Capítulo 48

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Aún en el búnker, nos dividimos en varios grupos que se ocuparían de distintas tareas. Había pasado cerca de una hora desde que habíamos vuelto y no había vuelto a oírse ninguna explosión, por lo que suponía que el bombardeo había terminado.

Nos repartimos en grupos para trabajar en los distintos puntos de Eastwood que habían sido más afectados. Evidentemente, yo me había incluido en el que se encargaría de toda la plaza central. Apenas quedaban cuatro horas para que anocheciera, por lo que teníamos que movernos rápido. Habíamos tomado la decisión de parar cuando oscureciera y empezar de nuevo a primera hora de la mañana. Aunque no me entusiasmaba la idea, sabía que no había nada que hacer.

Por lo tanto, aquellas cuatro horas fueron un lento sufrimiento, sabiendo que era una carrera contrarreloj en la que estabas obligado a detenerte y dejar que el cronómetro siguiera corriendo. Consumimos prácticamente dos horas solo en apagar el fuego que ardía en el interior del edificio de la sala de control. Hubo que traer cubos y cubos de agua desde el río en varios camiones y repartirlos entre todos los lugares en los que se había ocasionado un incendio.

Niall, Louis y Kat estaban conmigo, pero ninguno de los cuatro estuvimos encargados de entrar realmente en el edificio. Solo pasábamos los cubos y organizábamos un poco todo entre los camiones y los que estaban dentro.

Cuando el fuego finalmente se apagó, el humo fue desapareciendo del ambiente poco a poco, pero la verdad es que el cambio era casi imperceptible. Seguía habiendo mucho polvo suspendido en el aire y las cenizas continuaban cayendo como si de copos de nieve se tratara.

Una vez los encargados de apagar el fuego dieron la señal de que todo estaba limpio, empezamos a entrar en la planta baja. Todo era lento y metódico, sin dejar dentro a más gente de la cuenta y dejando mucha más personas fuera, simplemente vigilando y pendiente de cualquier pared, techo o columna que pudiese ceder. Habíamos conseguido algunos cascos, linternas, picos, cuerdas y guantes, pero no tantos como para que fuese seguro que entráramos todos los que me hubiese gustado, permitiendo que solo estuviésemos dentro quince personas. Además, todo el equipo había que repartirlo entre todos los grupos por todo el campamento.

Absolutamente todo el mundo estaba trabajando en rescatar a los desaparecidos, siendo muchos los que echaban en falta a algún amigo o familiar. Los niños se habían quedado en el búnker, cada uno acompañados por un adulto, y allí mismo se habían llevado cientos de camillas desde la enfermería. El edificio central, donde esta se encontraba, parecía estar en perfectas condiciones, pero como también se ubicaba en la plaza central, habíamos decidido no utilizarlo por seguridad. Así que el búnker se había convertido en la nueva enfermería, la cual también estaba atestada de gente herida por las explosiones.

Las dos horas restantes fueron una tortura.

Teníamos que mover los escombros con cuidado, incluso necesitando varias personas para mover un solo bloque de hormigón. Cargábamos los restos en carretillas y otros los sacaban fuera. Al principio, no parecía que fuese a ser algo tan lento, pero pasada la primera media hora de arrastrar escombros de un lado a otro, estaba sudando y agotado y apenas habíamos empezado.

Aquello no iba a ser fácil.

La tarea continuó en silencio, solo oyéndose el sonido de los pedazos de edificio destrozado cayendo cuando los soltábamos en las carretillas o nuestros propios gruñidos al levantar el peso que suponían.

Cada cierto tiempo, levantaba la cabeza para mirar a través de la pared derruida que me dejaba ver el cielo en el exterior, comprobando que cada vez el sol estaba más cerca de ocultarse. Me estaba esforzando por concentrarme en lo que tenía que hacer y no pensar en nada más, y en cierta manera, me estaba funcionando, pero no podía evitar ver el rostro de Riley en mi cabeza de vez en cuando y sentir una punzada en el pecho cuando pensaba que podía no volver a verla.

Shield [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora