Un poco después, Jeonghan se llevó a Samuel, que titiritaba de frío, y a Chan, que estaba eufórico, llevando la manta que su padre había tendido sobre la arena. La barbacoa ya estaba en marcha, y las briquetas de carbón habían adoptado un brillo blanquecino por los bordes.Seungcheol desplegó las sillas de playa sobre la manta y los observó mientras se acercaban.
—¿Qué tal el agua, niños?
—¡Insuperable! —contestó Chan. Su pelo, parcialmente seco, apuntaba en todas direcciones—. ¿Está lista la comida?
Seungcheol echó un vistazo a las briquetas.
—Dame unos veinte minutos.
—¿Podemos Samuel y yo volver al agua, mientras tanto?
—¡Pero si acaban de salir! ¿Por qué no se quedan aquí tranquilitos unos minutos?
—No queremos nadar. Queremos hacer castillos de arena —explicó el pequeño.
El mayor se fijó en que a Samuel le castañeaban los dientes.
—¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? Tienes los labios morados.
El hermano menor asintió con vehemencia.
—Estoy bien —dijo sin dejar de temblar—. Y se supone que en la playa hay que hacer castillos.
—De acuerdo, pero pónganse la camiseta. Y quédense allí, donde pueda verlos —les ordenó su padre.
—Ya lo sé, papá —asintió Chan—. Ya no soy tan pequeño.
Seungcheol hurgó en una bolsa de lona y ayudó tanto a Chan como a Samuel a ponerse la camiseta. Cuando acabó, el niño agarró una bolsa llena de juguetes de plástico y palas. Luego, salió disparado. Se detuvo a unos pocos metros de la orilla. El más pequelo lo siguió.
—¿Quieres que vaya a vigilarlos? —preguntó Jeonghan.
Seungcheol sacudió la cabeza.
—No, estarán bien. Esta es la parte a la que están acostumbrados. Cuando yo preparo la carne, quiero decir. Saben que no pueden meterse en el agua —se acercó a la nevera portátil, se puso de cuclillas y abrió la tapa—. ¿Tú también estás hambriento?
—Un poco —respondió el menor antes de caer en la cuenta de que no había probado bocado desde el queso y la cerveza de la noche previa.
En ese preciso momento, su estómago rugió y Jeonghan cruzó los brazos sobre la barriga.
—Perfecto, porque yo me muero de hambre —mientras Seungcheol empezaba a hurgar en la nevera, el pelinegro se fijó en los músculos nervudos de su antebrazo—. Había pensado en perritos calientes para Chan, una hamburguesa con queso para Samuel y para ti y para mí, bistecs —sacó la carne y la dejó a un lado, luego se inclinó hacia la parrilla y empezó a soplar fuerte sobre las briquetas.
—¿Quieres que te ayude?
—¿Puedes poner el mantel en la mesa? Está dentro de la nevera.
—Muy bien —contestó. Sacó una de las bolsas de hielo y se quedó mirando atónito el contenido de la nevera—. Aquí hay suficiente comida para un regimiento.
—Sí, lo sé, con los niños mi lema siempre es pecar de exceso antes que quedarme corto, ya que nunca sé exactamente qué es lo que les apetecerá comer. Ni te puedes imaginar las veces que hemos venido aquí y me he olvidado algo y los tres hemos tenido que volver a montar en el coche para ir a buscar a la tienda lo que necesitábamos. No quería que eso me pasara hoy.
ESTÁS LEYENDO
My Haven ➳ Jeongcheol
Fanfiction"Cuando Yoon Jeonghan apareció en la pequeña localidad de Yeosodo, en Corea del Sur, su precipitada llegada provocó muchas preguntas y dudas sobre su desconocido pasado. Él es alguien hermoso, no le gusta lucirse y tiene una determinación obstinada...