«Capítulo 24»

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Jungjae no fue a hacer trabajo extra el fin de semana que le había dicho a sus dos compañeros que lo haría. En vez de eso, se quedó en casa con las cortinas cerradas, molesto por lo cerca que había estado de encontrarlo en Suwon.

No habría conseguido seguirle el rastro hasta tan lejos si no fuera porque Jeonghan había cometido el error de ir a la estación de autobuses. Jungjae sabía que era el único medio de transporte que podía haber tomado. Los billetes eran baratos y no hacía falta identificarse, y a pesar de que no estaba seguro de cuánto dinero le había robado, sabía que no podía ser mucho.

Desde el primer día de casados, Jeonghan le había dado el control del dinero, además que era él quien trabajaba. Jeonghan se quedaba en casa y acostumbraba a entregarle los recibos, a darle el cambio. A veces, sin embargo, se quedaba dormido en el sofá por el cansancio, y ahora podía imaginar a Jeonghan sustrayéndole el billetero sigilosamente y robándole dinero. Lo imaginaba riéndose de él en silencio mientras lo hacía, y cómo, por la mañana, le preparaba el desayuno y fingía que no había hecho nada malo. Le sonreía y lo besaba, pero por dentro se estaba burlando de él. ¿Podía ser eso cierto? ¿En serio sería capaz de hacerle eso? No lo creía... De alguna u otra forma, Jeonghan le había robado dinero, y el sabía que eso no estaba bien, pues la Biblia decía: «No robarás».

En la oscuridad, Jungjae se mordió los labios, pensando en cómo al principio había esperado que regresara. Nevaba, así que Jeonghan no podía ir muy lejos.

La primera vez que había huido también lo había hecho una noche, y al cabo de unas horas lo llamó y le había pedido que fuera a buscarlo porque no tenía a dónde ir. Ya de vuelta en casa, le pidió perdón por lo que había hecho y él le preparó una taza de chocolate caliente mientras el otro permanecía sentado, tiritando en el sofá. Le llevó una manta y lo observó mientras se cubría, intentando entrar en calor. Volvió a la cocina para recoger el chocolate caliente, caminó, le sonrió y Jeonghan le devolvió la sonrisa, pero cuando éste dejó de temblar, Jungjae dejó caer la taza al suelo y se fue.

A la mañana siguiente, cuando se levantó para ir a trabajar, su esposo ya había limpiado el chocolate derramado por el suelo, pero en la alfombra todavía quedaba una mancha que no había conseguido quitar. A veces, Jungjae se deprimía solo con ver esa mancha.

Flashback

Cuando se dio cuenta de que Jeonghan se había marchado, prendió la televisión mientras esperaba a que regresara, pero el teléfono no sonaba y la puerta principal seguía cerrada. Pensaba que no podía hacer mucho rato que se había ido; no había pasado ni una hora desde la última vez que había hablado con él por teléfono.

Le había dicho que estaba preparando la cena. Pero no había ni rastro de cena en el horno. Ni rastro de él en la casa, ni en la bodega, ni en el garaje. Se quedó un rato en el porche y buscó pisadas sobre la nieve, pero era obvio que su preja no había salido por la puerta principal. Sin embargo, la nieve en el patio trasero estaba igualmente intacta, así que eso quería decir que tampoco había salido por allí. Era como si se hubiera ido volando o se hubiera esfumado en el aire. Parecía que Jeonghan todavía tenía que estar en casa, pero no.

En la siguiente media hora, estaba tan confundido que de un puñetazo abrió un boquete en la puerta de la habitación. Salió desesperado y se puso a caminar en dirección a cada puerta de los vecinos. Les preguntó si lo habían visto salir, pero nadie supo decirle nada. Se metió en el coche y empezó a barrer las calles del vecindario, intentando averiguar cómo había sido capaz de salir de casa sin dejar rastro. Pensaba que Jeonghan le sacaba dos horas de ventaja, pero él iba andando, y con aquel tiempo no podría llegar muy lejos. A menos que alguien lo hubiera recogido en coche. Alguien con quien tuviera relación, tal vez.

My Haven ➳ JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora