¡¿Qué hace otro ángel aquí?! – Reclamó el morocho, provocando una sonrisa a su pareja.

- Veo que ya conociste al buen Gadreel. Amable, ¿No?

- Deshazte de él. No les confiaré mis hijos a nadie del cielo. ¿Para qué necesitas otro ángel?

- No seas tan territorial, Sweety. – Rodeó al ángel, masajeando sus hombros. – Él se encarga de todo aquello que tú dejaste de lado por irte a jugar a los Cazafantasmas. – Esa pequeña pizca de reproche fue evidente y remarcada. – Hace el papeleo, organiza a los demonios, hasta me prepara el café por las mañanas, ¿No es dulce?

Castiel se giró hacia el mayor, con su mejor mirada asesina.

- Lo mataré. – Sentenció.

- ¡Uy! Pelea de ángeles. – Rio divertido. – Es como lucha de chicas en lodo.

El ángel estuvo a punto de marcharse, pero Lucifer le abrazó por detrás, evitándolo.

- Eres un exagerado. – Acusó contra su oído. – El chico está limpio y es leal.

- Si tan genial es, ¿Ya ha reemplazado mi lugar en la cama también? – Dijo, cruzándose de brazos.

- Quizás sea lo siguiente que le pida. – le provoco.

Completamente enfadado, Cas se giró de nuevo hacia su pareja.

- ¡No puedes! – Prohibió.

- Claro que puedo. ¡I'm The Boss, baby!

- ¡Pero eres mío!

¡Wow! Esto escalaba rápido. Habia contratado a Gadreel porque el ángel necesitaba de verdad un lugar en cual refugiarse, y Cas no estaba en casa para cumplir con las cosas que siempre hacia por el arcángel. Lo de poner celoso al morocho, se le ocurrió mucho después, dándose cuenta de que saltaría de ira de solo enterarse. Pero no creyó que la reacción fuese a sacar ese ángel posesivo que Castiel escondía muy dentro.

- ¡Soy el único ángel en tu vida y eso no va a cambiar!

Siempre fue el sumiso, el sirviente que cumplía las órdenes del amo a quien le entregaba la vida. Pero eso iba a cambiar, porque de otra forma su amo se buscaría a alguien mejor, y ese puesto le pertenecía a nadie más que a él. Castiel era y moriría siendo el Ángel de Lucifer.

Sujeto la camisa del rubio, manteniéndolo muy cerca.

- Ni se te ocurra cambiarme. Solo puedes ser mío.

Había algo en esa actitud de superioridad que encendía a Lucifer, y no de la manera furiosa. El arcángel se aferró a la cintura del morocho, terminando de desaparecer la distancia entre sus cuerpos.

- Me parece excelente. – Susurró, apoderándose de los labios ajenos. 

El ángel de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora