Capítulo 3

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Puede ser posible que la rectora quiera verme en calzas de danza clásica, pero no voy a rebajarme a ello. Busco un poco de ropa deportiva en mi casillero y me presento en el salón de baile de la profesora Ching. La Universidad tiene clases dedicadas al arte. Como he dicho antes, talleres extracurriculares para hacerte perder el tiempo. Y una de ellas es la clase de baile. He asistido varias veces como forma de castigo. Pero en realidad disfruto de ellas porque soy bueno.

—Oh, muchacho, al fin te dignas a aparecer —me saluda Ching al verme —La rectora me avisó que vendrías hoy. Te he echado de menos.

Dejo que me abrace, porque sé que le gusta hacerlo. De descendencia asiática, Ching, es bajita y muy delgada. Pero a pesar de eso y de su edad, aún se mueve como una adolescente.

—Yo también te eché de menos, Ching —le digo guiñándole un ojo —No es mi culpa que me hayan dado vacaciones en medio del semestre.

—Supe lo de tu suspensión —coloca sus manos sobre sus caderas y me mira con reproche —¿Cómo se te ocurre pasear con aquella máquina infernal por la Universidad?

—Solo me divertía un poco.

—No cambias más, muchacho —palmea mi mejilla con cariño.

El salón de baile todavía está vacío así que Ching me pide que prepare las colchonetas para el precalentamiento. Ching sale de allí y me deja solo por unos instantes. Aprovecho para revisar la lista de alumnos que van a asistir. Mis ojos encuentran su nombre.

Gwendolyn Hudson.

Su apellido me resulta familiar, como si lo hubiese escuchado en alguna de las reuniones sociales de Donald. Ching vuelve y detrás de ella entran las alumnas y alumnos que toman su clase. Entonces la veo detrás de todo, inmersa en su teléfono, totalmente ajena a las miradas de odio que le dirigen sus compañeras. Lleva puestos unos ajustados shorts y una musculosa blanca.

—Bienvenidos alumnos —habla Ching —Hoy tendremos la suerte de contar con la ayuda de Caden para la clase.

Gwen deja de mirar su celular y levanta la cabeza hacia mí. Puedo ver el horror en su mirada y hago todo lo posible para no reírme.

—¿Qué hace él aquí? —pregunta atónita.

—Guarda ese teléfono, Gwendolyn... —le pide Ching —Caden va a ayudarme con la clase de hoy.

—Soy Gwen —dice de mala gana —Solo Gwen.

Me gusta saber que le molesta que la llamen por su nombre completo. Es otra forma de meterme con ella.

—Hola, carita-linda —le guiño un ojo.

Ella resopla, sus compañeras la miran con más odio. Seguro que están muriendo de envidia porque Gwen se sentó con los chicos y yo en la cafetería.

—¿Por qué a mí? —se queja mirando al techo.

—Ya basta de quejas —dice Ching calmando el repentino murmullo que se levanta —Cada uno elija una colchoneta y empiecen con los ejercicios de elongación.

Gwen se va al final del salón, alejada de todos. Evita mirarme mientras que yo recorro el lugar dando indicaciones y ayudando a levantar alguna pierna. Decido dejarla tranquila por unos minutos, tengo que darle tiempo a que me desee.

Los ejercicios de elongación terminan y las colchonetas se guardan. Ching busca un CD entre sus cosas para iniciar la clase.

—¿Qué bailaremos hoy? —le pregunto.

—Valls —dice con emoción.

—¿Por qué no un poco de tango? —muevo mis cejas de manera pícara.

Peligrosa Obsesión (Remake) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora