La sonrisa a través de la mirilla redonda y ampliada me hizo un revoltijo en mi estómago. Su sonrisa estaba ahí, y sus ojos brillaban. Su mano izquierda sostenía una bolsa amarilla y la otra tenía una caja. Una caja de color celeste, con unos detalles dorados. Dudé en abrir la puerta. No por él, si no que por mi. Estaba en pijama, mientras que su vestimenta era sencilla pero hermosa. Mi cara estaba desaliñada y no veo bien porque no bajé con lentes.
Sólo solté un suspiro al sentir como tocaba la puerta otra vez.
—Sé que estás ahí, pequeño.—Rió mientras alzaba un poco su voz.
Abrí la puerta, y vi su cuerpo más alto que el mío, mirándome con su rostro relajado, sin borrar la típica sonrisa de siempre. Lo dejé pasar. Cerró la puerta, y me miró con ternura.
—¿Estás solo a estas horas?—Asentí, mientras dejaba las cosas que traía sobre el sillón. Se dio una vuelta y me miró. Sonrió una vez más. Caminó hacia mi. Yo no me inmutaba. Me abrazó por la cintura, y me besó.—Supongo que la casa es nuestra, ¿No?—Rió un poco mientras besaba mi cabeza.
—¿Y qué haces a estas horas? ¿Y qué mierda es la alarma en mi móvil?—Soltó mi cintura y fue a buscar la caja.
—Es esto.—Lo puso bajo su brazo, y lo apuntó con el otro. Sonreí un poco mientras su sonrisa no desaparecía.—¿Te gustaría?
—Pues sí. Pero ¿Por qué tan tarde? Tengo sueño.—Hice un puchero, mientras dejaba el regalo a un lado para abrazarme.
—Eres un bebé. Te lo daré en la mañana. Pero para eso tengo que dormir acá.—Con un tono desafiante, me miró atrevido.
—Dormirás en el sofá si sigues así.
—Está bien está bien. Pero vamos a dormir entonces.
Preparé todo, mientras él dejaba los regalos en mi habitación perfectamente ordenada. Estaba la cama desecha, pero no importaba puesto que recién la había desarmado. Cuando le pasé dos prendas, más grandes él se recostó, hacia el lado de la pared, puesto que según él, me daría frío. Mientras que yo me ubicaba al lado de el borde exterior. Los regalos los había puesto debajo de la cama, aunque casi no me doy cuenta. Su sonrisa antes de dormir era perfecta y su nariz arrugarse cuando bostezar me hacia la existencia en dos segundos.
—Buenas noches.
—Buenas noches, descansa.—Susurré, mientras lo abrazaba un poco.
Me quedé dormido casi al instante...
Cuando desperté, él no estaba. Los regalos estaban sobre la mesita de noche, quizás a punto de caerse. Me senté, y estiré mis brazos. Salí de la cama, y luego de la habitación. Mingyu estaba fuera de la puerta, y me lo topé. Tenía las manos mojadas, seguro estaba en el baño.
—Buenos días pequeño.—Sonrió, secó sus manos una vez más en su sudadera, y tomó mi rostro. Cerró la puerta con su pie y besó mis labios.
—¿Puedo abrirlos ya?
—Por supuesto.—Me entregó uno de los regalos, y me senté en la cama como niño en navidad. Su sonrisa me daba una tranquilidad divertida y fascinante. Abrí primero la bolsa amarilla.
Una libreta de cuero negra y un bolígrafo estaba unido a esta elegante libreta. La abrí por curiosidad, y revisé las páginas. Cuando de repente veo la última página. Tenía una dedicatoria.
"Las estrellas que me diste, ahora están para demostrar mi amor, para ti. Todo dedicado para ti. Espero que cada vez que veas esta libreta, recuerdes que las estrellas no se han ido. Tú eres mi estrella. Por favor, nunca te vayas, pequeña Estrellita. Te amo. Con amor, Mingyu.❤️
Su sonrisa no se fue en todo el rato que leí la dedicatoria. Sus ojos brillaban y yo sólo sonreía viendo la prolija letra.
