26.-

486 76 10
                                    

Cómo se puede destruir ilusiones en una persona en menos de cinco pasos. 

1.- Ten una mala noticia.

2.- Prepárala/o un poco con un momento relajante.

3.- Cuéntale con palabras sencillas lo que pasa.

4.- Llora y espera que esa persona pierda fe en ti.

Podrían ser menos de cuatro pasos, si te saltas por ejemplo el segundo, pero bueno. 

Me odio por no decirle, me odio por no cumplir sus expectativas o no ser lo suficiente. Me juré por mucho tiempo que intentaría ser lo mejor para él, que tendríamos una especie de conexión de verdad, que seríamos felices, y si no lo éramos tendríamos que superar todo. Me duele el hecho de que se vaya, no quiero.

Le tomaría la mano, y como un pequeño niño no lo dejaría ir a un avión. No lo dejaría armar la maleta, nada. No puedo.

Es como si la mitad de mi alma se fuera con un segundo, con sólo unos segundos. ¿Cómo es posible? Sé que volverá, pero quizás el "nosotros" ya esté roto, que ya no exista, que ya no haya más besos, abrazos o sonrisas intercambiadas. Que nuestro futuro se vea más prometedor, y tengamos que seguir ese futuro por simple conveniencia. Me siento mal, pero no puedo retenerlo, sería inmaduro y egoísta el solo robarle la oportunidad de estudiar en un lugar mejor, en un sitio que valga la pena. ¿No? 

No me gusta.

Pero como siempre dicen.

Si lo amas déjalo ir.

Hoy era el penúltimo día de clases. Mañana sería la graduación, con una ceremonia. Estaba intentando de convencer a sus padres, pero no podía hacer mucho en verdad. Lo había asumido en estos últimos días, con lágrimas en los ojos, temblores en las manos y desilusión en el corazón. Me dolía, como mil demonios, como si alguien, como si la subconsciencia me estuviera martillando cada puto momento juntos para guardarlos como los mejores, con la nostalgia. Sí, faltaba tiempo para que se fuera, pero los días están contados. Cada segundo era una tortura. Sentía como si fuera a desvanecer con un soplido, como si nuestros besos fueran los últimos. 

Me sentía miserable.

Por milésima vez en mi vida.

Todo era demasiado hermoso como para ser así.

Era demasiado bueno.

Demasiado perfecto...

Tengo la definición perfecta. Como los cuentos de hadas. 

Sí, tal cual, con los ansiados felices por siempre, con los ansiados besos al final que curan la maldad y la miseria. Súper creíble. 

—Wonwoo, entiende que no puedo manejar esto. No sé que rayos hacemos juntos todavía cuando es el penúltimo día.—Estaba desesperado, gritando en el salón de clases ya vacío.—De hecho, ya no nos quedan días que contar.—Suspiró con una sonrisa irónica. Las clases habían terminado, y sólo quedaban los talleres o clubes extras. 

—Déjame ayudarte.

—¡No, joder! ¡Te estás ayudando a ti mismo! Yo no necesito tu ayuda. Necesito irme.—Tomó su mochila, mientras una lágrima silenciosa y discreta cayó con un pestañeo indispensable para seguir viéndolo. Mi corazón fue machucado y encarcelado igual que mis esperanzas. 

—Estoy harto. ¡Hice todo lo posible! ¡Todo lo posible para hacerte feliz! ¿En serio así me agradeces? ¿Sin intentarlo? ¿Sin combatir por lo que quieres?—Grité, mientras golpeaba varias veces la mesa. La adrenalina estaba tomando todas mis acciones, la energía subía a mi, y no podía controlarla. 

-Body-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora