Una historia de amor y vampiros a través de los siglos en 31 capítulos con alrededor de 500 palabras.
He tomado las palabras basadas en la temática del Fictober del grupo Motín Fanficker como inspiración.
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Izuku gritó cuando esos dientes monstruosos desgarraron su carne; su vena yugular reventó y su sangre brotó como una manguerilla. Aquel día quería morir con una soga en su cuello pero nunca planeó ser devorado por un joven rubio de mirada roja y demoníaca. Forcejeó y trató de quitarse a la terrorífica criatura de encima, golpeó con el puño su pecho frío pero solo arrancó parte de su traje negro.
Después de dejar la carne roja y expuesta del cuello, la criatura con los colmillos manchados de escarlata, lo arrojó con fuerza descomunal a la cama como una muñeca de trapo. Izuku rebotó en el colchón y la sangre de su cuello salió a borbotones y manchó su chaleco esmeralda de botones dorados. Invadido por el pánico puso su mano en su yugular y trató de tapar la herida fatal aun no sentía el dolor de desfallecer.
Pidió suplicante con sus ojos abiertos, verdes e ingenuos su ayuda pero el rubio se ocultó como un espectro en las sombras del rincón. Había olvidado que Dios nunca tomó su mano, jamás lo salvó de sus constantes violaciones incluso cuando rezaba y lloraba al cielo pidiendo que la siguiente vez no doliera tanto, Dios no entraría por su ventana entonces se rindió al sufrimiento y las convulsiones de la muerte.
Poco a poco se quedó inmóvil mirando el techo de su cama. La luz naranja de las velas fueron las únicas piadosas al ofrecer un susurro de calor. Ahora se arrepentía de no ofrecer al menos una misa por el alma de su madre que había enterrado esa misma tarde, de no dar un último vistazo al retrato de sus padres abajo en la sala de su desvencijada mansión, ni siquiera de tener una última cena...Su corazón se fue pausando y pausando y la habitación se llenó de recuerdos mezclados.
—K-kacc... Kacchan —Izuku en sus delirios finales no dejaba de decir ese nombre que no conocía. Y su mente afectada por la fiebre vio una ciudad amurallada en una colina y un campo de flores rojas en el exterior que nunca había visto en su vida.
Al rato, el chico ya no tenía dolor solo hipotermia; sintió lo helado en las puntas de sus dedos, el corazón aletargado y un sueño profundo. De pronto sus ojos verdes se quedaron fijos en un punto del techo entonces murió.
Enseguida su cuerpo comenzó a reanimarse y cambiante hizo que su piel tomara un tono pálido, sus uñas claras se pudrieron en un segundo haciéndose negras y hongosas. Sus labios se colorearon de un rojo más intenso y su cabello alborotado y áspero se volvió sedoso y brilloso entonces sus inertes ojos verdes como hierba cambiaron a un sepia como las hojas de otoño, pasando al naranja del jengibre hasta verse rojos como el vino.