CAPÍTULO.21.

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Con toda seguridad llego a la mansión de ese perro, entro y voy directo a la cocina en busca de Benita.
La veo preparando algo de comer.

-Benita.-la mujer da un pequeño brinco y lleva su mano a el pecho.

-Que susto me pegaste joven, no te oí llegar.

-Perdon, pero necesito hablar con el Romano y tiene que ser ¡ya!

-El está mejor, ya se encuentra en su despacho echo una fiera, ya que, se acaba de entrar de que se llevó a la muchacha.

-Vengo en buen momento entonces, voy a verle.

Me dirijo serio a el despacho y entro sin llamar.

-A ti te quería ver, ¿Dónde está Dulce?-grita.

-Ya supe lo que pasó y no voy a permitir que la maltrates, Dulce María vuelve a México conmigo.

-Solo espera a que Rafael se entere de lo que hizo su protegido, su querido Ucker, vas a perder mucho dinero y él ya no confiará en tí, le fallaste Uckerman, no te lo perdonará y te quitará todos tus privilegios. -me paro a pensarlo por un momento, se que tiene razón pero no me importa.

-Eso a tí no te incumbe, te devolveré hasta el último centavo, pero Dulce María se queda conmigo, ¿me oíste?
Volteo decidido a marcharme.

-Te arrepentirás Uckerman. -grita después de mi salida.

Llego a el hotel y en la recepción me encuentro con Verónica.

-Perdone señor Uckerman, ya tengo la ropa que me pidió para su novia.-sonrio recordando los celos de Dulce.

-Muchas gracias Vero, pero el echo de tener novia no quiere decir que me tengas que decir Señor, ya te dije llámame Cristopher. -meto la mano en el bolsillo trasero de mi pantalón y saco mi cartera para después darle a Verónica un pago muy generoso por su trabajo.
Ella sonríe y guarda el dinero en sus pechos.

-Un momento.-va tras el mostrador y saca varias bolsas. -Aquí tiene y gracias, cualquier cosa ya sabe dónde encontrarme.

Subo a el elevador y pulso la cuarta planta. Voy a mi habitación. Abro la puerta y veo a Dulce tumbada en la cama espaldas a mí, me acerco a ella y la veo dormida, pobrecita anoche no dormió nada, acarició su cabello, ¿qué hubiera pasado si no hubiera vuelto a por ella? Seguro que ya no tendría esa mirada inocente que le hace verse tan Dulce, ese perro hubiera abusado de ella tarde o temprano y eso yo no me lo hubiera perdonado.
Vuelvo a acariciarla y veo como sus ojos van abriéndose poco a poco.

-Hola preciosa. -con solo una palabra hago que sonría.

-Hola.-pasa su mano por mi rostro.

-Te traje la ropa.-su tez cambia a seria.

-Cristopher, ¿realmente cres que me importa eso? Solo quiero saber cómo estás, si ese desgraciado te hizo algo.-yo sonrio

-Por eso no te preocupes, yo se como defenderme, pero no, no me hizo nada, solo dijo que me arrepentiré y que Rafael cambiará conmigo eso es todo.

-Y tu...¿que le dijiste? ¿Me vas a devolver con él? .-una lágrima desciende por su cara.

-Hey.-la pego a mí.- Jamás haría algo así, ¿me escuchaste? Mirame.-me mira y sonríe. - Date una ducha y ponte algo de esto.-digo mostrándole todas las bolsas.

-Okey, esta bien.-se levanta de la cama y se dirige a el baño.

Pensar en Dulce bajo el agua me excita, y mucho, nose que será de nosotros en la vuelta a México, pero la reacción que tenga Rafael cuando se entere de todo esto será tremenda, querrá cobrar hasta el último peso que el viejo ese le iba a pagar y realmente entiendo la obsesión que el Romano tenía por Dulce y más al saber que nadie la hizo mujer, que todavía es una inocente y dulce niña.
El sonido de la puerta del baño abriéndose me saca de mis pensamientos, Dul asoma su cabeza sonrojada.

-¿Puedes voltear?-sonrío.

-¿Acaso ahora te sientes avergonzada?, te recuerdo que te ví en ropa interior.

-Sí pero no en toalla y olvidé cojer algo de las bolsas,¡ándale, voltea!.-me grita.

La obedezco giro sobre mí y siento sus pasos húmedos cada vez más cerca, cuando esta junto a mi volteo a verla, su mirada se fija en mí, sus ojos coquetos parpadean incrédula.

-Te dije que voltees nenso.-golpea mi pecho, agarro sus manos y juntas las llevo a mis labios para después depositar un tierno beso sobre ellas, detiene sus golpes para mirarme.
Ver su cuello mojado es tentador. El dulce aroma que desprende, invade mis fosas nasales, y el ligero temblor que presenta su cuerpo, me hace ver que me desea tanto como yo a ella.

Mi mano se posa en la parte trasera de el comienzo de la blanca toalla para después descender lentamente hasta llegar a la parte alta de sus glúteos, la aprieto contra mí y un gemido involuntario sale de su garganta.
Aparto sin soltarla las bolsas que se encuentran sobre la cama y aún pegados la tumbo sobre ésta, beso sus labios con pasión, verla jadear y moverse de esa forma, me pone loco. Paso mi lengua por su cuello, esta disfrutando, lo sé, mis besos descienden desde su mandíbula hasta el valle de sus senos comienzo a quitar el nudo de la toalla, al fin la tendré completa.

Nose que pasara por su cabeza pero su semblante cambia a serio, abre los ojos y me ve.

-Tengo miedo.-susurra. -Vas a lastimarme, lo sé.
Tapa su cuerpo con la toalla.

-¿Por qué crees eso Dulce? solo quiero hacerte el amor, no te lastimaré.-siento ternura por su ignorancia.

-No solo ahora Cristopher, mi primera vez quiero que sea especial, con la persona que realmente ame y tu solo quieres sexo, una vez y ¡ya! Todo abra terminado para tí. -nadie me había hablado así jamás, su sinceridad al contar sus verdaderos sentimientos me hace darme cuenta de que ella tiene razón, para mí Dulce es una más y para ella sería el primero.

Se Queda Conmigo (Vondy) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora