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En dos semanas más, nos graduamos. Todos hablan de eso, preparan la ceremonia, las decoraciones, los planes para futuro.

Y yo...

Pienso en qué comeré mañana...

Todos tienen prioridades. ¿No? 

Sí, iré a estudiar medicina, es mi sueño. Mingyu quizás será profesor, una vez lo hablamos. Fue divertida esa conversación, no fue agobiante como la de los profesores, que siempre te advierten del futuro, de lo que harás de aquí a veinte años, cuando ni siquiera sabemos si mañana despertaremos bien, sanos o vivos. ¿Por qué siempre se preocupan de el futuro demasiado lejano? Es que sólo hay que saber lo que quieras hacer. Algunos imprevistos vienen y no puedes estar planeando tan anticipadamente. Sí, prepararse no está mal, pero no te excedas. 

Es absurdo, agobiante, estresante, y tonto.

Me molesta.

Pero al menos sé lo que quiero hacer, mis metas, mis límites y objetivos. ¿No?

Hoy estaban todos hablando en el aula de las vocaciones. De las profesiones, de lo que queremos ser en un futuro, lo que queremos hacer con nuestras vidas. ¿En serio le preguntan eso a adolescentes de dieciocho años que ni siquiera saben si van a querer ir a clases al día siguiente? 

¿O a niños de siete años que sólo piensan en querer ir a jugar con sus amigos en vez de su futuro supuestamente planeado?

¿En serio le preguntan a niños lo que quieren ser cuando no se deciden ni por el color de calcetines que quieren llevar?

No hay cosa más absurda que esto.

—Profesor, creo que no todos tienen claro lo que quieren hacer en su futuro. No es justo que siempre nos apure con elegir, para luego arrepentirnos.—Con mi mano alzada, respondí a mi profesor que discutía con un compañero.—¿No le parece tonto lo que haremos en treinta años en vez de lo que haremos en cinco? Cuando estemos todavía en la universidad y no tengamos nada interesante en nuestro currículum. ¿No es absurdo? Para mi sí. Si mira sólo la cúspide de el cerro, no verá el camino hacia esa cúspide. Que seguro será mucho más satisfactorio o dificultoso que el final de ese camino.—Respiré, mientras explicaba con las manos. Toda la clase me miraba, con ciertos aires de curiosidad.

—Sí, pero...—El profesor exhaló aire y miró la pizarra.

—Es tonto intentar predecir lo que tendré o haré en veinte años y no en cinco. Quizás una anticipación está bien, pero un resultado concreto... No me parece correcto.—Terminé, mientras suspiraba y miraba a mis compañeros. Muchos comenzaron a alzar sus manos para chocar sus palmas y hacer unos aplausos completamente. 

El timbre sonó y me levanté al igual que mis compañeros. Varios me miraron con alegría por mi pequeño discurso. 

Mingyu me abrazó por la cintura cuando salimos de la sala.

—Que chico más atrevido tengo de novio. Me has sorprendido. Eres muy inteligente.—Sonrió, para luego besar mi cuello. Su sonrisa era evidente, y estaba seguro que su alegría estaba esparcida por toda el área.—Me encanta que seas así.—Susurró en mi oído, para luego mostrar frente a mi, nuestras galletas favoritas.

Oh...

Nunca las especifiqué.

Son galletas de chocolate con relleno de vainilla. 

Son una delicia. 

—¿Quieres comer?—Asentí, para luego tomar mi mano y llevarme al patio. 

Nos sentamos en una banca, y con la bolsa de galletas entre medio de ambos. Nos miramos de vez en cuando, mientras masticamos las galletas que tenemos en la mano o en la boca. Reímos al ver como alguno de los dos, tiene la mejilla llena de galleta. 

—Tienes...—Apuntó la comisura de mis labios.—Ven.—Con dos dedos hizo el gesto de que me acercara. Así hice, mientras trataba de agarrar la penúltima galleta. Limpió la comisura de mis labios, y me miró con ternura.

—¿Pasa algo?

—No, nada.—Desvió su mirada, mientras suspiraba.

—Dime, algo pasa.—Mi mirada anteriormente enternecida, cambió a una preocupada, sus pulgares jugando y su mirada triste, claramente no eran señales buenas.—Mingyu... Si hay algo mal puedes contarme.

—Quizás me vaya al extranjero para estudiar.—El aire se me fue, y el sabor de las galletas ya no se distinguía. Una cierta amargura invadió mi corazón, y mi felicidad se evaporó.—No es seguro... Pero, tengo miedo.

—N-No pasa nada. Podemos, no lo sé. Déjame pensar.—Susurré, mientras me apartaba un poco.

—Sé que quieres estudiar medicina aquí, y que quieres hacer muchas cosas. Lo sé, por eso será mejor que acabemos con esto.

—¿A qué te refieres?

—A nosotros.—Suspiró, levantando su vista.—Para nos hacernos daño con la distancia.—Sonrió levemente. Mi corazón se paralizó.

—¿Qué? Por supuesto que no. H-hay relaciones a distancia, podemos llevar esto, lo prometo, yo haré lo imposible si...—Negó varias veces.—Hablaré con tus padres. Sé que ellos te obligan a irte y a elegir una carrera que no quieres, lo sé porque tú mismo me lo has contado. No me mientas.—Apunté con cierto enojo su cara, tratando de no romper en llanto, sí, escondiéndolo detrás de el enojo. ¿Fácil no?

—Wonwoo... Sabes que esto no está en mis manos. Te prometo que haré lo posible para mejorar todo, pero no sé si pueda hacer mucho.—Tomó ambas de mis manos, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, lágrimas que de seguro con un pestañeo saldrían.

—Sé que quieres ser profesor... ¿Por qué dejas pisotear tus sueños...?—Dije antes de comenzar a llorar.

—Mis padres son así... Lo siento muchísimo... En verdad.—Tomó mi nuca y besó mi mejilla, no podía dejar de llorar.—Quisiera hacer algo, pero no puedo. Ellos buscan mi bien...

—Sí claro, tú bien, mientras tus emociones quedan encapsuladas, y mientras yo me quedo podrido acá.—Suspiré, mientras me alejaba de él, deshaciendo el abrazo.—Hubiese sido mejor haberme quedado años encerrado a que te vayas de mi lado. Te juro que prefiero eso...—Otras lágrimas pasaron por mi cara, mientras él lloraba también. 

—Perdóname.

—No me pidas disculpas... Debe de haber una solución, hablar con tus padres, no lo sé...—Susurré, mientras limpiaba con la manga de mi sudadera las gotas saladas de mis ojos.

—Puede ser... Ni siquiera están seguros. Tengo miedo, Wonwoo.—Tomó mis manos, y me miró, con el miedo impregnado en sus ojos, como si estuviera llamando, rogando por ayuda.

—Lo solucionaremos... No te preocupes.

En realidad estoy muerto de miedo por perderlo, por no saber nada más de él...

Y peor a todo eso.

No estar junto a él...


-Body-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora