Nieve

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A la luz del sol.

Los copos se pegaron a su bufanda y el vaho escapó de su boca. Era invierno y sus compañeros se divertían lanzándose bolas de nieve mientras Bakugou Katsuki temblaba y buscaba calor friccionando sus manos. Entonces su mirada roja se perdió en la melancolía de la escarcha rozando sus mejillas pecosas...

En otoño un chico amable llamado Midoriya Izuku ingresó a la academia de héroes, desde el principio a todos les agradó excepto a él. Cuando se presentó frente al salón y el profesor le dijo que se sentara detrás de su pupitre, lo primero que hizo fue acercarse, sonreír y saludar:

"B-buenos días, K-kacchan" le dijo nervioso.

" ¡Ah? ¿Kacchan?" respondió levantando su rostro malhumorado del pupitre.
"Yo no me llamó Kacchan".

Aquella manera tan intima de dirigirse le enfermo y fue un golpe a sus entrañas, solo de ver su rostro inocente de pecas le provocaba un malestar sin razón, estaba enojado con él como si el chico nuevo era un traidor que había roto una promesa.

Midoriya solo pasó a su asiento y susurró:

"Es porque no recuerdas que siempre te he llamado así..."

Y Bakugou se estremeció con su voz.

Así fue su primer cruce de palabras y Midoriya empezó a invadir su vida como la mala hierba creciendo en un campo de flores rojas. Bakugou tenía taquicardias cuando sorprendía al chico de cabello verde observándolo a la distancia. Esos ojos posesivos como canicas rojas le daban escalofríos eran tan insistentes que parecían decir:

"Ven conmigo, me perteneces"

El chico era irritante por completo y lo orilló a ponerse a la defensiva. Si Midoriya se acercaba lo empujaba, si trataba de hablar lo callaba. Estaba furioso con él sin razón. Pero estaba justificado, todo en Midoriya era siniestro, a veces preguntaba: "¿Cual es tu comida favorita, Kacchan?" pero nunca lo veía comer en la cafetería, "¿Te gusta el calor o el frío?" pero Izuku nunca temblaba o sudaba en los entrenamientos y luego estaba la pregunta más rara "¿Te gusta el latir de tu corazón?" Eso le ponía los pelos de punta.

A pesar de sentir repulsión por el estudiante nuevo, Bakugou no le quitaba la vista. Su cara le parecía linda, sus ojos redondos le asustaban pero llamaban su atención y le gustaba ver sus pecas y su estupida sonrisa.

—¡Maldita sea, lo estoy mirando, otra vez! —dijo furioso dando pisotones sobre la nieve.

Sus compañeros seguían divertidos jugando con la nieve e Izuku estaba a la distancia contemplando sereno los suaves copos caer. Bakugou chasqueo la boca al disfrutar lo cálido de su rostro a pesar de tener una mirada fría como un cadáver.

—Otra vez mirando al chico nuevo —Kirishima evidenció.

—No seas tímido —dijo Kaminari juguetón y palmeó su espalda —No vamos a juzgarte si te gusta un hombre...

—¡Cállate! ¡No me gusta ese idiota de Deku!

—¿Deku? —Los dos chicos se miraron sorprendidos —¡Le pusiste un apodo tan adorable a Midoriya! —sus amigos se carcajearon y Bakugou se sonrojo preguntándose porque había dicho ese nombre que desconocía entonces Midoriya sonrió y cruzó su mirada roja con la suya:

"Ya recordaste quien soy, Kacchan".

Bakugou tembló y palideció, su voz fue clara pero sus labios no se movieron ni un centimetro, le había hablado con la mente...

A la luz de la luna.

Bakugou caminaba al exterior, sus botas se marcaban en la nieve y sus piernas temblaban al recordar una pesadilla recurrente acerca de un demonio. La escarcha se pegó a su rostro y el frío lo alivio un poco, quería despejarse de la mente esas canicas rojas que acechaban cada noche fuera de su balcón, unos ojos redondos y posesivos muy familiares.

—No puede ser él —se negó a las ideas absurdas que tenía.

Avanzó por la escuela cubierta de blanco encontrándose un rastro de sangre. Como un héroe siguió las huellas, dobló una esquina y lo que vio enseguida erizo sus vellos. La tinta roja de sangre formaba un pequeño camino que terminaba en la boca de Midoriya. El estudiante rubio miró como su boca escarlata arrancaba a pedazos la carne de uno de sus profesores. Enseguida se paralizó. En su iris rojo se reflejó con horror su inocente rostro de pecas que contrastaba con sus peligrosos y largos colmillos rojizos.

—¿Q-quien e-eres? —preguntó con terror.

Midoriya dejo caer al profesor muerto y limpiando su boca contestó:

—Un vampiro.

De pronto la cicatriz de nacimiento que tenía en forma de un sol comenzó a latir sobre su lado izquierdo. El rubio se sintió extraño y llevo una mano al pecho como si sufriera un infarto entonces se desmayó.

Mientras caía hacia la suave y blanca nieve su mente recordó a un niño quien le tomaba la mano mientras sonriente lo guiaba a una colina con flores. Estaban sus mejillas calientes mientras contemplaba su cabello verde alborotarse con el viento entonces pararon y admiró esos ojos redondos del color de la menta fresca. Le pareció los ojos mas hermosos del mundo. Tan verdes y brillantes.

—Kacchan, mira! —exclamó extendiendo sus brazos —Este es el tamaño de cuanto amo tu mirada roja.

Bakugou miró el rostro dulce del niño quien tenía de fondo un infinito campo de flores escarlata que se mecían tiernas como un enjambre de hilos rojos del destino. De pronto se sintió amado y el nombre Deku brincó en su corazón antes de desplomarse sobre la nieve.

ᴍɪʀᴀᴅᴀ ʀᴏᴊᴀ | ғɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora