Camila: Debes venir ya! Es urgente - hablo al teléfono - no es una broma, está herida! - pongo mi mejor cara de desesperación - acaso eres id...
Productor: muchas gracias, eso es suficiente. - me interrúmpe el hombre calvo sentado frente a mi, sin ni siquiera molestarse en levantar la mirada de su celular.
Camila: - Suspiro con desilusión - Gracias por su tiempo - sonrío cortésmente y salgo de la sala de audiciones. Camino hasta el elevador, borrando rápidamente mi falsa sonrisa e ignorando la fila de chicas esperando para decir las mismas líneas que yo, en frente del hombre que no se molestara en darles más atención que a su propio teléfono.
Entro en la cabina que rápidamente me transporta a la salida de este lugar. Camino por la calle, sin saber bien a donde estoy yendo. Ya estoy cansada de esto. He perdido la cuenta de la cantidad de audiciones a las que he ido y me han rechazado. No lo sé, tal vez no sirvo para actuar. ¿Cuantas veces se supone que hay que intentarlo? ¿Cuando llegará el día en el que consiga un papel?
Levanto la vista y me encuentro con el gran edificio el cual sostiene un letrero. "Universidad de Artes escénicas de Nueva York". Suspiro, debo volver a clases. No tengo ni la más mínima voluntad de soportar la clase de "presencia escénica" con el profesor Bricker. No creo que Bricker se de cuenta si falto, suelo sentarme en el fondo. Decido pasar de largo la universidad y encontrar algún sitio en donde relajarme un rato. Necesito un espacio para mí, lejos de productores irrespetuosos que no prestan atención a mis audiciones y profesores irritantes. Sigo mi camino por Avenida Madison.
"Manhattan's" leo en un cartel luego de caminar una cuadra. Miro hacia adentro por la transparente pared de vidrio y me encuentro con pasteles decorando el lugar. Un aroma a café me invita a ingresar en la cafetería.
No hay mucha gente, la fila es corta y rápidamente llega mi turno de pedir mi orden. No necesito pensarlo mucho, siempre he pedido el mismo tipo de café y no pienso cambiarlo ahora.
Camila: hola, quiero un café negro, sin azúcar por favor. - pido mientras busco mi tarjeta de crédito en mi billetera.
Cajera: negro y sin azúcar? Hay cada persona por aquí... - ríe bajo, simpática. Rápidamente levanto mi vista tras escuchar esa voz rasposa seguido de esa risa de niña. Por primera vez en el día, sonrio. Mi mirada encuentra unos ojos esmeralda deslumbrantes.
Camila: si, lo sé. Es raro pero siempre lo tomé así. Amargo y fuerte. - le entrego mi tarjeta, conectando miradas con ella.
Cajera: es bueno para el estrés. - comenta mientras me cobra por la computadora táctil.
Camila: si, me ayuda bastante. - suspiro, pensando en el mal momento de hace rato.
Cajera: será el mejor café de tu vida. Súper amargo. - me guiña un ojo y automáticamente sonrío de lado. - voy a necesitar tu nombre. - me dice, amable.
Camila: Camila - respondo de la misma forma.
Cajera: muy bien Camila, espera a un costado, por favor. - me hago a un lado. - siguiente! - exclama y un hombre pasa para hacer su pedido.
Miro mi teléfono, son las 6:00 pm. Planeo estar en casa antes de las 8:00 pm para ducharme y decidir que voy a cenar. Solo quiero que este día termine y empezar de nuevo mañana.
Trabajador: Camila, café sin azúcar! - me llama un chico delgado y alto por la barra.
Camila: soy yo, gracias. - tomo el café y me siento en una mesa.
Saco unos papeles de mi bolso y comienzo a estudiar las líneas para mi próxima audición, mañana.
Camila: John, ya te lo dije un millón de veces. No tengo nada... - intento recordar como seguía el libreto. - no tengo nada con... ¿Joanna? - reviso si lo que dije es correcto. - July! - me enfado conmigo misma. - no tengo nada con July. - me corrijo. - Entonces, Jhon, ya te lo dije... - vuelvo a olvidar la línea - ah! - exclamo, molesta.
