One-Shots Brallon.

Cosmic Boy(d).

Los hematomas podían lucir como galaxias si tenía la suficiente imaginación para ello.

No era la primera vez que eso ocurría, no lloraría, no lloraría, se lo había prometido a sí mismo. Ya había pasado antes, no debía llorar, solo debía cubrir su cuerpo y todo estaría bien. Nadie debía ver su cuerpo, nadie en el mundo, y si nadie lo veía, entonces todo estaría bien. No importaba, no importaba, realmente no importaba.

Ahí estaba, aguantando las lágrimas, mientras se ponía su chaqueta con cuidado de pasar a llevar sus cardenales. Oh, su padre, ese hombre que solo quería que las cosas fueran como a él le gustaban, el mismo hombre que por la noche llegaba ebrio y si Brendon no estaba dormido, lo golpeaba ¿Y qué hacía su familia? Nada, porque todos estaban muy asustados como para confrontar al hombre de la casa. Ya no quería más, no quería volver a pasar por eso. Pero es que ya debía estar acostumbrado, no era la primera vez que ocurría, no tenía razón para quejarse.

No, ya está, iba a escapar, aunque fuera una noche. Su padre ya lo había golpeado, ya tenía nuevas heridas, pero solo quería estar lejos de ese hombre aunque fueran unas horas.

Mientras se ponía su abrigo, su teléfono sonó, así que miró. Era un mensaje de su mejor amigo, Dallon, preguntándole qué tal estaba. Le calmaba saber que Dallon lo preguntaba en serio, que de verdad se preocupaba por él sabiendo lo que su padre hacía cada que llegaba a casa. No respondió, decidió ir a verlo, porque su mejor amigo siempre sabía cómo hacerlo sentir mejor.

Salió tratando de no hacer mucho ruido, solo para no molestar al hombre de la casa, y una vez que cerró la puerta dejó salir todo el aire que había estado aguantando. No hacía frío, era verano, lógicamente no hacía frío, y él aún así llevaba una chaqueta gigante, no era muy gruesa, solo era grande, pero después de lo que su padre le hacía era de esperarse que no estuviera a gusto con su cuerpo, así que siempre trataba de ocultarlo lo más posible.

Suspiró, y tomó rumbo a casa de Dallon. En realidad la familia Weekes le agradaba mucho, todos eran muy amables con él y lo trataban como si fuera parte de la familia, mientras que su familia real lo ignoraba, apartaba la mirada y solo dejaba que las cosas pasaran. Los Weekes eran una gran familia, siempre lo acogían, y sabía que esa vez no sería diferente. Cuando estuvo afuera, suspiró, bajó la mirada, y tocó la puerta, fue Jordan, hermano mayor de Dallon, quien abrió.

—Brendon—Habló—, hola—Sonrió, obviamente tratando de hacer sonreír también al menor—¿Vienes a ver a Dallon?—El más bajo asintió con la cabeza—Está en su habitación, pasa—Dijo, para luego hacerse a un lado y dejar al chico pasar.

—Gracias—Murmuró Brendon, para luego pasar directamente a la habitación de Dallon, la cual ya conocía casi a la perfección.

Tocó la puerta y aguardó a que Dallon abriera, no pudo ni levantar la mirada antes de que su mejor amigo lo abrazara con fuerza.

—Estaba tan preocupado...—Murmuró Dallon antes de soltar al menor, y mirar su rostro. Suspiró al ver nuevas heridas, tomó la muñeca de su contrario y lo llevó con él a la cama tras cerrar la puerta, donde el más bajo se sentó mientras Weekes buscaba su botiquín, que de hecho había obtenido apenas se había enterado de lo que el padre de Brendon hacía—Ojalá tu familia dejara de cubrir a tu padre, todo sería más fácil. De verdad queremos ayudarte, Brendon.

—Pero papá siempre está afuera, la casa siempre está limpia, es en la noche cuando pasa—Se quejó el menor.

—Tenemos que hablar con los vecinos, ya te lo dije, ellos deben de haber escuchado algo—Habló mientras comenzaba a limpiar las heridas de su contrario.

—Ya déjalo, Dallon—Suspiró—, me quedan solo dos años para ser mayor de edad y poder irme, puedo esperar.

—Bueno, pero yo no—Respondió el mayor, alejando su mano del rostro de su mejor amigo—, no quiero que tengas que seguir soportando eso ¡No durante dos años más! Quiero ayudarte, de verdad que quiero ayudarte, solo me hace falta que me dejes hacerlo.