12.-

673 94 9
                                    

—Al menos estoy yo acá. ¿No?—Asentí, mientras sonreía.

Aquellas palabras no podían ser más ciertas, más certeras y reales. Al menos él está acá. Es completamente cierto, creo que si no fuera por él, no estaría acá, con la capacidad mínima de sonreír. Y mucho menos de poder ser mejor frente a él con mi transparencia. Esas palabras son más que certeras. 

—Supongo que tienes razón. Estás tú aquí.—Las palabras que le di, formaron como miles de destellos en su rostro. Podría pasar todo el día describiendo, pero en un resumen, se veía esplendoroso. Estaba en dudas sobre si abrazar. No soy de mucho contacto físico, pero cuando lo necesitaba sólo lo hacía. Me gustaba hacerlo con él, y sentir el olor a café impregnarse en mi y en mi cabeza, un momento especial que me daban ganas de crear, de tatuar y de rememorar. 

La necesidad de verlo aunque sea de lejos, y sonreírle con discreción, porque a mi, claramente no me gusta sonreír.

Ahí estábamos, en silencio mientras el tiempo pasaba, creo que el mundo se detuvo para apreciar el momento en el cual nos miramos y sonreímos, como si hubiéramos creado una estrella con las que salían de nuestros ojos. Justo como si se desprendiera de nosotros y flotara para encontrar a sus compañeras igual de deslumbrantes que aquella que salió de nosotros. 

—Supongo que no quieres estar aquí... ¿Por qué no te cambias de escuela?—Preguntó, como si la respuesta fuera tan simple.

—Porque estás tú aquí, nada se puede cambiar. Es lógico, abre los ojos.—Sonreí, mientras escuchaba el timbre sonar.

—Es hora de irnos.

—Sí. 

—Supongo que no tienes nada más que decir.

—Sí, gracias por estar en la misma escuela que yo, aunque yo sufra de cosas insufribles, lo vales.—Lo dije con el corazón completamente abierto, cosa que nunca pasa. Su sonrisa apareció, y yo comencé a trotar para no llegar tan tarde a las clases. Él se tenía que ir a otra lugar (que desconozco totalmente). 

Llegué a clases, y sólo pude sentarme a "Prestar atención". Mi vista se distraía y por consecuencia mi cerebro no podía actuar de la forma debida en una clase seria. Mis piernas estaban inquietas, y mi mirada impaciente por encontrar un escondrijo por donde meterme. Quería salir. ¿Alguien me puede sacar?

Susurros se provocaron cuando el profesor se dio la vuelta y comenzó a anotar en la pizarra. En ese lapso de tiempo, la clase se desordena, y todos comienzan a hablar. Supongo que era normal. Para mi, simplemente era un pequeño recreo mental, dibujaba en la esquina de la hoja y miraba a mis compañeros reírse entre sí. Supongo que era algo que anhelaba. Mirar a las personas, sonreír y reír al mismo tiempo. Patear la mochila de mi compañero de en frente para cuchichear mientras el profesor no presta atención. Pero lo único que cuchicheaba era mi corazón oprimido en esta escuela absurda. 

Quiero salir. 

Dejó la pizarra anotada de cosas, y se sentó en su mesa para revisar unos exámenes. Se levantó y mientras todos anotaban lo de la pizarra, el profesor dejaba encima de los pupitres, con la nota marcada con lápiz rojo. (típico de el profesor). Revisé mi nota cuando un leve chiflón de viento llegó a mi rostro por el papel que se movió. Sonreí por primera vez en estas cuatro paredes. Una buena nota, y un "Felicitaciones" en la esquina. Mi trabajo está bien hecho supongo. 

Suspiré de alivio, y guardé la calificación en una carpeta que tengo especial para esto. Soy muy organizado. 

La clase terminó a penas dejó las hojas con las notas buenas o malas. Me levanté, con cierto mareo. Hoy no me sentía especialmente bien supongo. 

-Body-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora