Capítulo 3: Nostalgia

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Un pequeño niño rubio se encontraba solo en un establecimiento solitario. Más concretamente, un cabaret. Continuaba en la ciudad llamada Mayhem, pero era algo más distinta, algo más... Antigua. El niño estaba llorando y quejándose de algo.
-¡Devolvedme mi coche!- decía el niño de 10 años saltando e intentando alcanzar el coche de juguete que uno de los 3 adolescentes de 18 años estaba subiendo arriba para que no lo cogiera.
-Si lo quieres, cógelo- decía otro adolescente en ese grupo mientras se reían todos entre ellos.
El niño de 10 años ignoraba sus risas y solo quería de vuelta su coche. No quería nada más, no tenía más entretenimiento cuando su madre estaba en el cabaret. Saltaba y se caía en algunos saltos. Se volvía a levantar constantemente de la caída. Tenía heridas en las rodillas que no paraban de sangrar y aún así el niño se tiró diez minutos saltando todo lo alto que podía. Cuando no pudo más, dejó de saltar y se cubría las lágrimas de su cara.
-Oh, vaya. El niño no puede coger su coche- decía un adolescente en tono burlón.
-Vamos a ayudarle- decía el adolescente que le había quitado el coche de juguete de su mano dejándolo muy bajo.
El niño se paralizó por un segundo y cuando iba a coger el coche de juguete, el adolescente lo volvió a subir riéndose.
-Madre mía, este crío es tontísimo- decía uno de los adolescentes riéndose.
Esta no era la primera vez que le pasaba. Esos adolescentes iban todos los viernes al cabaret y sabían que el niño estaba ahí. Le extorsionaban, le hacían llorar constantemente y él no podía hacer nada. El niño siempre era acosado por esos adolescentes y estaba harto de ser un muñeco de trapo para ellos.
-¡Devolvédmelo!- dijo el niño metiendo una patada en la entrepierna del adolescente que sostenía el coche haciendo que este lo soltara.
Cuando el niño le dio la patada, el adolescente se quedó en el sitio dolorido y el niño iba a coger el coche de juguete pero los otros dos adolescentes le cogieron.
-Maldito hijo de puta- esas palabras que dijo el adolescente le dolían mucho al niño- Ahora por compensación me vas a dar 5 pavos si no quieres que tu cochecito de mierda se destruya.
El niño fue soltado y directamente se dispuso a correr dentro del cabaret. Busco entre toda la gente que estaba en las sillas y encontró a su madre atendiendo a un hombre de esas sillas.
-Mamá- aclamaba el niño tirando del traje de su madre- Mamá.
-¿Qué quieres, niñito pesado?- decía su madre mientras atendía al hombre.
La madre no podía estar más borracha. Como todos los días. Si trabajaba ahí, luego, todo el dinero se lo gastaba en sus bebidas alcohólicas. No podía ser peor que trabajar en un cabaret y ser alcohólica. Bueno, había una cosa peor.
-Necesito 5 euros mamá. Unos adolescentes tienen mi coche de juguete y quieren 5 euros- decía el niño preocupado.
-¡Anda y vete a tomar por culo niño!- decía la madre tirando la botella al suelo cerca del niño- Estoy harta de que esos... Chavalitos se metan contigo. Dales una lección tú mismo.
-Pero mamá...
-Y no me molestes más. Estoy trabajando con este señor de aquí. ¡Camarero, otra botella de whisky!- dijo su madre ignorando el llanto de su hijo- ¿Y ahora te pones a llorar? Que patético eres...
El niño simplemente se fue del lugar y justo antes de salir a la calle intentó pensar una manera de recuperar su coche de juguete. No tenía 5 euros, pero a lo mejor les podía dar patadas. No... Eran 3, podrían con él perfectamente. A lo mejor si hablaba con ellos... El niño abrió la puerta de la calle y se encontró a los tres adolescentes.
-¿Y bien?- decía el del medio mientras el de la derecha se iba- ¿Dónde está nuestro dinero?
-N-no l-lo t-tengo aquí. L-lo siento- decía el niño con mucho miedo- P-por favor, d-devolvedme mi coche...
Los dos adolescentes se miraron y el del medio volvió a hablar al niño.
-Escúchame cagado. Sin dinero, no hay coche, ese es el trato.
-Para ya tío, en serio. Deja al puto crío en paz- dijo el otro adolescente cogiendo el coche- Lo siento niño. Aquí tienes.
Cuando le iba a dar el coche, el niño creyó que todo iba a salir bien pero mirando la sonrisa de malicia de los dos, algo no iba a ir bien. Cuando se quiso dar cuenta, el niño se cubrió de tinte blanco por toda la cabeza. Los tres adolescentes empezaron a destornillarse de risa de lo que había pasado.
-Joder, eso ha sido flipante- decía el del medio mientras se reía divertidamente- ¿De verdad te creías que no iba a pasar nada? ¿Que todo iba a salir bien?
-Que inocente eres, chaval- dijo el otro adolescente apareciendo por la izquierda- Eres muy tonto, tenía razón.
-Vámonos de aquí, dejemos a este niñito en paz.
Los tres adolescentes se fueron dejando goteando de tinte blanco la cara del niño. El niño trató de limpiarse la cara lo que pudo y cuando terminó intentó lavarse el tinte del pelo pero no lo consiguió. Se quedó en la pared del callejón llorando hecho bolita. No quería seguir estando en ese mundo. No quería seguir en esa vida que le había tocado. Esa noche de invierno hacía mucho frío y él estaba temblando. No temblaba de frío, no. Temblaba de miedo. Temblaba de la verdad que había visto. Porque la lección que aprendió ahí es que la vida va a ser cruel siempre contigo y la única manera de que seas feliz es tomando tus propias riendas.

Elemental Redemption: Origin (libro nº1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora