Capítulo 10

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Riley

Nos llevamos allí un buen rato en silencio.

Me desabroché el cinturón y me incliné hacia el asiento de H tan cómodamente como pude, apoyando mi cabeza en su hombro.

No iba a tardar en pillar una tortícolis.

-Siento haberte gritado antes.- me sorprendí al escuchar la grave voz de H.

Me separé de él para mirarlo y también para aliviar el calambre que se me había extendido desde la mandíbula hasta el hombro.

-No pasa nada.- sacudí la cabeza.

-No, estuvo mal.- insistió.- Estaba siendo un capullo. No te lo merecías.

-Estabas enfadado, da igual.- no me había gustado que me hablase como lo hizo, pero que se disculpara por ello lo compensaba.

-No, no es excusa.- discutió.- No debería haberte hablado así, lo siento.

Me mordí el labio, asintiendo con la cabeza. Lo miré durante unos segundos, odiando cómo el brillo que anteriormente había podido ver en sus ojos no estaba por ninguna parte.

-Te quiero.- fue lo único que se me ocurrió decir que podía ayudarlo a sentirse un poco mejor.

Él me miró un instante, expresando algo con sus ojos que no llegaba a comprender, antes de inclinarse hacia delante y encontrar mis labios con los suyos. Instintivamente, llevé mi mano hasta su mandíbula, sintiendo la casi inexistente capa de vello facial que la cubría.

Fue un beso lento y contenido, como si estuviese intentando memorizar cada centímetro de mi boca. Había muchos sentimientos en ese beso, tanto por mi parte como por la suya. Esperaba que entendiese que iba a estar ahí siempre que lo necesitara.

Él fue quien rompió el beso primero para respirar, pero no me dio tiempo a reaccionar cuando volvió a buscar mi boca, esta vez con más urgencia. Llevó una de sus manos a mi pelo, enredando sus dedos en él y tirando de mí hacia él mismo. Nuestras lenguas bailaron una contra la otra, dejándome anonadada ante lo rápido que aquello estaba subiendo de tono. Apoyé mi mano en su hombro, en un intento de acercarlo más a mí, lo cual era imposible porque nos separaba el contenedor que había entre nuestros asientos. Por lo tanto, aquello terminó conmigo reclinada sobre el respaldo de mi asiento y H con el tronco atravesando aquella frontera. Sin embargo, no tardó en separarse y sentarse derecho, llevándose una mano al costado.

Me sentí culpable por haberme olvidado por completo de eso.

-¿Estás bien?- pregunté, sin aliento.

-Sí.- respondió inmediatamente.- ¿Puedes...? ¿Puedes acercarte tú?- preguntó, señalando hacia su regazo.

Sentí la sangre subir rápidamente a mis mejillas pero no desperdicié un momento en incorporarme. Miré a H y el espacio que quedaba entre él y el volante no muy convencida.

-Ven.- me tendió la mano.

Se la cogí y me moví como pude, con el cuerpo encorvado y la cabeza gacha para no darme un golpe con el techo. Coloqué una pierna sobre él, apoyándome en sus hombros para sujetarme, y finalmente conseguí sentarme a horcajadas sobre su regazo. Tenía una pierna presionada contra la puerta y la otra a punto de caerse del borde del asiento, mientras que me estaba clavando el volante en la espalda, pero bueno.

Miré a H mordiéndome el labio para contener la risa, estando a centímetros de distancia de él. Él miró hacia arriba, encontrando mi mirada con la misma expresión. Sentí su mano moverse hacia uno de los lados del asiento y enseguida el asiento retrocedió hacia atrás, dejándome respirar.

Shield [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora