¿Qué piensas?

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Gabe suspiró, para que al menos circulara aire en ese denso y hostil ambiente. Recibir una invitación a una cena tan propensa a terminar en caos fue aterrador, pero pensó en ser un mediador en esta guerra entre sus hermanos. No le gustaba ver a su familia dividida, y ahora que nadie se atrevía a disparar primero, quizá era una oportunidad para algo.

Sin embargo, esa esperanza estaba cayendo por el peso del odio en el enfrentamiento de miradas entre Lucifer y Michael. Ellos no venían a solucionar sus problemas, sino que deseaban obtener el premio del ganador que cada uno pensaba merecer.

Castiel y sus hijos estaban apostados a pasos detrás de Lucifer, siendo su guardia personal aunque el arcángel mayor había pedido una conversación a solas. Si Michael traía a sus ángeles, los cuales esperaban afuera, ¿Por qué Luci no podía mantener a su pequeño ejército lo más cerca posible? Él no se fiaba de su hermano, y el susodicho mucho menos.

En lo que tardará la cena en llegar, podrían comenzar por encontrar las razones de la urgencia de Michael por una reunión. Era difícil elegir quien debería hablar primero y que no explotase todo por los aires, pero como un experto en bombas, Gabriel intervino.

- Entonces, ¿Alguien me dice porque estamos aquí? –

El rubio y el pelinegro se giraron hacia su hermano menor, como un par de robots, miradas asesinando al entrometido.

- Se los diré a ambos, - Dijo finalmente Michael. – pero antes, preferiría que el resto se retirara.

Lucifer elevó su mano con la palma hacia arriba, y Castiel dio un paso adelante, uniendo su mano a la de su pareja. El rubio dirigió al ángel hasta su hombro, manteniendo allí sus dedos entrelazados.

- Ellos son mi familia, Miky, por ende tienen derecho a escuchar y quedarse cuanto quieran. – Aclaró Lucifer. – Así que desembucha.

El arcángel mayor bufó, hastiado de la actitud de superioridad de su hermano menor. Castiel era uno de sus trofeos del que le gustaba jactarse frente a él. Había logrado seducir a uno de sus mejores soldados, hacerlo caer sin mucho esfuerzo. ¿Cuán débil a las tentaciones eran los hombres de Michael? Esa era la duda que deseaba resaltarle a cada segundo.

- Si crees que temó del par de engendros a tu lado, estas equivocado. – Desafió Michael. – Yo sigo siendo quien pone las reglas, Lucifer.

A Cas no le gustó nada esa forma de llamar a sus hijos, y su pareja lo supo por la presión sobre su hombro. Michael y sus hermanos le habían separado de su razón de vivir, y ahora tenía la desfachatez de tratarlos como "engendros". En un principio, el ángel temía que Lucifer no pudiese controlar su ira, pero comenzaba a pensar que él sería quien intentaría matar al primogénito antes.

- Vuelve a referirte así a ellos y solo hará falta un chasquido para que todos tus ángeles y tú se conviertan en absoluta mierda. – Amenazó Lucifer, poniendo en palabras la mirada de Castiel.

- Oigan, si iban a pelear como siempre, me hubiese quedado a ver mi serie. – Se quejó Gabriel, apoyado en sus manos y ansioso porque la cena apareciera ya.

Quizá los demonios escuchaban plegarias también, porque estos comenzaron a servir la comida. Lucifer dio la señal para que los chicos y Cas se sentaran. Ambos niños a cada lado de su padre y el ángel frente a Gabriel, aunque estuviese lejos de Lucifer eso significaba que alejaría a Michael de sus hijos.

- ¿Vas a hablar, Michael? – Interrogó Gabe, ya disfrutando de la comida. – Quiero comer en paz al menos.

- Bien. – Terminó por ceder el mayor. – Quiero un trato simple. Trabajar juntos para traer a Dios de vuelta.

Esperaban todo, incluso las cosas más locas, excepto eso. Si bien era algo que Lucifer quería, el obediente arcángel de la familia jamás se atrevería a contrariar a su padre. O eso creían.

- ¿Quieres obligarlo a volver? – Quiso entender Lucifer.

- Obligarlo, convencerlo. Llámalo como quieras, pero Dios debe volver al trono.

- ¿No querías el trono?

- Yo solo asumí mis responsabilidades. – Explicó el pelinegro. – Tú eras el obsesivo del trono.

- Eso es historia. Tengo el trono del infierno, que es más divertido que un montón de soldaditos cuidando que humanos sean felices por siempre. Me gusta torturar. – Admitió. - ¿Por qué querría esa cosa insulsa y sin gracia que llaman "El trono de Dios"? – Se burló.

- El punto es... - Ignoró a su hermano. – que tenemos que entregar el poder a quien le corresponde.

- No sé si estoy tan de acuerdo con la idea. – Dijo Gabriel, con la boca llena.

Los cinco presentes se fijaron en él, poniéndolo nervioso.

- Digo, Daddy pondría orden y todo, pero... ¿No creen que va a castigar y desaparecer todo lo que le disguste?

Es justamente en lo que Castiel y Lucifer pensaban. Probablemente el regresó de Dios no sería buenas noticias para dos ángeles caídos y sus hijos.

- ¿Lucifer? – Apremió Michael. - ¿Qué piensas? 

El ángel de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora