Jeonghan se despertó exhausto.Se había pasado parte de la noche en vela, sin pegar ojo, sin poder borrar de la mente las todas cosas horribles que le había dicho a Seungcheol, y de cómo había reaccionado.
No sabía qué le había pasado.
Sí, estaba triste por los Han, pero la verdad era que no recordaba cómo habían empezado a discutir. O más bien dicho, sí que lo recordaba, pero no le encontraba sentido alguno. Sabía que el mayor no había intentado presionarlo, ni que tampoco lo había intentado forzar a hacer nada que no estuviera preparado. No lo había hecho en lo absoluto.
Sabía también que nunca se atrevería a agredirlo ni con el pétalo de una rosa, ¿pero qué le había dicho?
«¿Qué piensas hacer? ¿Pegarme? ¡Vamos! ¡Adelante! ¡A ver si te atreves!»
¿Por qué había dicho semejante estupidez?
No podía dejar de pensar en todo eso y en llorar. Lo había tratado mal.
Al final, se sintió cansado debido a las lágrimas, y logró quedarse dormido hacia las dos de la madrugada, cuando el viento y la lluvia empezaban a disminuir de intensidad.
✨
El día amaneció con el cielo totalmente despejado, y los pájaros encaramados en los árboles llenaron el espacio con su canto.
De pie en el porche, Jeonghan se fijó en los desperfectos causados por la tormenta. Ramas partidas por doquier y un manto de verduras esparcidas por el patio y por el sendero de gravilla. El aire ya estaba saturado de humedad. Iba a ser un día bochornoso, quizás el de más calor de todo el verano. Se dijo a sí mismo que le recordaría a Seungcheol que no dejara a los niños demasiado rato fuera expuestos al sol, pero quizás él ya no querría que se quedara con ellos. Tal vez seguía enfadado.
—No es un tal vez, es un seguro —se corrigió a sí mismo—. Y además, ni siquiera dejó que los niños se despidieran de mí anoche...
Se sentó en los peldaños y se giró hacia la casa de Iseul, preguntándose si ya estaría despierta. Era temprano, probablemente demasiado temprano como para llamar a su puerta. No sabía ni qué le diría a su amiga, ni si le serviría de ayuda. No podía confesarle lo que le había dicho a Seungcheol porque era un recuerdo que prefería borrar por completo, pero quizá su amiga lo ayudaría a comprender la ansiedad que se había apoderado de él.
Incluso cuando el mayor se marchó, Jeonghan siguió notando la tensión en los hombros, y por primera vez desde hacía muchísimas semanas, se tuvo que dormir con la luz encendida. Su intuición le decía que algo iba mal, pero no acertaba a comprender de qué se trataba. Quizá fuera que no podía dejar de pensar en los Han y en los inevitables cambios en la casa después de su muerte.
¿Qué pasaría si alguien se daba cuenta de que faltaban unos documentos de Minki?
Solo con pensarlo, se le oprimía el estómago.
—Todo saldrá bien —oyó de repente.
Al girarse se encontró con Iseul, de pie cerca de él con zapatillas de deporte, las mejillas encendidas y la camiseta empapada de sudor.
—¿De dónde vienes?
—Ah, he salido a correr un rato —contestó su vecina—. Estaba intentando espantar el calor, pero obviamente no lo he conseguido. Hay tanta humedad que apenas podía respirar, y por un momento he temido caer al suelo fulminada a causa de un ataque de corazón. De todos modos, me parece que estoy en mejor forma que tú. Te veo muy abatido.
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My Haven ➳ Jeongcheol
Fanfiction"Cuando Yoon Jeonghan apareció en la pequeña localidad de Yeosodo, en Corea del Sur, su precipitada llegada provocó muchas preguntas y dudas sobre su desconocido pasado. Él es alguien hermoso, no le gusta lucirse y tiene una determinación obstinada...