Sticker boy.

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Brendon sonreía y todo el mundo se iluminaba.

Dallon estaba enamorado, ya era definitivo. De vez en cuando se atrapaba a sí mismo pensando en esa linda persona, imaginándose una relación entre ambos, imaginando también cómo iría a declarar sus sentimientos y cuál sería la reacción de ese lindo muchacho que se robaba toda su atención.

Brendon era un chico carismático, extrovertido, lleno de energía y alegría. Era amigo de todo el mundo y sabía que había más de alguna chica tras él ya que todas decían que era diferente a los otros chicos, que era más transparente y mucho más dulce. Y sí, Brendon sí era diferente, pero no sólo a los otros chicos, si no que a todo el mundo, porque Brendon era totalmente único, sólo existía un Brendon Urie y no había ningún similar. Brendon era un ángel caído del cielo.

Dallon de verdad que se moría por él.

Weekes por su lado era un artista, le gustaba pintar y tocar música. Era introvertido y poco conversador, tímido. Su ropa solía estar manchada con pintura pero ya no le importaba lo suficiente. Parecía siempre estar con la cabeza en otro mundo, siempre estaba fantaseando, pensando en quién sabe qué -Últimamente, Brendon-.

Ese día cuando Brendon llegó a la cafetería seguido de sus amigas, Sarah y Nicole, llevaba stickers de estrellas en las mejillas y uno de Mickey Mouse en el pecho, por sobre su suéter. El grupo de amigos se puso a la fila para el almuerzo, justo después de Dallon, quien no pudo evitar ponerse nervioso al tener a Brendon justo detrás de él, riendo y siendo tan dulce como siempre era. Tenía ganas de voltearse y saludar, simplemente decir un hola y preguntar qué tal el día, pero Brendon estaba acompañado, y Dallon no ¿Tal vez sería patético? Tal vez no debería hacerlo, seguramente iba a interrumpir o algo así, no debía-

-¡A-Ah! ¡Dallon, lo siento!-Exclamó Brendon después de chocar con Dallon por estar balancéandose de atrás a adelante mientras hablaba de quién sabe qué-No te hice daño ¿Verdad?-Preguntó, poniéndose de puntillas intentando alcanzar a Dallon, quien de inmediato se sonrojó al notar que ahora se veía obligado a intercambiar palabras con el muchacho.

-E-Estoy bien-Soltó, negando con la cabeza, restándole importancia-, no te preocupes.

Brendon lo miró unos segundos, sacó algo de su bolsillo -una hoja doblada- y cuando Dallon se dio cuenta, el chico estaba pegando un sticker en su frente con una pequeña sonrisa en el rostro.

-Acepta eso como una disculpa-Dijo, mientras volvía a guardar los stickers en su bolsillo.

Dallon no pudo evitar sonreír y asentir con la cabeza. Brendon era un amor y estaba apunto de morir por la ternura que el chico le causaba.

Entonces se decidió, Brendon era dulzura pura, sabía que si era rechazado, no sería el peor rechazo de la historia, entonces iba a hacerlo. Iba a declarar sus sentimientos, ya no había vuelta atrás, no iba a acobardarse.

Ahora quedaba decidir cómo hacerlo, porque Dallon quería hacer algo especial, aunque fuera pequeño. Cuando llegó a casa miró por toda su habitación buscando algo que le diera alguna idea, y lo encontró. Una carpeta que tenía bien escondida en sus cajones, pues estaba llena de algo que lo avergonzaba bastante. Dibujos que hacía durante la clase, pero eran todos con el rostro de Brendon. Siempre que decidía no prestar atención al profesor comenzaba a dibujar en sus cuadernos, a veces en las esquinas de las hojas, a veces usaba una plana entera, y de vez en cuando volteaba hacia un lado para mirar al lindo chico y terminaba plasmándolo en la hoja. Tenía una carpeta dedicada a esos dibujos que escondía del mundo, pero tal vez sería buena idea mostrar algunos de ellos para esa ocasión.

Al día siguiente, llegó temprano a la escuela, con una carpeta en una mano y un ramo de flores en otra, caminando rápidamente al salón, esperando que Brendon no hubiera llegado ya, lo cual sería raro ya que éste solía llegar o justo a tiempo o tarde, pero cualquier cosa podía pasar. Para su suerte, ocurrió lo normal, era temprano y no había señales de Brendon por ningún lado. Suspiró aliviado antes de poner en marcha su pequeño y tonto plan. De su carpeta eligió unos cuantos dibujos, los que más le gustaran, y los dejó sobre el escritorio de Brendon, también tomó algunas flores del ramo que había llevado consigo y las esparció por el pupitre, terminando aquello con una pequeña nota que simplemente decía que por favor Brendon lo esperara en su casillero, pues tenía algo que decirle. Obviamente dicha nota no estaba firmada, no quería recibir miradas extrañas durante la clase ni nada por el estilo.

One-Shots Brallon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora