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Me siento débil, estoy más delgado, no duermo, y estoy estresado, casi perseguido por cada persona que veo. Me siento inseguro, no encuentro el hogar indicado para resguardarme, no sé a donde ir, no sé a quien acudir, no sé con quien ir. Mingyu es el único que abre sus brazos para acogerme. Pero sólo hace confundirme más, hace que mi corazón se llene de pensamientos propios, de acciones que yo mismo no quiero realizar. Me siento incompleto, y no sé que me pasa, porque ni lo puedo saber. 

Nadie lo nota.

Nadie nota que la comida en mi plato no es tocada, ni que a las cinco de la mañana sigo en vela, ni que me rasco la cabeza por pura ansiedad y estrés. Menos que lloro antes de quedarme dormido por simple cansancio que no se me da durante el resto de la noche. El cielo me mira, y sabe que estoy mal, pero de todas formas se ríe de mis pensamientos, de seguro cada noche come palomitas por cada absurda pregunta que aflora mi cabeza de dudas sin responder. Estúpida cabeza que se ríe de mi. Todos se ríen de mi. ¿Qué es lo que pasa aquí?

Las personas no me entregan nada, por lo que claramente no vale la pena entregar nada, es claro. No lo haré, y no lo dejaré de hacer. 

Es simple. 

Las paredes de esta habitación son frías, son blancas y demuestra lo mal que está mi vida. Quiero cambiar, quiero ser diferente. ¿Alguien me ayuda a cambiar?

No quiero más, quiero salir de esta cúpula que restringe mis cosas, mis gustos, mis miedos, mi todo. Aceptaré que el mundo hace daño, que las personas que lo habitan también es cruel, transformando esta naturaleza en una lugar hostil, e incluso desagradable. No me importa, quiero vivirlo sin límites, quiero ser yo como soy, porque no hay más remedio que serlo, no cambiaré porque este soy yo. 

Quiero salir de este lugar oscuro. 

¿No?

Salir a la calle, a la escuela, hablar, conversar, reír, y disfrutar. 

Abrazar sin miedo a Mingyu cuando las lágrimas estén a punto de salir de mi pecho para desplazarse por mis mejillas que presencian todo tipo de atrocidad. Saber que todo estará bien aunque no me sienta bien. Sentir una felicidad cuando pueda caminar por el patio de la escuela sin remordimientos, ni miedos. ¿Quién sacará las llaves de mi prisión? Necesito alguien que lo haga. Urgentemente. Por favor, lo ruego. 

Me siento encerrado, y no de forma literal.

Quiero irme.

Acercarme a la escuela hoy fue la peor idea. Debí haberme quedado en mi casa, en mi casita arropado leyendo un libro, el cual había dejado en pausa por mis pocos ánimos. Ese libro era totalmente bello, y si tuviera el tiempo seguro me lo termino en un día de lo bueno que es. No tiene sentido. 

Me quiero ir. 

Por favor.

Lo suplico.

Lo ruego.

Me arrodillo. 

No quiero entrar por esa puerta, pasarla y saber que esta es mi realidad. El sueño de ser alguien más, mucho más lejano que antes. El hecho de saber que puedo mejorar, ajeno a mi, como si fuera otra cosa nada que ver por lo innecesaria que era. 

Quiero salir, por favor sáquenme. Grito, y mi corazón también lo hace, suplica y grita como si se fuera a extinguir su vida, su efervescente latido que como burbujas de una gaseosa persiste a pesar de cuanto lo agites, por más que lo dejes expuesto. Una gaseosa persistente e inmortal, pero que no quería serlo.

Deja de funcionar ya, por favor. 

Me encontraba sentado, mirando a la pizarra, mirando pero no prestando atención. Escucho, pero no oigo. ¿Entiendes la diferencia? 

-Body-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora