Dean despertó con un escalofrió en su espalda, sentía la mirada de algo y sabía que alguien estaba detrás, pero no estaba seguro de por qué lo sabía. Sam estaba en el sofá de Bobby, durmiendo incómodamente debido a su altura. La oscuridad no parecía tener nada sospechoso, hasta que notó que la luz de luna que se colaba por la ventana de la cocina, era cortada por una sombra.
Se giró, arma en mano apuntado a aquel hombre apostado sobre la mesada de la cocina. Su mano izquierda se extendió hasta tocar a su hermano, despertándolo. Sam sacó su cuchillo de demonio y se pusieron de pie, listos para luchar.
El sujeto no parecía sorprenderse ni moverse un solo centímetro de su cómoda posición.
- ¿Quién demonios eres tú? – Reclamó una respuesta el rubio de los hermanos.
Un chasquido por parte del extraño y las luces se encendieron. La apariencia de un sujeto totalmente normal se revelo a los Winchester. Los pasos de las botas mal colocadas de Bobby llamaron la atención del intruso, dirigiendo su mirada azul hacia el recién llegado y a la escopeta en sus manos. Se alejó de la mesada, bajo la amenaza constante de los hermanos, avanzando solo un paso. Su gabardina caqui se balanceó hacia adelante con el movimiento, pero nadie más allí se movió.
- ¿Tú eres... Castiel? – Interrogó Sam.
La mirada ajena a cualquier emoción se centró en el pelilargo, poniendo de nervioso al menor.
- Veo que mis hermanos les han informado de mí. – La voz gruesa reforzó todas las alarmas de los cazadores por alguna razón.
- Sal de esta casa antes de que te llene el pecho de balas. – Amenazó Dean. –
Castiel obvio al rubio, caminando hacia ellos. Las balas volaron directo a sus puntos vitales, sin dañarlo ni detenerlo. Eran balas de espadas de ángeles, Uriel prometió que estas deberían funcionar contra cualquier ángel, pero no parecían tener efecto.
Dean se interpuso en el camino del ángel, ya sin balas, reconociendo su objetivo, Sammy. Castiel posó su mano sobre la camiseta del cazador, pero se detuvo en apartarlo. Había algo extraño en su cuerpo, el rubio también podía sentirlo, observando los dos con confusión el punto de unión.
Pero el ángel caído recordó su misión, subiendo su mano hasta el cuello del humano y lanzándolo contra el muro a su derecha, cerca de Bobby.
Sam se paralizó, tirando el cuchillo de demonio y su propia arma. Castiel tomó la mano del castaño, envolviéndola entre las suyas.
- Sam Winchester, es un placer conocerte. – Sonrió amable. – Mi nombre es Castiel, soy el Ángel de Lucifer, y estaré a tu disposición hasta que el momento llegué.
Era un verdadero ángel, podías ver la pureza en sus ojos. Pero tenía los mismos retorcidos planes de Lucifer y su perspicacia en la mirada.
- Sin embargo, la razón por la que fui enviado esta noche no tiene que ver con presentaciones. – Dijo, liberando al menor y acercándose al escritorio detrás de él. – Necesito la Colt.
- ¡No voy a permitir que te la lleves! – Sentenció Dean, con un hilillo de sangre cayendo por su comisura.
- No estoy pidiendo autorización. Es una orden que debo cumplir. –
Castiel cerró los ojos, sintiendo el arma cerca. Apartó los libros, dejándolos caer al suelo, y encontró la caja fuerte detrás. Entonces sintió una punzada a la altura del riñón derecho de su recipiente.
La espada de ángel se perdía casi entera en su cuerpo, siendo sostenida por Sam. Sabía que el chico se había acercado a él, y sabía lo que iba a intentar, pero no se molestó en detenerlo.
La mano humana soltó el cabo, y Castiel se giró, arrancando la espada de sus entrañas. Dos dedos sobre la frente del cazador y este cayó dormido entre sus brazos, Castiel lo colocó sobre la silla frente al escritorio y continuó con su trabajo.
- ¡Sam! – Chillaron Dean y Bobby, yendó a su rescate.
- Esta dormido, despertara en un rato. – Informó el ángel. – No tengo permitido hacerle daño.
La caja fuerte tenía una contraseña a rosca, que Cas no tenía tiempo de descifrar o revolver en la mente de Bobby para encontrar. Arrancó la puerta con su fuerza sobrehumana, llamando la atención de los humanos, la tiró a un lado y tomó la Colt.
La guardó en el bolsillo interior de la gabardina y caminó hacia el lugar en el que se había aparecido.
- Siento no poder quedarme a jugar, díganle a Sam que pronuncie mi nombre cuando las cosas vayan mal. – Sentenció desapareciendo.
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El ángel de Lucifer.
Fiksi PenggemarCastiel despierta de su eterno sueño, listo para cumplir las órdenes de Lucifer. Es su soldado, su sicario, su ángel. Lustiel