Chateau.

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Baby, I want you back
There's a space in my bed
In the shape of your head
I said it, what if I said it?

Dallon extrañaba a Brendon, y Brendon extrañaba a Dallon. Se habían separado algunos meses atrás, pues no dejaban de pelear, pero una vez que estuvieron alejados el uno del otro, el vacío se sintió por ambos lados. Aún así ninguno hizo nada al respecto.

Dallon sólo se sentaba en la cama que una vez compartieron a ver por la ventana, pensando que tal vez en esos momentos Brendon también estaría mirando el mismo cielo que él, pero siempre terminaba pensando que no lo hacía, porque tenía cosas mejores en las que ocupar su tiempo.

Brendon sólo miraba su teléfono, esperando tener algún mensaje de Dallon, pero era una esperanza en vano, pues había cambiado de número, y Dallon ciertamente no lo conocía, por lo que sería imposible que si quiera le llegara tal hipotético mensaje. Era algo tonto en lo que pensaba.

Y así, se separaron el uno del otro, creando ese vacío en ambos. De verdad que su historia había sido como un cuento de hadas ¿Y cuáles eran las posibilidades de que acabaran así? Como dos en un millón, y aún así, acabó de ese modo. Poco a poco ambos notaban como las conversaciones se hacían más cortas, y como las noches se volvían más frías por lo lejos que dormían el uno del otro. Primero pensaron que eran paranóicos, pero al final era verdad, ya estaba llegando a su fin, y al terminar aquél horrible día, ambos se echaron a llorar, sin un hombro en el que apoyarse, ya que usualmente tenían al otro para ello.

Cuando la alarma sonaba, usualmente Brendon tardaba un poco en apagarla, ya que despertaba, se estiraba, y finalmente apagaba la alarma, pero la noche anterior casi no había podido dormir, por lo que para cuando dio la hora, ya estaba despierto y no le tomó ni dos segundos el apagar el despertador. Suspiró mientras se llevaba las manos al rostro. Llevaba semanas sin poder dormir, y era por una razón en específico: se acercaba lo que habría sido su cuarto aniversario con Dallon, pero ya no, ahora sólo era un día cualquiera, en el que hace cuatro años atrás, se sonrieron y bailaron juntos. Pero no, ahora sólo era un día cualquiera.

Gruñó para finalmente levantarse e ir por algo de comer, pero sólo así se dio cuenta de que ya no había comida. Golpeó su cabeza contra la puerta del refrigerador, aguantándose las lágrimas. Todo le estaba saliendo mal esa semana, y ahora ese mínimo detalle lo molestaba más de lo que debería. Dallon siempre le recordaba cuando debía ir a hacer las compras de nuevo, tal vez las cosas serían mejor con Dallon ahí de nuevo. Pero Dallon no iba a estar ahí de nuevo, ya se había ido, y no volvería, eso lo tenía claro.

Inspiró profundamente, secó las lágrimas que habían caído, fue a su habitación a vestirse y finalmente salió al supermercado a comprar algo para desayunar.

Caminaba con la mirada gacha, intentando no cruzar la mirada con nadie, sentía que, por alguna coincidencia de esas que ocurren cuando menos las quieres, se cruzaría con unos ojos azules iguales a los de Dallon y se rompería en llanto en medio de la calle. Sabía que era tonto, era ridículo, pues no habían ojos que se pudieran comparar a los de Dallon, pero era una tontería que tenía en la cabeza.

Llegó a la tienda así, con la mirada gacha, y fue directamente al pasillo de los cereales. Todo en la tienda le recordaba a Dallon... O tal vez era simplemente que lo llevaba en su cabeza durante semanas. Aún así, no podía evitar mirar los nombres de los cereales y sus coloridas cajas y recordar esas veces en las que, al principio de su relación, se sentaban en el sofá a probar todos los cereales que habían podido comprar con el dinero que tenían a mano, y así se pasaban horas, usualmente terminando con los niveles de azúcar por las nubes. Luego crecieron, y el cereal se cambió por café, y ya no probaban diferentes cafés por diversión, sólo bebían café en la mañana mientras charlaban, y aún así era perfecto. También fue en busca de café. Pareciera que Dallon y él se habían apropiado del desayuno ideal, ahora el cereal y el café eran de ellos dos, tenían sus nombres, sus firmas y sus rostros en ellos. Pero ahora, Brendon estaba solo, en el salón de su departamento, con una taza de café en el suelo frente a él, y un bowl de cereal a un lado. Era triste, era verdaderamente triste, y extrañó a Dallon más que nunca, y miró la televisión y recordó como Dallon podía pasarse horas ahí sentado viendo Doctor Who, y como Brendon podía pasar horas ahí echado tan sólo abrazando a su novio.

One-Shots Brallon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora