«Capítulo 27: A mi querido esposo, Choi Seungcheol...»

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Jeonghan obtuvo la licencia de conducir la segunda semana de julio.

En los días anteriores al examen, Seungcheol lo había llevado a hacer prácticas con regularidad, y a pesar de algunos pequeños fallos, aprobó el examen casi con una nota de excelente.

Al cabo de unos días, recibió el carné por correo, y cuando abrió el sobre, sintió un leve mareo. Había una fotografía junto a un nombre que jamás habría imaginado que utilizaría en un documento original, pero según el Estado, ahora era tan real como cualquier otro residente.

Aquella noche, Seungcheol lo invitó a cenar. Después, pasearon por el centro de la ciudad cogidos de la mano, contemplando los escaparates y gastándose una que otra broma entre ellos. De vez en cuando, Jeonghan veía que el mayor lo miraba con insistencia. Al final no se pudo contener.

—¿Qué pasa?

—Solo estaba pensando que ahora no tienes cara de llamarte Minki. Tienes más cara de llamarte Jeonghan.

—Pues será mejor que vuelva a tener cara de Minki, porque es mi 'nombre' ahora, y lo puedo probar gracias a mi carné de conducir.

—Lo sé... Pero yo te llamaré Jeonghan cuando estemos juntos. Ahora lo único que te hace falta es un coche.

—¿Y por qué iba a necesitar un coche? —se encogió de hombros mientras paraba en seco para sentarse en una banca frente al faro—. Vivo en una pequeña localidad y tengo una bicicleta. Y cuando llueve, siempre hay un chico que está dispuesto a llevarme en coche a cualquier sitio. Es casi como disponer de un chofer.

—¿De veras?

—Sí. Y estoy seguro de que si se lo pidiera, incluso me dejaría su coche porque lo tengo completamente en el bote.

Seungcheol enarcó una ceja al tiempo que se sentaba con el otro.

—Ese chico no parece un tipo con demasiado carácter.

—Oh, no está mal —bromeó él—. Al principio parecía un poco desesperado y no paraba de hacerme regalitos, pero ya me he acostumbrado.

—¡Tienes un corazón de oro!

—Ya lo sé. No abundan las personas como yo.

Seungcheol se echó a reír, y Jeonghan aguantó la risa por un momento más, hasta que el mayor le empezó a hacer cosquillas. Cuando el 'angelical' chico golpeó a su acompañante en el pecho, como solía hacer, se detuvieron. El mayor se quedó observándolo con una sonrisa enamorada, mientras el otro acomodaba el mechón que estaba en su rostro.

—Me parece que finalmente has decidido salir de tu cascarón y ahora empiezo a ver tu verdadero yo.

El menor se acercó. Estaba tan cerca de sus labios, que podía hasta saborearlos.

—Ya conoces a mi verdadero yo —dijo, al tiempo que detenía su acercamiento para mirarlo a los ojos—. Más que nadie en este mundo...

—Lo sé —admitió, pasando su diestra por aquella mejilla suave con suma delicadez—. Y por eso creo que estábamos destinados a encontrarnos el uno al otro.

Así, sellaron una vez más sus labios en un beso apasionado, pero cargado del amor más puro.

A pesar de que la tienda estaba tan concurrida como de costumbre, Seungcheol se tomó unos días libres.

Eran sus primeras vacaciones desde hacía mucho tiempo, y se dedicó a pasar la mayoría de las tardes con Jeonghan y los niños, disfrutando de los ociosos días de verano como no había hecho desde que era pequeño. Salía a pescar con Chan y construía casitas para con Samuel y también llevó a Jeonghan a un festival de música. Cuando las luciérnagas inundaron el espacio, cazaron docenas de ellas con una red y luego las metieron en un frasco de cristal; más tarde, aquella misma noche, contemplaron el resplandor espectral con una fascinante admiración antes de que finalmente Seungcheol abriera la tapa.

My Haven ➳ JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora