My Haven ➳ Jeongcheol

«Capítulo 11»

Cuando salieron del agua, Samuel dijo que tenía frío y su padre lo llevó hasta el lavabo para ayudarlo a cambiarse con ropa seca. Jeonghan se quedó con Chan sobre la manta, admirando el modo en que la luz del sol se filtraba en el agua mientras el niño jugaba a formar montoncitos con la arena que iba soltando poco a poco entre los dedos de una mano.

—¿Me ayudas a hacer volar mi cometa? —preguntó Chan de repente.

—Nunca lo he hecho...

—Es fácil —insistió él, rebuscando entre la pila de juguetes que Seungcheol había traído, hasta que finalmente sacó una pequeña cometa—. Yo te enseñaré. ¡Vamos!

El chiquillo arrancó a correr por la playa, y aunque Jeonghan empezó a seguirlo al trote, muy pronto se decantó por caminar con paso enérgico. Cuando alcanzó al pequeño, este ya había empezado a desenrollar la cuerda y le entregó la cometa.

—Solo tienes que sostenerla por encima de la cabeza, ¿de acuerdo?

El pelinegro asintió mientras Chan retrocedía lentamente al tiempo que seguía desenrollando la cuerda con una pasmosa agilidad.

—¿Estás listo? —gritó cuando se detuvo—. Ahora empezaré a correr. ¡Cuando te avise, suéltala!

—¡Sí! ¡Estoy listo! —respondió, gritando para que él lo oyera.

El niño empezó a correr, y cuando Jeonghan notó la tensión en la cometa y lo oyó gritar, la soltó de inmediato. No estaba seguro de si la brisa sería lo bastante fuerte, pero la cometa se alzó ligeramente en el cielo. El niño se detuvo y dio media vuelta. Mientras caminaba hacia él, soltó incluso más cuerda.

Jeonghan se colocó a su lado y achicó los ojos para contemplar cómo la pequeña cometa se iba alzando poco a poco hacia el sol. La distintiva forma de la cabeza de 'Pororo', blanca y amarilla, era visible incluso desde lejos.

—Me gusta volar cometas —comentó Chan, sin apartar la vista del cielo—. ¿Cómo es posible que nunca hayas tenido una?

—No lo sé. No es algo que se me ocurriera hacer de niño.

—¡Qué pena! Porque es divertido.

Chan continuó con la vista alzada. Su cara era una máscara de concentración. Por primera vez, Jeonghan se fijó en lo lindo que era. Cuando sea grande, le sacaría suspiros a muchas personas.

—¿Qué tal el colegio?

—Bien. Lo que más me gusta es la hora del recreo, porque corremos y hacemos carreras.

Desde que habían llegado a la playa, el niño no había estado ni un segundo quieto.

—¿Te gusta tu maestra?

—Sí, es muy simpática. Se parece a mi papá. Nunca se molesta ni nos riñe.

—¿Tu papá nunca les riñe?

—No —respondió él con gran convicción.

—¿Y qué hace cuando se enfada?

—Nunca se enfada.

Jeonghan estudió a Chan, preguntándose si el pequeño hablaba en serio, hasta que finalmente se dio cuenta de que sí.

—Vaya...

—¿Tienes muchos amigos?

—No muchos. ¿Por qué?

—Porque papá dice que eres su amigo. Por eso te ha invitado a venir a la playa con nosotros.

—¿Y cuándo te ha dicho eso?

—Cuando estábamos jugando con las olas.

—¿Qué más te ha dicho?