Estoy distraída, no puedo acordarme una simple línea. Debo estar estresada, eso es todo. Tomo un sorbo de mi café, la amargura impacta en mi paladar. La cajera no mentía. Creo que es uno de los mejores cafés que he probado. Intento pensar en otra cosa que me distraiga de mi estrés pero se me dificulta. Siento una mirada sobre mi y no puedo evitar sentirme algo incomoda. Luego de un rato, giro para buscar al culpable de mi incomodidad, encontrándome rápidamente con un par de ojos esmeralda sobre mi.
Camila: sucede algo? - pregunto, algo irritada.
Cajera: no, solo quería saber si en verdad es el mejor café que tomaste. - levanta las cejas y ladea la cabeza.
Camila: bueno, no voy a negar que está delicioso. - sonrío de lado.
Cajera: me alegra haber cumplido mi palabra. - responde desde atrás del mostrador, secando algunas tasas. - tal vez la cafeína te ayude a gritar menos cuando te enfadas. - ríe bajo.
Camila: oh, yo... lo siento. No... no quise hacer tanto ruido. - mis mejillas se ponen coloradas y me siento avergonzada. ¿Enserio grité tan fuerte que ella, desde ese lado del mostrador, pudo escucharme?
Cajera: no es problema - sonríe cálidamente. - en realidad, me hiciste reír. - no sé como responder a eso, solo la observo esperando que diga algo más. - perdona, pero vas a tener que seguir eso que estés intentando, en otro lado. - explica mientras se quita su delantal verde. - estamos cerrando. - apunta al reloj. Son las 20:00.
Camila: bueno, supongo que me voy entonces. - ella me sonríe tiernamente y luego saluda a su compañero quien sale por la puerta. Al parecer es a la chica de ojos esmeralda a quien le toca cerrar hoy. La cajera se dirige a lo que parece ser la cocina por una puerta verde.
Guardo mis cosas en mi bolso, llevo el café en la mano y me dirijo a la salida. No puedo evitar sentir curiosidad por la cajera. Sé que no debería pero me acerco a la puerta verde y me asomo por un costado para lograr ver a la chica. La encuentro apagando las luces y luego peinando su pelo a un costado. Toma el que debe ser su bolso y luego, antes de que pueda reaccionar, empuja la puerta verde, de manera que me hace volcar todo mi café sobre mi camiseta.
Camila: oh, mierda. - maldigo.
Cajera: oh, lo siento, pensé que te habías ido. - se sorprende. - lo lamento - intenta limpiar el café en mi camiseta con unas servilletas.
Camila: no importa, déjalo así. - la miro, concentrada en limpiar la gran mancha.
Cajera: no puedes salir así a la calle, estas empapada. - frunce el entrecejo.
Camila: no es nada. - le quito importancia.
Cajera: ten - me da una chaqueta que llevaba consigo. - quítate la camisa y ponte esto. - me mira fijamente, de forma que no pude negarme. - pasa. - sostiene la puerta vaivén de la cocina para que entre allí y me cambie tranquila.
Camila: bien... - digo algo tensa y entro en la cocina.
Cajera: La mancha saldrá fácil, no te preocupes. - dice desde el otro lado de la puerta mientras yo me pongo la chaqueta prestada, cerrándola hasta arriba.
Camila: ya quedé. - empujo la puerta y vuelvo a mi lugar inicial.
Cajera: de verdad lo siento. - repite.
Camila: no es nada, enserio. Fue mi culpa. - sonrío. - Gracias por esto. - es ella la que sonríe ahora. - te la traeré... - me interrumpe.
Cajera: cuando puedas está bien. Solo no vayas a quedártela. - bromea, reímos y conectamos miradas. El silencio invade el lugar y nuestras miradas son las que hablan sin emitir sonido alguno. Sus ojos son magnéticos y es adictivo mirarlos. Siento una extraña tensión. - bueno... adiós. - suspira.
Camila: si, adiós. - niego para mi misma, saliendo del transe que me generaron sus ojos. Me dirijo a la puerta pero repentinamente volteo. - espera. - ella me mira extrañada. - ¿cómo es tu nombre? Debo saber a nombre de quien dejar la chaqueta. - sonrío.
Cajera: Lauren, me llamo Lauren. - asiento y salgo de la cafetería en camino a casa.
Silver.
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Avenida Madison - Camren -
Fiksi PenggemarBienvenido a la Avenida Madison, una de las Avenidas más transitadas de Manhattan. Repleta de negocios, autos, ruido, gente. Camila Cabello es una de las cientos de personas que viven sobre esta alborotada calle. A lo largo de ella transcurre su vi...