—Ahora puedes escribir las historias que quieras. ¿Te gusta?
—Me encanta...—Susurré, veía las hojas, eran muy delicadas y perfectas.
—Hay algo más dentro.—Apuntó, mientras sacaba ahora la caja, levantándose.
Busqué casi página por página. No podía estar más jubiloso con este regalo tan significativo. Vi la primera página, con un dibujo. Coloreado, y con muchísimo detalle de un lago con estrellas y la luna redonda. Me quedé tan sorprendido que creo que la mandíbula se me cayó por el asombro.
—¿Lo hiciste tú?—Pregunté mostrando y apuntando.
—Pues sí. ¿Quién más si no?—Rió, mientras se estiraba y volvía a levantarse.
La dejé a un lado todavía sorprendido. Abrí la caja.
Habían palos de helado, de colores. Saqué uno que en la punta tenía una palabra: "Tristeza". Lo saqué y lo miré.
"No te desanimes, todo pasará, sólo espera a que llegue a tus brazos."
habían muchas, y de diferentes emociones. Enojo, felicidad, tristeza, disgusto, vergüenza, aburrimiento, o hasta emoción. Me hizo ilusión, y su carita también lo demostraba.
Sonreí, cerré la caja, tomé su rostro entre mis manos y lo besé. No dudó en hacerlo de vuelta. Quizás nos quedamos un buen rato besándonos, pero se sintieron como segundos. Era simplemente hermoso, la verdad. Su sonrisa hermosa, sus ojos cerrarse otra vez al acercarme a su rostro, su cabello despeinado y sus dientes relucir con mi sonrisa que son formadas al mismo tiempo por nuestras miradas coquetas.
—Te amo...—Susurró, entre besos. Su sonrisa al separar ese beso, fue más que satisfactoria, fue más que hermosa. ¿Qué ha hecho en mi como para hablar en mi cabeza de él de esa forma?
—Yo igual...—Besé su mejilla, y luego su frente.—Dejaré esto en mi escritorio, no te muevas.—Me levanté y dejé los regalos sobre el escritorio para no dañarlos. Mingyu se mantuvo mirándome todo el recorrido que daba, y todos los movimientos torpes que realizaba, acostado sobre la cama con una sonrisa traviesa en sus finos pero rechonchos labios.
Me recosté otra vez, y suspiré, mientras veía su rostro.
—¿Sabes que te ves grandioso?
—Pues no.
—Te lo digo ahora. Eres hermoso, grandioso, per- —No lo dejé terminar con un beso, mientras nos revolcábamos un poco por la cama deshecha.
—Cállate, y sólo bésame.
Entre suspiros, lo besaba, me sentía extasiado, pero no quitaba el cariño que le daba con las caricias en su cuello o rostro, delicadas como él mismo.
—Eres mi mejor regalo.—Susurré, sintiendo su mano en mi rostro. Su rostro feliz me daba un aire de júbilo fresco y perfecto. Me daba algo que en verdad me encantaba, y no sé que rayos es.
—¿Quieres que me ponga un moño? A lo mejor así es más importante.
—No tienes porqué. Ya lo eres.—Sonreí mientras reía bajito. Mi nariz se arrugó al ver como estiraba sus labios. Lo besé cortamente, mientras su mano entrelazaba la mía.
Nos miramos, y ambos nos acostamos cómodamente en la cama. Cerramos los ojos y nos relajamos como nada.
En nada el sueño nos atacó.
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-Body-
FanfictionNo puedo cambiar mi cuerpo. ¿Por qué me lo exigen? ¿Por qué me llaman así? No puedo cambiar, déjenme en paz... Por favor, alguien que me saque de aquí... 🦋Historia Meanie (Mingyu y Wonwoo) 🦋No se permiten copias ni adaptaciones. 🦋Inicio: 25/08...